Antonio Aretxabala | Geólogo
«El suelo de Donostia es como un flan, un foco repetidor de terremotos»La ciudad no presenta una actividad sísmica significativa pero destaca «su configuración como zona de amplificación» de seísmos que se producen fuera de Gipuzkoa
El geólogo e investigador Antonio Aretxabala explicará hoy, en una charla en el Club Náutico de San Sebastián, la peculiaridad geológica del área metropolitana de ... Donostialdea para que terremotos tan lejanos como el de Pamplona (1903), Arette (1967) o Lizoain (2020), «que ni siquiera se sintieron en la mayor parte del territorio, impactaran con asombrosa intensidad» en suelo donostiarra.
-¿Cómo es el suelo de San Sebastián?
– Toda la zona metropolitana de Donostia tiene una configuración muy peculiar desde el punto de vista geológico, capaz de convertir su subsuelo en un foco repetidor de terremotos más o menos lejanos. Yo digo que el suelo de Donostia es como un flan. En mis charlas, pongo un libro y una caja de cerillas de pie y, al otro lado, un flan y otra caja de cerillas encima. El primer ejemplo simularía un edificio que está encima de una roca y el segundo, un edificio que está encima de un suelo como el de San Sebastián. Al dar un golpe en la mesa, la primera caja de cerillas no se cae y la otra está vibrando un buen rato.
-¿Qué explica ese efecto?
– Donostia tiene una configuración de frontón sísmico que hace que reboten las ondas y cojan una fuerza especial, por eso todos los terremotos que se han dado fuera de territorio guipuzcoano han tenido un impacto muy fuerte.
- ¿Y siendo Gipuzkoa el epicentro?
– No, si miras los terremotos históricos en territorio guipuzcoano no te encuentras nada más que alguno ocurrido en los años 80 y 90, pero ninguno llega a magnitud 4. Esto es, los terremotos con foco en Gipuzkoa siempre han sido muy pequeños. Además, aquí los temblores no son muy fuertes; no estamos hablando de Chile o Japón.
«El terremoto de Pamplona de 1903 recoge testimonios de cristales rotos y grietas en las casas en Donostia»
-¿Ese efecto amplificador se está acrecentando con el paso de los años?
– No está cambiando. Es una configuración natural, es así como se formó y no es nuevo. En el año 1931, Alfonso Rey Pastor describió por primera vez el fenómeno. Fue a estudiar un terremoto de magnitud 5,8 que se produjo en Huesca, el 10 de julio de 1923. Tuvieron que parar los sanfermines porque el impacto que tuvo en la ciudad de Pamplona fue tremendo. Pero lo curioso es que por el camino que atraviesan las ondas, en Lekunberri por ejemplo, poca gente lo había sentido, excepto en San Sebastián. En 1929 hubo otro terremoto en La Rioja de 5,1 y también se sintió en Donostia de forma muy fuerte, al igual que el de Arette en 1967. Se llegó a la conclusión de que San Sebastián tenía una configuración especial como de foco de repetición o zona de amplificación.
- ¿Qué más dicen los archivos?
– Miré la hemeroteca previa a 1923 y encontré que el terremoto de Pamplona, de 1903, recoge también una cantidad de testimonios con cristales rotos, grietas en las casas y gente muy asustada en San Sebastián. Y al llegar el año 2004, con los terremotos que fueron provocados en el entorno del embalse de Itoitz pasó lo mismo.
«Ahora tenemos mucha más información de los terremotos y la instrumentación también ha mejorado»
- Siendo Navarra la segunda zona de mayor sismicidad de la península y viendo los pocos kilómetros que nos separan, ¿estamos en peligro?
– No, no. La sismicidad es un fenómeno natural, como la lluvia, la nieve, las inundaciones... Terremotos habrá siempre y estos impactos en la ciudad, también. Tanto en Navarra como en Gipuzkoa la normativa de construcción se cumple a rajatabla y las casas están muy bien construidas. No obstante, por lo que hemos detectado, San Sebastián muestra que terremotos con una relativamente pequeña magnitud pueden acarrear consecuencias mayores. No se trata de alarmar, pero sí de estar prevenidos y al menos conocer a fondo el terreno sobre el que se vive, su distribución, dinámica y riesgos potenciales que encierra.
- ¿Cree que cada vez hay más terremotos o es que nos llegan más noticias al respecto?
– Lo segundo, sin duda. Si haces un seguimiento de los terremotos de escala mayor de 5 que se llevan registrando desde hace décadas, no ha variado. Sí que hay momentos pico, como el año 2011 con todas las réplicas del terremoto Fukushima, pero en general hay los mismos.
- ¿Fue el terremoto de Lorca en 2011 el punto de inflexión?
– Las imágenes dieron la vuelta al mundo y la gente empezó a darse cuenta de que existe una cosa que se llama sismicidad. Además, ahora tenemos mucha más información de los terremotos por debajo de escala 2-3, están más controlados y nuestra instrumentación ha mejorado mucho. Dicho esto, los últimos terremotos de Turquía y Siria, que liberaron en un par de minutos una energía comparable a casi 15.000 terremotos como el de Lorca, nos han hecho reflexionar sobre cómo, dónde y con qué construimos nuestras ciudades.
«La vegetación de la cornisa cantábrica no está preparada ni adaptada a un clima con tantos extremos»
- ¿Se sienten todos los terremotos?
– Hay un umbral. Creemos que es a partir de 2,5, aunque depende también de una serie de parámetros. No es lo mismo que se produzca un terremoto de escala 6 en mitad del océano, que no se va a enterar nadie, a que se produzca uno de escala 3 debajo del Club Náutico de San Sebastián.
-¿Qué efectos va a tener el cambio climático en la cornisa cantábrica?
– Va a afectar al planeta al completo y en la cornisa cantábrica va a reducir la lluvia en torno a un 15-20% y se van a producir muchos más eventos extremos con inundaciones más fuertes, que es lo que estamos viendo ya. Además, tenemos el problema de la adaptación de la biodiversidad. Estamos en una situación bastante vulnerable en el norte, desde Vigo hasta Irun. Se supone que aquí tenemos lluvia de sobra pero ha habido épocas de sequía muy fuertes y la vegetación no está preparada ni adaptada a un clima con extremos. Nosotros hemos tenido durante miles de años un clima muy estable y el cambio climático va a estresar mucho a la vegetación. Y esto tiene que ver con las cadenas alimenticias y con la forma de trabajar en sectores como la agricultura o la ganadería.
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