Errenteria
«Creo que sí se pueden hacer medidas de presión, aunque esta no haya sido la más efectiva»Maite Gartzia cuenta su experiencia en Egipto, país al que acudió para participar en la Marcha Global a Gaza en solidaridad con el pueblo palestino
La Marcha Global a Gaza reunió el pasado mes de junio a miles de cooperantes de diferentes parte del mundo con el objetivo de alcanzar, ... desde El Cairo, el paso fronterizo de Rafah, en la frontera entre Egipto y la Franja de Gaza, para denunciar el bloqueo impuesto por Israel y reclamar la apertura inmediata de la vía de entrada a la ayuda humanitaria. Entre ellos estaba la teniende de alcalde de Errenteria, Maite Gartzia. Pese a que no lograron el objetivo, considera que aún se pueden hacer medidas de presión,
–¿Qué le hizo acudir a esa marcha?
–Además de política, antes que nada me considero activista. Por ello, desde que comenzó el conflicto he acudido a todas las acciones relacionadas con Palestina. En este aspecto, desde mi posición política siempre trato de echar una mano a todas las cosas que pretenden ayudar al pueblo palestino, que desde nuestro punto de vista está sufriendo un genocidio.
–¿Qué objetivo tenía la Marcha a Gaza?
–Tenía como finalidad visualizar lo que estaba pasando, y a la vez abrir un corredor humanitario que estaba en la frontera de Gaza con Egipto, en Rafah, porque ahí hay un montón de material. Había comida, medicamentos, y todo tipo de ayuda. Por ello, se planteó la idea de hacer una marcha solidaria y completamente pacífica por el desierto hasta llegar a Rafah, donde queríamos hacer una sentada para presionar al gobierno israelí.
–¿Cómo fue llegar a Egipto?
–Fue complicado. Egipto es un país muy autoritario, y las cosas no funcionan como aquí. A pesar de todo llegué bien al hotel, pero otros compañeros de la marcha no tuvieron suerte. Al llegar se revisaba todo, de arriba a abajo, teléfonos móviles, maleta, etc. Ellos ya sabían a lo que íbamos. Por ello, el gobierno egipcio en vez de ayudar, lo que hizo fue perseguir a todas las activistas.
–Un momento difícil.
– Desde luego. Hubo retenciones en el aeropuerto y los enviaban directamente a Turquía. A otras las soltaban tras horas retenidas. Hubo incluso redadas en los hoteles de madrugada y no sabías si ibas al aeropuerto, a una comisaría o a un lugar distinto. Te quitaban todo, el pasaporte, el móvil y te registraban el teléfono.
–¿Pasó usted miedo?
–Sí. Pasas mucho miedo. No sabes qué va a pasar contigo, y esa incertidumbre es horrorosa. Recuerdo un momento en el que teníamos que llegar a un punto de El Cairo para coger un autobús, ese viaje fue complicado. Se quedó mucha gente por el camino porque el gobierno sabía hacia dónde nos dirigíamos. Por ello nosotros negociamos con el taxista para coger una ruta alternativa.
–¿Consiguieron llegar a ese punto de encuentro?
–Sí, pero con miedo. Nosotros llegamos hasta Ismailia, que era el punto de encuentro, y a la noche nos tuvimos que esconder en un hotel porque estábamos varios grupos. Hubo gente que se escondió en una pizzería, pero desafortunadamente la policía vino y se los llevó todos.
–Ustedes tuvieron más suerte...
–Desde luego, pero no duró mucho. A la mañana siguiente el dueño del hotel nos citó en la recepción. Éramos once personas y nos estaban esperando trece o catorce policías. Vino una furgoneta y nos enviaron de vuelta a El Cairo.
–Por tanto la marcha finalmente no pudo realizarse
–Exacto. Las condiciones para poder realizarla no se dieron. Sufrimos una fuerte represión, detuvieron a muchísimas personas y por tanto vimos que no podríamos hacer nada.
–¿Ante esta situación logró hablar con alguien de la embajada?
–Pude hacerlo, pero no sirvió de nada. Me llevé un disgusto enorme porque me encontré a un muñeco de cera que no le importaban nada los ciudadanos que estaban allí. Nos decía que no tendríamos que haber venido. Fue desesperante. Él solo miraba en todo momento los intereses políticos y de dinero respecto a España, respecto al gobierno egipcio. Y las personas que supuestamente estaban a su cargo no le importaban.
–¿Qué reflexiones hace después de esta experiencia?
–Yo tiendo a ser una persona positiva, entiendo que se ha creado una red de solidaridad mundial que sí que puede hacer mucha presión. Y que sí que ahora mismo está trabajando en hacer otras acciones. Sí que creo que se van a poder conseguir cosas. Creo que sí que se pueden hacer medidas de presión, aunque esta no ha sido la más efectiva. Pero no estamos hablando de parar un genocidio, sino solamente de que entre dotación humanitaria en este caso.
–¿Ve una solución?
–Soy realista y pongo los pies en la tierra. Y sé que detrás de todo esto están las grandes potencias económicas. Y aquí lo que manda es el dinero. Y hasta que a Israel no se le corte el flujo de dinero, ni todo el flujo que tiene de bienestar y de comercio, no va a parar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión