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Dos imágenes de Urtain, en San Sebastián en los años 70 y durante su etapa como harrijasotzaile. Archivo
La vida de Urtain y su salto a campeón de boxeo europeo: «Hoy en día sería imposible»

La vida de Urtain y su salto a campeón de boxeo europeo: «Hoy en día sería imposible»

El escritor Felipe de Luis repasa la historia del célebre levantador de piedras que consiguió ser campeón de Europa de boxeo tres veces sin experiencia

J. F.

Martes, 6 de mayo 2025, 06:54

La figura de José Manuel Ibar, universalmente conocido como Urtain, el 'Morrosko de Cestona', sigue despertando una notable fascinación en el imaginario colectivo. Así lo subraya el periodista y escritor Felipe de Luis, autor del libro 'Urtain, retrato de una época', durante su reciente participación en el podcast 'Animales Humanos'. Según De Luis, Urtain (Aizarnazabal 1943 - Madrid 1992) es un personaje que aún «despierta fascinación entre la gente». La investigación para su libro llevó al autor madrileño a ahondar en los aspectos menos conocidos y más trágicos de la vida del campeón. Uno de ellos es el vínculo familiar con Pablo Ibar, condenado a muerte en Estados Unidos y sobrino de Urtain. Esta conexión familiar, sumada a otros eventos luctuosos, ha alimentado la idea de una supuesta «maldición en la familia Urtain». De Luis detalla que «su padre el padre murió en extrañas circunstancias» y que el propio boxeador guipuzcoano «terminó quitándose la vida».

El periodista se remonta los orígenes de Urtain, a su infancia en el caserío familiar de Zestoa que le dio su nombre. Creció en una familia numerosa, mostrando desde joven una personalidad traviesa, inquieta y competitiva, expuesto a las apuestas rurales de la mano de su padre, un gran apostador. A pesar de la reticencia paterna a que siguiera ese camino «turbio», José Manuel levantaba piedras a escondidas. Una anécdota familiar que marca su determinación es la frase de su padre al pillarlo: «No, ya que has empezado, termina, porque un Urtain nunca pierde una apuesta».

La gran incógnita, y lo que subraya la singularidad de su historia, es cómo Urtain, un hombre de 24 años dedicado al levantamiento de piedras, un harrijasotzaile sin experiencia en el boxeo, llegó a ser tres veces campeón de Europa. De Luis es tajante: «hoy en día sería imposible» y lo atribuye a una «serie de casualidades». El escritor relata el contexto de la época, en la España franquista, con el boxeo como deporte de masas en el que faltaba un representante de la categoría peso pesado que fuera un referente. La búsqueda de un sucesor para Paulino Uzcudun llegó hasta el Palacio de El Pardo, donde Franco sugirió a su médico, Vicente Gil (también presidente de la Federación de Boxeo), que «estaría muy bien conseguir un nuevo campeón español». Esta sugerencia puso en marcha la maquinaria que llevaría al descubrimiento de Urtain por el empresario José Lizarazu y el preparador Miguel Almazor. La oferta de dinero y fama sedujo a Urtain como una oportunidad de «escapar de una vida convencional en la fábrica o el campo». El periodista deportivo José María García también fue fundamental, «como de descubridor para la gente» al publicitarlo en el diario 'Pueblo'.

Victorias rápidas y sospechosas

La primera etapa de la carrera de Urtain estuvo marcada por victorias extremadamente rápidas, a menudo en el primer o segundo asalto. Esto, si bien disparó su popularidad entre el gran público que buscaba al «héroe forzudo que viene de del monte», también generó sospechas de «tongo». De Luis asegura que muchos de estos combates iniciales fueron «amañados» o con «rivales demasiado asequibles», a menudo púgiles ya retirados. Así, recuerda cuando durante un combate en el que el guipuzcoano lo estaba pasando mal, de pronto «se apaga la luz del recinto», algo que, según reveló años después José María García en un libro «ya estaba planeado por el equipo de Urtain para detener la pelea». Estos rivales, explica De Luis, eran gente que trabajaba como dependiente, transportista o en un matadero.

José Manuel Urtain durante su época de campeón de boxeo. Archivo

La fama de Urtain creció de manera estratosférica en poco tiempo, llegando a ser «hiperfamoso», comparable a figuras de la época como El Cordobés o Marisol. Su llegada a Madrid lo introdujo en un mundo de «fiestas, alcohol y alternar con famosos», una «vida desordenada» que lo llevó a distanciarse de su primera esposa, Cecilia, y sus hijos. A pesar del éxito aparente, Urtain se sentía constantemente «engañado durante muchas ocasiones» por sus managers y entrenadores, quienes se quedaban con parte de sus ganancias, una sensación que se repetía. De Luis distingue dos fases en su boxeo: la inicial de victorias rápidas sospechosas y una segunda etapa tras ganar el primer campeonato de Europa, donde los combates eran «más serios»; empezó a «boxear mejor», pero también empezó a perder y a sufrir un «castigos físicos que no había recibido hasta ese momento».

Según De Luis, el declive de Urtain comienza fundamentalmente porque «no le han enseñado a perder a él solamente le han enseñado a ganar». La frustración de las derrotas y la pérdida gradual del interés del público tras años de fama efímera le afectaron profundamente.

El intento de reinvención de Urtain

Tras retirarse en 1977, Urtain «lleva muy mal este paso a la vida más normal y sobre todo lleva muy mal dejar de ser Urtain». Intentó sin éxito reinventarse, pasando por el denigrante 'pressing catch' (cuya imagen, según De Luis, era «degradante y humillante») y trabajando como portero de discoteca en Burgos en sus últimos años. También se embarcó en varios negocios «extraños» de zapaterías y restaurantes, que «siempre además es la misma historia, siempre se llamaban Urtain», pero fracasaron, a menudo por estafas. En pocos años había «despilfarrado todo» el dinero ganado.

En sus últimos años, su problema con el alcohol se agravó, haciendo la convivencia con su segunda esposa, Marisa, y sus hijos «imposible». Marisa, que había intentado poner orden en su vida, un día «se harta de él [...] y coge a los hijos y se va». Apenas 15 días después «él se se tira por la ventana». De Luis considera que «el desencadenante es que Marisa le le abandona» al negarse a seguir viviendo con él si no buscaba ayuda profesional para su alcoholismo.

Un aspecto particularmente duro de su declive fue la publicación del libro 'Comedia Urtain' por José María García, quien inicialmente le dio fama. Este libro «demoledor» reveló los amaños de su primera etapa, lo que De Luis califica como un «un poco golpe bajo» viniendo de alguien cercano.

Felipe de Luis retrata a Urtain como un hombre de «salvaje soledad» a pesar de estar rodeado de gente, un personaje complejo y frágil que no fue preparado para gestionar el fin de su carrera y la pérdida de la fama. Su trágica muerte en 1992, curiosamente pocos días antes de los Juegos Olímpicos de Barcelona, marcó, según De Luis, el fin de una época. La intensa y dramática vida de Urtain es, en palabras de Felipe de Luis, «una historia de película», y el periodista confirma que se están haciendo gestiones para llevarla a la gran pantalla.

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