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El calor eleva la temperatura dentro del habitáculo y puede alterar la capacidad del conductor F. P.

Verano mortal en las carreteras: el calor, un factor de riesgo silencioso

A. Noguerol

Jueves, 24 de julio 2025

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El calor eleva la temperatura dentro del habitáculo y puede alterar la capacidad del conductor, causarle fatiga y producir agresividad, tensión y nerviosismo. ¿Cómo nos afecta el calor cuando vamos al volante? Es tan peligroso que, cuando conducimos con altas temperaturas, el riesgo de sufrir un accidente aumenta más del 20%, ya que, con el calor, aumenta la sensación de fatiga y los reflejos se reducen.

Aunque la última ola de calor del verano comience a remitir, Fundación CEA (Comisariado Europeo del Automóvil) lanza una seria advertencia: las temperaturas extremas seguirán marcando los desplazamientos de julio y agosto, trayendo consigo riesgos «invisibles» que amenazan la seguridad vial.

Esta alerta llega en un momento crítico, con 40 personas fallecidas en carretera en lo que va de verano, según los últimos datos de la Dirección General de Tráfico (DGT), cuyo director, Pere Navarro, ha llamado a la colaboración de todos para reducir la siniestralidad estival. Según la DGT conducir con 35º C supone que dejamos de percibir entre el 10% y el 20% de la señales de tráfico, lo que hace que se incrementen los errores que cometemos más de un 30%. Este es un dato relevante, ya que las distracciones y los despistes están detrás de casi el 30% de los accidentes de tráfico.

Desde Fundación CEA, se subraya que las olas de calor no son eventos excepcionales, sino cada vez más frecuentes, y sus efectos son dobles: impactan tanto en el estado físico del conductor como en el rendimiento del vehículo.

Para los conductores, el calor extremo puede provocar fatiga, deshidratación, somnolencia, irritabilidad, pérdida de concentración y tiempos de reacción más lentos, aumentando significativamente el riesgo de cometer errores al volante.

Los efectos del calor

Cuando el cuerpo se expone a un calor prolongado, los efectos son inmediatos y peligrosos:

Deshidratación: Es uno de los riesgos más directos. Incluso una ligera deshidratación (pérdida del 1% del peso corporal por líquidos) puede provocar sed, fatiga, mareos y dolor de cabeza. Una deshidratación más grave afecta la capacidad cognitiva, la concentración y los tiempos de reacción, haciendo que el conductor sea menos eficaz al volante.

Fatiga y Somnolencia: El calor aumenta la sensación de cansancio y sopor. La deshidratación, sumada al esfuerzo que el cuerpo realiza para regular la temperatura, acelera la aparición de la fatiga, lo que puede llevar a microsueños al volante, tan peligrosos como conducir bajo los efectos del alcohol.

Irritabilidad y Pérdida de Concentración: Un ambiente caluroso puede generar mayor estrés, frustración e irritabilidad. Esto reduce la paciencia al volante, aumenta la propensión a cometer errores y dificulta la toma de decisiones rápidas y acertadas.

Disminución de Reflejos: El tiempo de reacción del conductor puede verse significativamente alargado por el calor y la fatiga asociada, un factor crítico ante situaciones inesperadas en la carretera.

El vehículo tampoco es inmune a las altas temperaturas. Los expertos de CEA advierten sobre el riesgo de reventón en neumáticos, fallos en el sistema de frenos, sobrecarga de baterías y sistemas eléctricos, y una climatización deficiente que afecta directamente al confort y a la visibilidad, comprometiendo la seguridad general del viaje.

Además del propio calor, la ropa utilizada al conducir emerge como otro factor de riesgo a menudo descuidado. Un estudio de Fundación CEA («¿Conduces con la ropa adecuada?») revela que el 68% de los conductores admite haber conducido con chanclas, bañador o prendas poco adecuadas, especialmente en época estival. Desde la Fundación señalan que «la elección de ropa ligera pero inapropiada puede afectar al control del vehículo, dificultar maniobras y aumentar el riesgo en caso de accidente».

Recomendaciones de Fundación CEA

Ante este escenario, Fundación CEA ofrece seis recomendaciones clave para una conducción segura bajo el calor:

Evitar las horas centrales del día para los desplazamientos.

Verificar la presión de neumáticos, el estado de los frenos y el aire acondicionado del vehículo.

Mantener una hidratación constante durante todo el viaje.

Realizar paradas frecuentes para descansar y estirar las piernas.

Prestar atención especial a niños, personas mayores y mascotas que viajen en el vehículo.

Planificar la ruta con antelación y establecer márgenes de tiempo amplios para evitar prisas.

«No debemos esperar a la siguiente ola de calor para tomar precauciones. Sabemos que volverá, y la única forma de protegernos es anticiparnos», concluye Rafael Fernández-Chillón, presidente de la Fundación CEA. La organización refuerza su labor de concienciación y formación en conducción segura durante el verano, enfatizando la importancia de anticiparse a las condiciones extremas.

Para mitigar estos efectos, es crucial que los conductores se mantengan bien hidratados bebiendo agua de forma regular, incluso sin tener sed, y realizando paradas frecuentes para descansar en lugares frescos. Evitar las horas centrales del día para conducir también reduce la exposición al calor más intenso.

La prevención y un buen mantenimiento del coche son los mejores aliados para enfrentar el verano en la carretera, asegurando que tanto el conductor como el vehículo estén en las mejores condiciones para afrontar las altas temperaturas.

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