«Nos dijeron que nos fuéramos a casa y no saliéramos»

«Estamos todos en casa, la gente está muy nerviosa. No se ve a nadie por la calle...». Quien habla es Joana Arrizabalaga, una joven de Ondarroa que reside en Múnich y que vivió en primera persona el terrible tiroteo que este viernes tuvo lugar en el centro comercial Olympia.

La joven, a la que se le notaba el tono entrecortado por el caos que vivieron, no tenía pensado abandonar su casa. De hecho, anoche tenía con sus amigos una cena reservada en un restaurante y tuvo que llamar para cancelarla: «En el restaurante me han dicho que todo el mundo estaba cancelando las reservas. Nada volverá a la normalidad hasta que no se encuentre a los que han sido, que de momento no se sabe» decía horas antes de que se conociera que el autor de la matanza es un joven germano-iraní de 18 años sin antecedentes policiales.

«La gente está muy asustada»

Oroitz Aldasoro, un joven de 35 años de la localidad guipuzcoana de Zarautz y que vive en Múnich desde 2011, supo de la alarma que se había desatado en Alemania cuando en plena calle la Policía se acercó a todos los viandantes con indicaciones claras. «Nos dijeron que nos fuéramos a casa y no saliéramos. Que dejáramos las bicicletas y evitáramos las aglomeraciones y zonas concurridas», explicaba, al precisar que se encontraba en el centro de la ciudad, a una distancia relativa del lugar del tiroteo, en las inmediaciones del estadio donde se celebraron los Juegos Olímpicos de 1972.

Una amiga suya sí estuvo cerca del lugar de los ataques: «Ha visto gente corriendo y muy nerviosa y a la Policía dando indicaciones». Aldasoro, que trabaja en una empresa de ingeniería que se encarga de la automatización de túneles, reconoció sentirse «inquieto» por la «incertidumbre» que se apoderó ayer de Múnich. «La gente está asustada, en sus casas, a la espera de recibir informaciones de las fuerzas de seguridad», detallaba. Aún así, afirmaba sentirse «a salvo» en su vivienda, a la que pudo llegar sin problemas, pese a la tensión y el descontrol que reinaban en el ambiente en esos momentos.

«Solo veía a gente corriendo despavorida»

Biri, una española desalojada del Olympia de Múnich tras el tiroteo, contaba ayer en declaraciones a TVE que «solo veía a gente corriendo despavorida». La Policía gritaba: «Dejad todo y salid lo más rápido posible», explicaba. La joven fue testigo del ataque y no podía dar crédito de lo ocurrido. «Uno nunca piensa en que un día cualquiera te puede tocar, pero estaba pasando eso», aseguró.

«Sólo he visto a una persona gravemente herida en el suelo y no ha sobrevivido». Esta es una de las primeras frases que llegó al exterior desde el centro comercial. Según conversaciones telefónicas mantenidas con los trabajadores del local, que permanecieron muchas horas escondidos en el centro comercial, «se han escuchado muchos disparos... No puedo decir cuántos pero han sido muchos», señalaba un empleado de los que permanecía en el interior. La misma persona apuntaba que no disponían de más información. «Seguimos escondidos en la parte trasera de las tiendas pero todavía no ha llegado la Policía», relataba.

Olympia, núcleo social

«Se han oído gritos y disparos pero ahora las calles están vacías», declaraba ayer a ELCORREO.COM Dominik Notz, un joven vecino de Múnich a quien el tiroteo le sorprendió en una de las calles situadas junto al centro Olympia, atacado por terroristas la tarde de este viernes. Dominik se encontraba en una clínica dental cuando comenzaron a escucharse los disparos. «Nos hemos quedado aquí encerrados a la espera de que la Policía nos diga algo. Hay una sensación de terror bastante grande ya que todavía no se sabe qué esta pasando», señalaba.

Según comentaba Dominik, el centro Olympia es uno de los centros de ocio más importantes de Múnich. «Los viernes por la tarde siempre es posible ver una multitud de personas que acuden a las tiendas o a las zonas de los alrededores para pasar la tarde». El testigo, en este sentido, aseguraba que la zona es muy frecuentada puesto que en sus inmediaciones se encuentra una estación de tren así como una parada de metro. «Ahora todo está completamente vacío», afirmaba.

El joven, que compra la comida en el centro comercial atacado y pasa por allí todos los días, permanecía en la clínica dental mientras realizaba estas declaraciones, pendiente de las noticias que pudiesen llegar desde el exterior y que les permitiesen recuperar la normalidad.