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Las diez noticias clave de la jornada
Aitor Garmendia señala el cartel en el que avisa de que los clientes del bar no pueden usar los bancos de la acera para sentarse. Michelena

«Bareros y policías, ¡lo que nos faltaba!»

Los bares de Gipuzkoa temen nuevas restricciones y piden responsabilidad a los clientes para evitar riesgo de contagios

Estrella Vallejo

San Sebastián

Domingo, 19 de julio 2020, 07:41

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Ya decía Oscar Wilde que es mejor que hablen de uno aunque sea mal, pero quizás la hostelería guipuzcoana preferiría pasar desapercibida una temporada, en lugar de seguir en el centro del debate en esta crisis sanitaria. Ya estuvo en el punto de mira al inicio de la pandemia, por ser uno de los sectores más perjudicados al verse obligado a detener en seco su actividad. Y lo sigue estando ahora, al haberse convertido en escenario, «que no en foco», de una serie de rebrotes que conceden a Gipuzkoa el título honorífico de ser el territorio vasco que alberga más de la mitad de los contagios de Euskadi, y donde casi una decena de bares ya han tenido que echar la persiana temporalmente por el positivo en Covid-19 de alguno de sus trabajadores.

Quienes están tras la barra sienten el riesgo al que están expuestos cada vez que cruza la puerta un cliente que no cumple con las medidas de higiene y contención del virus, y por eso apelan a la «responsabilidad individual». Recuerdan que además de su labor habitual, ahora cuentan con el plus de tener que garantizar las medidas de higiene pertinentes, por lo que esa llamada al sentido común no es únicamente para evitar ser ellos mismos los que sigan engordando la lista de afectados, sino también para que nuevos brotes les obliguen a adoptar medidas más restrictivas a su actividad, como ya sucede en Ordizia, Tolosa, Zarautz y Eibar, donde el aforo se ha vuelto a reducir al 50% y el horario de apertura no puede excederse de las 23.30 horas.

Algo más laxas, por ahora, son las medidas para el conjunto de la hostelería vasca, aunque la consejera de Salud, Nekane Murga, advirtió ayer de que no descarta extender las restricciones al conjunto del sector si los contagios siguen al alza. Por el momento, solo podrán reunirse un máximo de 10 personas alrededor de una mesa, y la mascarilla será obligatoria, salvo «en el momento de la ingesta de alimentos o bebidas». Ante la ambigüedad del texto, la consejera aclaró que si se comparte mesa con personas no convivientes, el cliente deberá ponerse y retirarse el protector respiratorio en cada trago o ingesta.

Al acecho del cliente

Con órdenes que se actualizan con frecuencia, una carga de trabajo intensificada y la amenaza del coronavirus pululando por el ambiente, «lo que no podemos es estar pendientes de atender, de que cada cliente lleve la mascarilla y encima la lleve bien, que no mueva la mesa de la terraza...», enumera Aitor Garmendia, de la Taska de Gros. En su caso, cuando la terraza está al completo, los clientes usan los bancos de la calle peatonal en la que está ubicado, una práctica que queda prohibida en esta 'nueva normalidad', como ya advierte un cartel que tiene pegado en la puerta del local. «Ya me cuesta controlar lo que ocurre en el bar como para encima estar pendiente de los que se sientan fuera de la terraza. Bareros y policías, ¡ya lo que nos faltaba!», exclama.

Iñaki Unzueta en el Be Club, donde la mascarilla es obligatoria desde el inicio. Usoz

La obligatoriedad del uso de la mascarilla no cambiará mucho para los clientes del Bar Be Club -antiguo Be Bop- de Iñaki Unzueta, ya que desde que abrió lo puso como requisito innegociable. «Hemos sido muy cuidadosos, nos tomamos la temperatura a diario, el portero va dejando entrar a la gente y se les acomoda en el interior. De hecho, hay más aglomeración fuera que dentro. Por esa parte estoy tranquilo, pero me toca mucho las narices la gente irresponsable», critica en referencia a los contagios de las últimas semanas.

Ahora bien, Juantxo Revilla, gerente de CEI Servicios de Prevención, advierte de que las sanciones administrativas a los establecimientos no tienen por qué ir asociadas a un positivo en Covid, sino que «todo local que no cuente con un plan de contingencia en marcha es susceptible de ser sancionado». Por el momento, no le consta ninguna multa y valora positivamente el comportamiento del sector en su conjunto, así como «la coordinación del servicio de prevención de riesgos laborales con Osakide-tza en los positivos por coronavirus asociados a establecimientos».

Agotados

En este sentido, considera que se está «criminalizando al sector de forma injusta. La hostelería no es el paciente cero, son los actos sociales los que provocan esas situaciones». Kino Martínez, secretario general de la Asociación de Hostelería de Gipuzkoa, lamenta igualmente que se esté «estigmatizando» al sector «como si los bares fueran el foco de los contagios» y considera que «hemos perdido cuatro meses muy valiosos para concienciar a los jóvenes de la importancia de cumplir con la distancia. Ahora hacer pedagogía es fundamental». Y así se lo están transmitiendo a los establecimientos asociados, para que en la medida de lo posible se les insista a los clientes que «respeten las recomendaciones».

Igor Tejada y Jadira Torres, en el Bar Desira de Errenteria. Arizmendi

El problema, en la práctica, es que «hay gente que se lo toma bien, pero otros que no tanto», coinciden los hosteleros consultados. «Y en ocasiones, entre la mascarilla, que hay que hablar alto para que te escuchen, que no te ven la expresión de la cara y parece que estás cabreado... el cliente siente un hostigamiento que no es tal, y acabas agotado», comenta Fernando Tostado, responsable de barra del Paco Bueno.

A la situación actual ya de por sí compleja, a Igor Tejada del bar Desira de Errenteria se le presenta un reto de cara a la próxima semana, cuando en teoría deberían celebrarse las Madalenas -suspendidas de forma oficial, como todos los festejos este verano-. «Todos los bares vamos a cerrar y quitar las terrazas a las 01.00 horas para evitar problemas», comenta sobre un acuerdo al que han llegado los hosteleros con el Ayuntamiento.

Fernando Tostado pone un pintxo en la barra del Paco Bueno de la Parte Vieja donostiarra. Usoz

Aún se muestra reticente a abrir por las noches. Empezó hace dos fines de semana, y comenta que la limitación de aforos en otros locales ha atraído al suyo un público más joven. «A los de 18-22 años les cuesta cumplir las normas. Si les dices algo, alguno que va un poco pasado se enfada, y no quiero líos ni multas por incumplimiento. Suficiente hemos tenido ya», concluye con preocupación.

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