A Polina le sienta bien Euskadi
Los 192 niños de Chernobil regresan a casa tras un verano de acogida
PAULA SOROETA
SAN SEBASTIÁN.
Martes, 28 de agosto 2018, 06:34
Polina Maltseva tiene siete años y llegó a Altsasu hace dos meses desde Orane (Ucrania) como parte del programa de acogida de la asociación Chernobil elkartea, cuyo objetivo es mejorar la salud de los niños que quedaron afectados por el desastre nuclear de Chernobil. Este es el primer verano de la pequeña con una familia de acogida en Euskadi y Navarra, una experiencia muy beneficiosa, ya que la menor vino con problemas dentales y bastante delgada. Hoy, al igual que los otros 192 niños que llegaron en junio, vuelve a casa.
La experiencia no ha sido solo nueva para Polina, también para sus padres de acogida Xabier Echaniz y Ainara Artaza, una pareja de Altsasu sin hijos que el año pasado se animó a dar el paso de acoger a uno de los niños que llegan a Euskadi y Navarra con la asociación. Una decisión que aseguran no fue nada fácil y que meditaron bastante.
«Teníamos en mente realizar una acogida, así que el año pasado nos pusimos en contacto con la asociación. Al principio nos surgieron muchas dudas porque nosotros no somos padres, pero ellos nos guiaron y decidimos seguir adelante. Creíamos que podíamos ayudar a un niño, además algunos amigos nuestros ya habían vivido la experiencia y todo lo que nos llegaba eran buenas palabras», cuenta Xabier Echaniz.
El obstáculo del idioma
Además, Echaniz confiesa que antes de la llegada de Polina a su casa sintieron un poco de «miedo, porque al final es una niña muy pequeña y piensas que igual te rechaza o no te quiere hablar, aunque luego es todo muy positivo». Uno de los hándicaps con los que se topan las familias de acogida es el idioma, un aspecto en el que la asociación es muy cuidadosa ya que aporta a cada familia un diccionario para que se pueda comunicar con el menor, una ayuda que es sobre todo imprescindible las primeras semanas. Además, otro de los aspectos en los que esta pareja se ha sentido respaldada es que la asociación asigna a cada familia nueva una veterana para que les pueda orientar ante cualquier duda o dificultad. «También le ayuda mucho a ella ya que al escuchar la experiencia de otro niño se queda mucho más tranquila», explican.
Las primeras semanas tuvieron que hablarle a través de gestos. «Te comunicas con ella mediante un poco de mímica y de teatro», explica la pareja. No obstante, Xabier y Ainara han enseñado a Polina a hablar en euskera. «Le apuntamos a los colonias de Altsasu, y al final con lo que iba hablando con los demás niños y con lo que le decíamos nosotros ha ido aprendiendo el idioma. Al principio estaba más calladita, pero a partir de la cuarta semana ya se empezó a soltar y no había quien la callara, además ella es una niña muy inquieta», afirman entre risas. Para facilitar su adaptación y poder tener una comunicación más fluida Polina ha mantenido además contacto con sus padres a través de Whatsapp.
«Al principio cuesta que la niña se adapte, después se acaba convirtiendo en la alegría de la casa»
En los dos meses que Polina ha estado en Altsasu Xabier y Ainara han tenido que adaptar su vida a sus necesidades y dejar de lado su rutina como pareja sin hijos. «Le encanta ir a la piscina, yo no había pisado la piscina de Altsasu hasta ahora, pero tienes que adaptarte a lo que ella quiere y necesita», cuentan. La pequeña ha agradecido cada gesto de su familia de acogida, hasta el más banal. «Lo que para nosotros puede ser algo muy simple como ir a tomar un helado para ella es algo súper grande y su agradecimiento se multiplica por ocho», señalan.
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La estancia de Polina aquí no ha sido solo positiva para la niña, sino también para está pareja que tras su primera experiencia está decidida a volver a acoger a Polina en Altsasu. «Te aporta mucha alegría, y te enseña a ver la vida a través desde su perspectiva». Este verano ha sido tan especial para ellos que recomiendan a todas las familias que estén pensando en convertirse en una familia de acogida en que den un paso adelante. «Me llama la atención que mucha gente me dice que está pensando en acoger a un niño. Mi consejo es que se pongan en contacto con la asociación que les asesorará y resolverá cualquier duda que tengan», afirma Xabier.
Además de la historia de Polina hay muchas otras del resto de niños de Chernobil elkartea se despidieron en el Ayuntamiento de San Sebastián. Como la de Nastya, una niña de 10 años que ha pasado el verano en Gipuzkoa por cuarta vez y que no podía ocultar su felicidad. «Aquí me lo paso muy bien, y me gustaría que mis amigos pudieran venir alguna vez». Muchas familias les estarán esperando dentro de un año.