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Un traje hilvanado por forenses
Restos conservados en tumbas halladas en Canadá y técnicas de un sastre visionario permiten recrear la ropa del siglo XVI que portará la tripulación del San Juan
Cuando los integrantes de la asociación británica The Tudor Tailor supieron de la existencia de fragmentos de ropa recuperados de las tumbas de los ... balleneros vascos del siglo XVI, no dudaron en cruzar el Atlántico rumbo a Terranova. La península canadiense de Red Bay había albergado sin saberlo un cementerio con 140 cuerpos de arrantzales. Todos ellos zarparon de puertos como el de Pasaia y nunca más regresaron a sus casas. Naufragios, accidentes y enfermedades que les sobrevinieron en aquella tierra extraña pusieron fin a una existencia de la que ya no quedan ni siquiera sus nombres escritos en una lápida.
El hallazgo de aquel camposanto oculto se convirtió para los especialistas de la mencionada entidad, considerados como auténticos forenses de la moda por sus investigaciones y fieles recreaciones de atuendos antiguos, en una oportunidad que prometía desvelarles un capítulo inédito de la historia del mundo textil. Había llegado el momento de descubrir cómo vestían los hombres que, navegando durante meses por el océano, desafiaban tormentas en alta mar, el ataque de piratas y la fuerza de los mamíferos marinos a los que capturaban.
Junto a sus cadáveres, que habían permanecido cerca de 500 años enterrados bajo tierra, se encontraron restos de prendas, en su mayoría de abrigo. Trozos de una manga, lo que parecía parte de una boina tejida, una costura… Se trataba de auténticas piezas de un rompecabezas al que había que dar solución. Un equipo de investigadores, encabezado por Jane Malcolm-Davies y Ninya Mikhaila, hizo del sótano de la Universidad Memorial de Terranova su centro de operaciones, el lugar en el que analizar cada prueba del hallazgo con los últimos avances tecnológicos y la precisión que se emplea para resolver un crimen.
Permanecieron durante una semana tomando centenares de fotografías y analizando con ayuda de un microscopio los tejidos que se habían conservado. El «trabajo duro», como manifiestan los miembros de The Tudor Tailor, comenzaría, sin embargo, a la vuelta a su país de origen, donde trataron de «dar sentido a todo» aquello que habían estudiado. En la búsqueda de soluciones, viajarían un año más tarde a Euskadi, donde mantendrían una reunión con Xabier Agote, presidente de Albaola y artífice del proyecto de construcción de la réplica el San Juan, el galeón hundido en Red Bay, en las inmediaciones de aquellas tumbas que comenzaban a relatar una historia jamás contada.
El encuentro resultaría «providencial». Así lo recuerda Agote. No sólo se unían dos perspectivas de un mismo relato, el protagonizado por los vascos que cerca de cinco siglos atrás eran la primera potencia mundial en la caza de ballenas, sino que también daba lugar a una nueva aventura. Aquel mismo día decidían que, cuando las investigaciones de esa suerte de forenses británicos concluyeran, recrearían las vestimentas de los arrantzales del siglo XVI. Esas creaciones serán las que vista la tripulación del nuevo San Juan cuando ponga rumbo a Canadá, como hiciera el barco original.
El Balenciaga del siglo XVI
Su alianza permitía saber de la existencia de un personaje clave, hasta entonces desconocido. «Cuando los investigadores me dijeron que era un honor estar en la tierra de Juan de Alcega, no supe qué responderles. Nunca había oído hablar de él», recuerda el responsable de Albaola. Fue así como recuperaron del olvido a un sastre de fama internacional. Nacido en Hernani, Alcega desarrolló su trabajo en Madrid, en la corte. Pero su principal aportación fue la redacción del primer tratado publicado en Europa en 1580, el titulado 'Libro de geometría, práctica y traça, el qual trata de lo tocante al officio de sastre'.
The Tudor Tailor ha confeccionado un prototipo del atuendo que vestían los balleneros
El lino y la lana son la base de la vestimenta, a la que se sumarían otras prendas «de agua», en cuero
Si sus creaciones le convirtieron en una especie de Balenciaga del siglo XVI, aquella publicación lo catapultó al éxito por la difusión de los conocimientos científicos que implicaba. Alcega desarrolló un método racional de corte para aprovechar las telas de la forma más eficaz. En el millar de páginas del libro se incluían patrones, tablas y cálculos aritméticos. Supuso una revolución. «Era consciente de que los paños eran muy caros y su método permitía calcular lo que necesitaría sin quedarse corto. Fue un visionario que se convirtió en un referente mundial», señala Agote.
Los miembros de The Tudor Tailor idearán los trajes que los marineros del San Juan portarán. Para ello, se basan tanto en los hallazgos de las tumbas de los balleneros como en los conocimientos extraídos del tratado del sastre que dio nombre a su misión: Juan de Alcega Project. El primer prototipo de vestimenta es ya una realidad. Confeccionado en el Reino Unido, se muestra estos días al público en el Museo Marítimo Vasco de Donostia. Es la estrella de una exposición que recrea el universo del sastre hernaniarra.
Las piezas del puzzle se han ido hilando hasta dar como resultado un traje compuesto por una camisola, chaleco, casaca, medias, chaqueta, gorro y pantalón. Las prendas son cerradas, sin abotonaduras, pero con aberturas en el cuello que se cruzan, unas hacia adelante, otras hacia detrás, para mantenerlo protegido. La lana y el lino son los materiales empleados en su confección. A estos se suma el cuero de los zapatos, que ha sido más fácil reproducir, dado que los originales se conservaron en buen estado. «La forma en que están cosidos recuerda a las alpargatas», indica Xabier Alberdi, director del museo, mostrando la réplica de los zapatos.
«La equipación se completaba con un traje de agua, consistente en un gran capuchón, pantalón, una especie de katiuskas y mandil, todo en cuero. No se han conservado. Lo más probable es que no fueran enterrados con ellos porque otros los tomarían para utilizarlos. Su ropa era fundamental para que los vascos fueran los mejores pescadores», sostiene Alberdi, quien basa su hipótesis en un dibujo existente en la Biblioteca Nacional de Francia. Con estas prendas zarpará algún día la tripulación del nuevo San Juan. La historia volverá entonces a repetirse.
El sastre que se ganó la enemistad de su gremio
Juan de Alcega vistió a algunos de los personajes que ostentaban más poder de la España del siglo XVI. Fue también el responsable de que esa moda creada en la Península Ibérica para las familias acaudaladas se extendiera por el resto de Europa, como resultado de su tratado de sastrería, el primero que vio la luz en el mundo.
La publicación de aquel libro, cuyo facsímil puede contemplarse en el Museo Marítimo Vasco, estuvo rodeada de una importante polémica. El gremio de sastres trató de impedir su edición denunciando a Alcega. «Querían que los conocimientos se mantuvieran dentro de la profesión como secretos, pero él los desveló públicamente», señala Xabier Alberdi.
El pleito judicial se cerró con la victoria del hernaniarra, que contó con el apoyo de autoridades como el secretario de las Indias y de Guerra de Felipe II, y compañeros de oficio como los sastres del duque de Alba y de la princesa María Manuela de Portugal.
«Alcega era un hombre del Renacimiento. Perseguía la excelencia, que se lograra la mayor calidad de los trajes. Su libro tuvo tanto éxito que contó con dos ediciones -a la de 1580, le siguió otra en 1589-, algo casi inaudito en su época. Sus saberes seguían utilizándose a mediados del XVIII en Alemania», apunta Alberdi. The Tudor Tailor los trae de nuevo a la actualidad.
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