La noche sin noche
MONTAÑA ·
Acabamos de concluir la primera travesía Oeste-Este con el trineo de viento en elCasquete Polar de GroenlandiaLos vientos, podríamos decir, no nos han sido nada favorables para navegar con el trineo de viento en toda nuestra larga travesía por el hielo ... de Groenlandia. Es por eso que hemos tenido que aprovechar absolutamente todos los vientos y todas sus horas, cuando nos han sido favorables o incluso menos malos, incluidas las noches. Aunque en honor a la verdad, son noches sin noche... eso sí en la zona más al norte que hemos llegado.
He de decir que navegar por las noches nos ha significado además de, por supuesto, avanzar y hacer kilómetros, observar unas puestas de sol increíbles hacia las 23 horas, y unos espectaculares amaneceres a eso de las tres de la madrugada. Entre la puesta de sol y su salida median unas 4 horas que continúan de día aun siendo la noche con unos colores fantásticos que hacen más llevadera la navegación, llamémosle, nocturna.
El viernes día 3 fue el gran día de avanzar. Superamos 155 kilómetros en algunos momentos alcanzando picos de velocidad de hasta 35 km por hora. Es increíble la adaptabilidad al terreno del magistral invento de Larramendi que lo es el trineo de viento.
Al día siguiente, sábado 4, avanzamos otros diez kilómetros, pero a costa de mucho sacrificio porque el viento nos echaba del rumbo que queríamos seguir.
A primeras horas de la madrugada del sábado 4 de junio llegamos a la zona del Domo Sur, alcanzando una altura de más de 2.800 metros con tan mala fortuna que al estar en esta latitud, nos quedamos sin viento. Allí aguantamos tres días hasta que Ramón Larramendi, director de la expedición Sos Arctic cero emisiones, decidió que aprovecharíamos los vientos anunciados para la noche del martes 7 al miércoles 8, aunque no favorables del todo, «para salir del agujero en donde nos encontramos », dijo. Una vez más íbamos a vivir otra noche sin noche, pero en esta ocasión con peor tiempo, así que la disfrutamos menos, aunque todo este territorio no deja de ser un espectáculo, ¡claro!, que hay que vivirlo, sentirlo y muchas veces hasta padecerlo y/o disfrutarlo.
Tras toda la noche del martes turnándonos las guardias para estar atentos a la intensidad del viento y a la dirección para coger el rumbo correcto, finalmente a las 8:45 am del miércoles día 8 salimos del atolladero donde estábamos ubicados y con viento, para continuar durante más de 10 horas navegando hasta avanzar más de 58 kilómetros y situarnos en una posición donde las vientos anunciados nos eran más favorables para poder concluir en los próximos días la travesía con el trineo de viento.
Tanta espera por la falta de viento, le vino bien a Lucía Hortal responsable científica de la expedición, para desarrollar más ciencia y obtener más microorganismos. Y además Marcus le cavó un agujero de casi dos metros de profundidad para que, a falta del taladro que se nos rompió en la primera extracción, pudiese seguir con el experimento de obtener muestras de hielo a diferentes cotas, microorganismos que en este caso, como les decía hace un par de semanas, estas extracciones van a parar al instituto de astrobiología para avanzar en los estudios de la existencia de vida en otros entornos.
También el amigo venezolano, Marcus, se puso a practicar con sus esquís y cometas que se había traído, emulando de alguna manera al trineo de viento. Por fin tendría ocasión de hacerlo. Y vaya que si la tuvo, pudiendo lucirse en la práctica de este espectacular deporte.
El jueves 9 por fin salimos del agujero. Nos pusimos en marcha a las 10 de la mañana y ya no paramos hasta las doce de la noche en un recorrido espectacular y hasta de vértigo para llegar a un punto importante en nuestra singladura con el trineo de viento. En total fueron casi 180 kilómetros en línea recta, pero unos 200 de recorrido final. Fue espeluznante los más de 40 kilómetros por hora que registramos e insisto, ver esa genial e increíble adaptabilidad al terreno de cada uno de los cuatro módulos del trineo de viento, verdaderamente es espectacular. El viernes 10 comenzamos nuestra definitiva singladura por el hielo a las 17:30, navegando no sin ciertas dificultades durante la madrugada, pilotando estoicamente a turnos entre Ramón, Marcus y Carlos durante toda la madrugada, y así el sábado 11 a las 6:30 de la mañana, a la vista de unos lagos completamente azules, llegamos hasta el punto de recogida del helicóptero, dando por concluida la primera travesía Oes te-Este en el Casquete Polar de Groenlandia. Todavía tenemos que esperar aquí en este magnífico lugar al helicóptero que nos trasladará a Narsaq.
Después nos tocará dejar todo bien recogido en los almacenes de Ramon que tiene en esta localidad. Allí se quedará el trineo de viento, siempre dispuesto para cederlo a la ciencia y actuar contra el cambio climático y tenerlo disponible para emprender nuevas exploraciones y aventuras.
Mientras tanto en los días que esperamos para coger el avión, seguramente, antes de regresar a casa, volveremos a pasar, sentir y vivir ese espectáculo cuando acompaña el buen tiempo con alguna noche más sin noche, aunque aquí en el sur de Groenlandia, éstas sí que tienen algo más de penumbra. Y si tenemos mucha, muchísima suerte, precisamente algo que no nos ha acompañado mucho a lo largo de toda nuestra singladura de casi mil kilómetros por el hielo en cinco largas semanas, podríamos ver alguna aurora boreal como vimos a finales de abril cuando llegamos a Nasarsuaq pero, aun así, Groenlandia sigue siendo siempre mágica.
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