«Se está promoviendo el odio en la sociedad y eso es muy peligroso»
Participó este jueves en el curso de verano de la UPV/EHU 'Las relaciones emocionales en la era digital', que concluye este viernes en el Palacio de Miramar
La psiquiatra Rosa María Martínez García intervino este jueves en el curso de verano de la UPV/EHU 'Las relaciones emocionales en la era digital', con una charla en la que habló de las relaciones virtuales y las emociones reales en tiempos de redes sociales e inteligencia artificial.
–¿Relación virtual y emoción real son compatibles?
–¿Usted piensa que podría tener sentimientos desde la distancia hacia su pareja que de pronto se ha trasladado a vivir a Estados Unidos?
«La imagen que se muestra desde las redes es un mundo ideal bastante alejado de la vida cotidiana»
–Creo que sí.
–Sobre todo en los siglos XVII y XVIII, la literatura está llena de relaciones epistolares en las que la gente se mantenía en contacto y había noviazgo a través de una carta. Eso generaba sentimientos o la sensación de amor platónico en la que hay una conexión más en lo profundo, sin tener en cuenta tanto lo físico. Uno puede desarrollar emociones, uno proyecta, tiene su amor romántico en el que coloca y proyecta lo ideal en la otra persona. La cuestión es que te devuelvan esos sentimientos.
–¿Cómo se traslada esto a las redes sociales?
–Una persona puede sentir, pero en una red social hay otra persona, un personaje más bien, porque lo que te encuentras al otro lado la mayor parte de las veces son personajes construidos para mostrar la mejor imagen de sí mismos, que no tiene que ver con lo real.
–¿Se engaña mucho con las imágenes en las relaciones en internet?
–Se acaba produciendo una situación en la que lo que muestra uno es la imagen de lo que quiere ser. Eso en la vida real es muy difícil de sostener. Tú puedes de alguna manera intentar simular algo, pero es bastante difícil sostenerlo si estamos en el día y en el cara a cara. A través de la red vas a subir todo aquello que te apetezca, con lo cual habrá un sesgo enorme. Tu vida puede ser maravillosa porque estás mostrando el rincón bonito y no otro, estás construyendo un personaje que muchas veces no tiene nada que ver con la persona real que lo sustenta.
–¿En internet mostramos la vida que nos gustaría vivir?
–La imagen que se muestra desde las redes es un mundo ideal bastante alejado de la vida cotidiana.
–¿Hay mucha gente enamorada de una inteligencia artificial?
–Cada vez más vamos a ir hacia un mundo en el que las inteligencias artificiales, también en el mundo de las relaciones sentimentales, van a estar muy presentes. En relaciones sentimentales las inteligencias artificiales están diseñadas para decir que eres estupendo, para satisfacer todos tus deseos sin ningún tipo de crítica ni de cuestionamiento. Están disponibles 24 horas al día, van a anticipar tus deseos, van a hablar contigo de lo que te interesa. Pueden hacerte sentir que realmente se ocupan y se interesan por ti. Esto es un error porque es un algoritmo, pero están diseñadas de manera que simulan y engañan a la persona, no porque ellas quieran engañar, sino porque uno se autoengaña.
«Ya hay quien prefiere el amor de una inteligencia artificial al de un ser real»
–¿Y sigue adelante con la ficción?
–Hay personas que pese a saber que no es real se sienten muy bien, les da consuelo y no se sienten solos. Ese mundo virtual también puede servir para explorar, sin situaciones de riesgo, determinadas cosas de mi sexualidad o de mi orientación. Puede ser una especie de campo de entrenamiento seguro para algunas personas que tienen dificultades.
–¿Hay quien prefiere el amor de una inteligencia artificial al amor de un ser real?
–Parece que eso está ocurriendo porque no hay riesgo, no hay confrontación, es inmediato, uno no se siente vulnerable y puede desconectar cuando quiera. Las relaciones y las emociones humanas son enormemente ricas y son insustituibles por una máquina, pero sí que de alguna forma van a estar cada vez más presentes y para algunas personas es suficiente.
