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La calma de la cima nos invita a disfrutar de las vistas.

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La calma de la cima nos invita a disfrutar de las vistas. Elisa Belauntzaran

Mendira | Rutas

Dulantz, ese espectacular balcón navarro

Con sus 1.243 metros de altitud, la cima más alta de la sierra de Urbasa nos muestra la belleza natural que la rodea. Impresionante

Viernes, 29 de septiembre 2023, 10:09

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Un precioso cielo azul envuelve la sierra de Urbasa-Andia. Su intenso tono contrasta a la perfección con el verde del extenso bosque que puebla el parque natural navarro. Con una extensión de 21.488 hectáreas, el parque comprende las sierras de Urbasa y de Andia, el denominado monte de Limitaciones y la reserva natural del Nacedero del Urederra.

Un precioso paraíso terrenal en el que uno disfruta de la belleza natural y de la tranquilidad, rota únicamente por el tintineo de los cencerros que elegantes vacas y yeguas portan en sus cuellos. Privilegiadas que se nutren al aire libre de los ricos pastos, mientras el mal tiempo se lo permite, disfrutando de la paz de las sierras que destacan por el amplio conjunto de valores geológicos, biológicos, ecológicos, estéticos, paisajísticos, arqueológicos y socioculturales de los que se componen.

Urbasa cuenta con numerosas cumbres: Dulantz (1.243 m.), la Nevera (1.219 m.), Legunbe (1.129 m.), Gainsoil (1.057 m.), Bargagain (1.154 m.), Santa Marina (1.068 m .), Iruaitzeta (1.144 m.), Baitza (1.183 m.) y San Adrian (1.113 m.). En el borde Sur quedan Murube (1.128 m.), Aitzluze (1.069 m.), Peña Antxa (1.021 m.), Larregoiko (1.013 m.), Arrepuia (1.066 m.), Ekaitza (1.161 m.) y Dulantz (1.239 m.). También se inluye en esta lista el apéndice que desde Ekaitza se lanza hacia Lizarra/Estella separando el barranco de Irantzu del valle de Allin con las peñas de Etxabarri y en las cuales se hallan las cimas de Guremendi (1.094 m.), Krezmendi (1.088 m.), Larraitza (1.055 m.) y Azantza (1.077 m.).

Dulantz es la cumbre más alta de la sierra de Urbasa y, junto a la Nevera, las únicas que superan los 1.200 en esta zona. Desde ella podemos contemplar una preciosa estampa de Beriain con su inconfundible ermita de San Donato. Desde la lejanía también se erige impresionante.

INFORMACIÓN MIDE:

  • Acceso: Deberemos tomar la carretera NA-120 (Cta. de Estella-Lizarraga-Etxarri Aranatz, o a la inversa) entre los kilómetros 21-22.

  • Horario: El paseo desde las ruinas de la Venta Zunbeltz es sencilla y ronda las dos horas y media a un ritmo tranquilo. No hay gran zona para aparcar en este enclavea.

  • Distancia: 8km.

  • Desnivel positivo: 379m.

  • Severidad del medio: 2.

  • Dificultad orientación: 2.

  • Dificultad del terreno: 2.

  • Esfuerzo necesario: 2

Mire donde se mire, todo es impresionante desde Dulantz, y no sorprende pensar que sus antiguos pobladores lo eligieran hace miles de años para vivir, cazar o descansar eternamente en este hermoso rincón navarro.

Durante nuestra ruta de esta semana a Dulantz hemos disfrutado de espectaculares vistas de los bonitos y extensos valles que se extienden a nuestros pies con vastos bosques en los que predominan el haya (Fagus sylvatica) y el arce campestre (Acer campestre), aunque su variedad arbórea se completa con especies como el acebo (Ilex aquifolium L.), el tejo (Taxus baccata L.), los tilos (Tilia platyphyllos Scopoli), el fresno (Fraxinus excelsior L.) y los robles (Quercus spp.) así como los frutales silvestres. El verde se impone de momento sobre nuestros pies, aunque los tonos marrones y amarillos comienzan a divisarse por doquier. Precioso.

