Un tercio de los incendios forestales en Gipuzkoa son intencionados
En los últimos veinte años se han producido 801 siniestros, de los que 224 son delictivos y 422 por negligencias o causas accidentales
El incendio que este fin de semana ha arrasado más de 1.800 hectáreas en Gipuzkoa, Navarra e Iparralde ha dejado a su paso ... un rastro de destrucción que desde hacía años no se conocía. En tan solo 24 horas han ardido en territorio guipuzcoano más árboles y vegetación que en el último lustro. El fuego del pasado fin de semana quemó 400 hectáreas, el doble que las 198 que ardieron en los 130 incendios registrados en Gipuzkoa entre 2016 y 2020, según los datos de la Dirección de Montes y Medio Natural de la Diputación de Gipuzkoa.
«Este incendio no ha sido normal, es de los grandes», afirma Iñaki Azanza, técnico del servicio foral de Montes de la Diputación de Gipuzkoa. Para situar en su contexto la magnitud del fuego al que el sábado y el domingo se tuvieron que enfrentar bomberos, voluntarios y efectivos de la UME, no hay más que recordar que el año pasado el incendio más grande en Gipuzkoa se registro en Elgoibar y ardieron 20 hectáreas. El año anterior, el siniestro de mayor magnitud tuvo lugar en Aralar y se quemaron 37 hectáreas.
Hay que remontarse a 2010 para encontrar en nuestro territorio un incendio tan devastador como el de este fin de semana. El 28 de febrero de ese año ardieron 500 hectáreas en Jaizkibel. Ese día había temporal de viento, como el que el pasado sábado se convirtió en una autopista por la que se extendió el fuego.
Los primeros meses del año son los más proclives a que se produzcan incendios en el País Vasco. «Es la peor época. El viento sur sopla con más frecuencia y es seco y de alta velocidad. Estos vientos secan la capa vegetal superficial con una facilidad tremenda y esa capa es la que hace de transmisor del fuego», dice Azanza. Además, son meses en los que en el monte «hay un uso del fuego mayor que en otras épocas del año» para preparar los pastos con vistas a la inminente primavera.
«Todos los incendios se investigan, pero con los intencionados es muy difícil atrapar al autor»
iñaki azanza, técnico de montes
En los últimos veinte años se han registrado en Gipuzkoa 801 incendios. De ellos, 422 se han debido a negligencias o causas accidentales y 224, un tercio, han sido intencionados. En la primera categoría destacan los trabajos forestales (115 siniestros), la quema para pastos (71) o las líneas eléctricas (70). «Tras un aprovechamiento de la madera, una de las maneras de eliminar los restos de la corta es quemarlos», explica Azanza. «Es una práctica que no está prohibida y que debe notificarse a la Diputación pero que se encuentra en retroceso. La Administración lleva mucho tiempo sin hacerlo, ahora se recogen los restos en filas y se deja que se pudran. Siempre hay alguien que utiliza el fuego aunque cada vez son menos», afirma el técnico foral.
Quema de pastos
La quema de pastos es la segunda causa de incendios por negligencias. Es una práctica con la que se busca regenerar el suelo para que después crezca pasto verde pero que debe llevarse a cabo en situaciones controladas y previo aviso a la Diputación. Hay que pedir una autorización de quema que está condicionada, entre otros requisitos, a que no haya viento sur, que no se haga en domingo o festivos y que se apague el fuego antes de que anochezca. Pese a todas las precauciones, hay veces en las que las llamas parecen cobrar vida propia. «Suele ser exceso de confianza. Empiezan a quemar, se creen que lo tienen todo controlado, viene una ráfaga y se les descontrola».
Las líneas eléctricas son también la causa de un buen número de incendios. En días de viento puede ocurrir que las ramas altas de un árbol medio seco se rompan, caigan sobre una conducción eléctrica y la rompan. O basta con que la rama caída se quede encima y arda con las chispas de los cables al chocar entre si por culpa del viento, o que esas chispas caigan sobre el matorral o pasto del suelo y comience a arder.
Por un lado está la climatología. Por otro, la vegetación aún seca en la que aún no han comenzado a crecer los brotes de la primavera. Y a veces se encuentra la mano humana, los que prenden fuego al monte por algo más que por una negligencia. «Es un mundo. Pueden ser pirómanos o gente que quema pastos sin autorización. Algunos saben crear incendios. Aprovechan días de viento sur y se van de noche a lugares apartados para provocar el fuego. En nuestro servicio de montes hay guardas forestales que investigan cada incendio y si ven delito se envía el caso a la fiscalía de Medio Ambiente. Todos los incendios son investigados y cuando hay negligencias en la mayor parte de los casos se sabe quién ha sido, pero con los intencionados es muy complicado atraparlos», dice Azanza.
Superficie pequeña
La mayor arte de los incendios que se producen en Gipuzkoa no afectan a una gran extensión de terreno. «La superficie suele ser pequeña. El 80% no pasa de las tres hectáreas», explica Azanza. Según los datos de la Diputación, en los últimos veinte años el 60,4% de los incendios han quemado menos de una hectárea y el 19,9% han afectado a extensiones de entre una y tres hectáreas. Solo el 0,2% han arrasado más de 250.
El año en el que se produjeron más incendios en Gipuzkoa fue 2002, con 89 fuegos y 1.155 hectáreas quemadas. El que menos fue 2018, en el que se registraron tan solo once siniestros y 10,70 hectáreas dañadas. «Ese año llovió muchísimo por esta época, por eso hubo tan pocos», afirma Azanza.
Una media de 40 siniestros al año en los montes guipuzcoanos
En los últimos dos años se ha producido un incremento del número de incendios reflejados en las estadísticas de la Diputación de Gipuzkoa. En 2019 hubo 39 y el año siguiente 42, lo que sitúa al territorio a niveles de 2011, cuando se registraron 43. Iñaki Azanza explica que este aumento no se debe a una mayor siniestralidad. «Cada vez controlamos más el número de incendios que hay». «Hace años no se contabilizaban los más pequeños, pero ahora se considera como incendio forestal cualquier siniestro en el que hayamos tenido que intervenir. La media se sitúa entre los 40 al año», añade.
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