–La otra cara del amor en las redes son los mensajes de odio, cada vez más frecuentes.
–Desde el anonimato y una cierta protección, las redes sociales destapan emociones muy primitivas que se habían ido superando. Esa especie de linchamiento, de saltar por encima del respeto a los demás, incluso por encima de la ley, ese derecho a juzgar, esa posibilidad de agredir a los demás, de entrar en una campaña de acoso y derribo que es absolutamente demoledora porque además es masiva y que tú difícilmente puedes evitar y difícilmente vas a poder eliminar el rastro porque ha quedado ahí... Eso me parece terrible.
–¿Qué le lleva a alguien a insultar en las redes a un desconocido?
–No es algo tan incomprensible. ¿Qué lleva a una persona con la que estás charlando en el trabajo y con la que puedes discrepar a ponerse como un energúmeno en el semáforo cuando se sube a su coche?
–¿Por qué lo hace?
–Eso lo hemos visto siempre. De alguna manera esa persona saca esa parte de frustración que tiene. Proyecto mi propia rabia, mi malestar y mi ira, y me convierto en un adalid de lo correcto. Puede haber muchas emociones, pero generalmente se trata de frustración. Uno siente que si critica está en una posición de poder, tampoco el otro me importa, mi opinión es la primordial y tengo dificultad para poder empatizar. Si no hay empatía y no te puedes colocar en el lugar del otro, puedes soltar toda la agresión y toda la ira, y además mi criterio es el único porque no soy capaz de poder plantear que hay otras personas y otros puntos de vista.
«Desde el anonimato y una cierta protección, las redes destapan emociones primitivas que se habían ido superando»
–El asesinato de un niño en Mocejón ha provocado un aluvión de mensajes de odio en las redes sociales. ¿Le ha sorprendido?
–En este caso ha ocurrido algo terrible que genera muchísimo miedo y muchísima angustia. La defensa contra el miedo es sacar la agresividad. Cuando algo te conmueve profundamente, te toca y te hace sentir muy vulnerable, una manera de defenderte es sacar la rabia, es como rugir y además en grupo.
–¿El odio es contagioso?
–Las emociones son contagiosas, la ira es contagiosa, el odio es contagioso y también la alegría y la risa. Las emociones se contagian, el problema es que lo hagan las malas.
–¿Si nos comportáramos en la calle como lo hacemos en las redes sociales, qué sería de nosotros?
–Es algo que ya está ocurriendo. La convivencia social se deteriora profundamente, hay una falta de respeto y confrontación Se está promoviendo la ira, el odio, la idea de que el que no está conmigo está enfrente de mí, me vinculo con los que son afines y los otros son mis contrarios, y eso es muy peligroso. No hay un intento de entendimiento, de negociación, sino de quién vence, y eso implica luchar. Cada vez se está polarizando más la emoción en la sociedad.
–La Fiscalía va a proponer acabar con el anonimato en las redes para luchar contra el delito de odio. ¿Cree que esto puede ser efectivo?
–Hay determinadas circunstancias en las que el anonimato hace que uno se sienta protegido y desde ahí no haya límite. Si no hubiera un límite de velocidad de 120 en la autopista y mi coche va a 180, a lo mejor lo que me frena es una multa.
Imágenes de un mundo feliz, pero menos
Ante un internet repleto de imágenes de familias felices, Rosa María Martínez advierte sobre las consecuencias de «un distanciamiento de la realidad. «Todos están guapos y contentos. Viven las cosas a través de lo que muestran, no las sienten. Están en un restaurante y lo primero que hacen es la foto del plato, pero no es que estén comiendo algo en Arzak, es que es la foto de un pintxo de tortilla. En el fondo no es tanto que te comas el pintxo con tu amigo, es que alguien tiene que ver que estás en ese sitio tomando un pintxo. Esta desconexión de la vivencia provoca un cierto aislamiento», dice.