Su ubicación lo convertía en zona de paso desde los pueblos del valle de Sakana y alrededores a Tierra Estella. Una calzada unía ambas zonas y era la vía natural por la que transitaron pastores, carboneros, peregrinos y comerciantes durante generaciones.

Su trazado es de unos ocho kilómetros y podemos transitarla en las inmediaciones de la venta de Zunbeltz, donde comenzará la ruta a Dulantz. Dicha venta, desde la desamortización hasta principios del siglo actual, fue de propiedad particular y con anterioridad perteneció al Monasterio de Irantzu hasta la desamortización. Como reminiscencia de ese pasado monástico tenemos las llamadas Bordas de Iratxe y la festividad de San Benito, ya que en ese día se celebraban las antiguas fiestas de la venta Zunbeltz. Tras su adquisición por el Gobierno de Navarra, se optó por derribar la Venta y sus edificios auxiliares, quedando un triste remedo de ruinas consolidadas, donde aún se puede apreciar claramente el pequeño edificio religioso, con su orientación Este- Oeste y esquinas con buenos sillares.

Desde la Venta Zunbeltz

Iniciamos la ruta desde la ruinas de la antigua Venta de Zunbeltz, situadas al lado de la carretera. Un cartel pintado de blanco nos ubica el lugar, así como un pabellón en el que se cobijan yeguas y varias vacas. Atravesamos la alambrada por un paso de escalera y enseguida accederemos a una pista que seguiremos hacia el Norte. El ascenso es sencillo si seguimos esa pista mientras disfrutamos de una jornada otoñal soleada en un entorno precioso, repleto de árboles y arbustos que nos recuerda que ha acabado el verano, a pesar del buen tiempo que tenemos. Las endrinas maduras para hacer el patxaran cargan las ramas de los endrinos (Prunus espinosa) son una clara señal de ello.

Siguiendo la pista alcanzaremos un cruce en pleno bosque de hayas, en el que seguiremos el camino ascendente a la derecha, guiándonos por el hito de piedras que nos encontramos en el suelo.

La alfombra de hojarasca marrón cubre las pistas forestales que a duras penas son transitables por pequeños tractores o en la antigüedad por carros tirados por animales. El verde del follaje y el musgo, el marrón de las hojas caídas y el gris de las rocas que nos rodean, nos trasladan a un escenario mágico en el que no nos cuesta imaginarmos a ipotxas y otros seres mitológicos, observándonos, escondidos entre los hermosos árboles.

Seguimos caminando, siempre siguiendo el rastro de quien nos ha precedido en nuestro camino, ascendiendo tranquilamente por el bosque hasta llegar una puerta metálica que atravesamos, cerrándola como manda la placa que cuelga en ella. Tras unos metros llegamos a una pista forestal amplia en la que nos encontramos una señal vertical en la que nos indica que la cima está a 1,9 kilómetros.

La pista de grava suelta nos conduce hasta una balsa que no cuenta en estos momentos con agua. Muy cerca, observamos un grupo de ponys que pasta a la sombra, mientras un nutrido grupo de vacas lo hacen aprovechando el calor del sol. Atentas, entre algunas grandes hayas, vemos unas cabras que nos observan curiosas, pero que no dejan de nutrirse del pasto que encuentran a sus pies. Otra señal vertical nos indica que estamos a quince minutos de la cima y la dirección que debemos seguir. En esta zona las marcas blancas y amarillas son más abundantes y mientras caminamos por una pista cubierta por hierba, pero que conserva en algunos tramos, la rodada de los vehículos de todoterreno,

Avanzamos hasta llegar a la cima de Dulantz por el paraje de Portandia. A nuestra izquierda el paraje conocido como la Nevera. Poco a poco avanzamos siguiendo marcas e hitos hasta la cima, desde donde las vistas son espectaculares, Urbasa, Aralar, Beriain, Orhi, Montejurra, Sierra Cantabria, Pirineos, Peña Unzue... Impresionantes las vistas, mostrando kilómetros a nuestros pies de bosques.

Desde ahí el retorno es sencillo. Desandamos el camino que hemos realizado, aunque merece la pena disfrutar de otras rutas señalizadas por la zona adaptándonos según nuestro tiempo.

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