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Apenas han pasado dos días desde que el presidente Vladímir Putin se comprometiese por teléfono con su homólogo estadounidense, Donald Trump, a acelerar las negociaciones ... con Kiev para un alto el fuego en Ucrania cuando el máximo dirigente ruso ha aprovechado este miércoles un viaje a la recién reconquistada región rusa de Kursk para sacar pecho de las capacidades de su ejército y humillar una vez más a los soldados ucranianos llamándoles «neonazis» e «idiotas».
«Está claro contra quién estamos luchando (…) los combatientes ucranianos están destruyendo monumentos de la Segunda Guerra Mundial. Es evidente, nos dan motivos para decir que son personas con ideología neonazi. ¿Cómo pueden ser definidos si no?», lanzó Putin durante una reunión en Kursk con jóvenes voluntarios llegados desde distintos puntos de Rusia para ayudar en las labores de reconstrucción.
Según sus palabras, los soldados ucranianos «quedarían en segundo lugar en un concurso para idiotas y es así porque son eso, idiotas». Al mismo tiempo, subrayó la capacidad de las tropas rusas, apoyadas por fuerzas norcoreanas, en su misión de «liberar» Kursk, evento que el mismo Putin anunció con bombo y platillo el pasado 26 abril. El jefe del Kremlin visitó este miércoles la Central Nuclear de Kursk, que llegó a estar amenazada de caer en manos del ejército ucraniano el pasado verano, y se reunió con el gobernador regional, Alexánder Jinshtéin.
El primer mandatario ruso dijo que ha acudido a Kursk, por primera vez tras la expulsión del ejército ucraniano, para «familiarizarse» personalmente con la situación sobre el terreno. «Por supuesto, tengo toda la información: los informes del Gobierno, los informes militares, el informe de los servicios especiales, el del representante plenipotenciario, del Ministerio del Interior. En principio, esto es suficiente para el trabajo, pero quería verlos, escucharlos, porque es más fácil verlo todo estando sobre el terreno», aseguró en un encuentro con funcionarios municipales.
Putin prometió subsanar problemas, enviar más fuerzas para desminar el terreno y más ayudas. A su juicio, «la situación en la región de Kursk es de combate» y alabó a los responsables presentes al afirmar que, tras la ofensiva ucraniana, «no esperaron instrucciones, no salieron corriendo, no se dispersaron, cumplieron con su deber y lo hicieron con acierto».
Las tropas ucranianas entraron en la región de Kursk en agosto de 2024 y llegaron a ocupar unos1.200 kilómetros cuadrados de territorio. El pasado 12 de marzo, Putin estuvo en la región por primera vez y lo hizo de uniforme militar para supervisar las operaciones del ejército ruso desde el centro de mando habilitado al efecto. Ordenó entonces «derrotar definitivamente al enemigo en la región de Kursk en el menor tiempo posible».
Dispuso además que se «considere de forma especial la creación de una zona de seguridad a lo largo de la frontera con Ucrania», tarea que ya se está llevando a cabo con la ocupación de varias localidades en la región ucraniana de Sumy. Y, el pasado 26 de abril, el jefe del Kremlin anunció la «completa liberación» de la región de Kursk tras escuchar el parte militar de la operación que el jefe del Estado Mayor del ejército ruso, el general Valeri Guerásimov, le leyó por videoconferencia.
En la conversación telefónica del lunes, según Trump, Putin aceptó «acelerar» las negociaciones con Ucrania, primero para una tregua y después para acabar definitivamente con el conflicto. Ese día, el presidente ruso habló de la necesidad de fijar las condiciones de su país para un alto el fuego y de elaborar un «memorándum» previo a un «acuerdo de paz» con Ucrania.
Este miércoles, el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, rechazó las acusaciones ucranianas y europeas de que Moscú intenta «dilatar eternamente» el proceso de paz, pese a que reconoció que todavía no se ha decidido ni la fecha ni la sede de la próxima reunión entre negociadores rusos y ucranianos. La primera ronda de conversaciones, después de más de tres años de guerra, tuvo lugar el pasado día 15 en Estambul sin ningún resultado, salvo un intercambio de mil prisioneros por cada lado que aún está en el aire. Rusia no aceptó en Estambul la tregua de 30 días solicitada por Kiev ni tampoco una reunión inmediata entre Putin y el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. «Nadie está interesado en retrasar la preparación del memorándum entre Rusia y Ucrania. El trabajo se está realizando de forma dinámica, pero en su mayor parte a puerta cerrada», declaró Peskov este miércoles, asegurando que se informará en su momento.
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