Ilusiones rotas para los niños de Chernóbil
La pandemia suspende las estancias de menores de Ucrania en Gipuzkoa. La asociación que cada año trae a estos críos está ayudando a las familias para «paliar el hecho de que no puedan venir»
paula soroeta
Lunes, 10 de agosto 2020, 05:48
Como cada año, Lide y su marido Dani esperaban ansiosos el verano para la llegada de Katya, una niña ucraniana de 12 años ... que desde hace cinco forma parte de su vida. Katya pertenece al grupo de niños que cada verano vienen de Chernóbil a Euskadi a pasar las vacaciones con familias de acogida. Esta vez, sin embargo, su ilusión se ha visto truncada por culpa del coronavirus, que ha provocado que los más de cien niños que pasan aquí el verano no puedan hacerlo. La noticia, aunque era predecible por la situación sanitaria, cayó como un jarro de agua fría en esta familia donostiarra. «Estábamos muy pendientes por lo que pudiera pasar. Teníamos mucha ilusión y aunque tienes la sospecha de que no va a poder ser, siempre crees que hay posibilidades. Fue bastante chasco porque nos lo anunciaron al final, cuando la situación ya había mejorado un poco y teníamos esperanzas», lamenta Lide.
Para esta familia, Katya ya es una más de la casa. Además, tenían muchas ganas de que compartiera este verano con Jare, su hija de dos años. «Nos hacía mucha ilusión que pasarán este verano juntas. Ya estuvieron las navidades pasadas y fue muy bonito. Katya estuvo muy atenta con Jare y lo disfrutaron un montón. Katya es una más de casa». La Covid ha hecho, si cabe, que la tecnología forme aún más parte de nuestra vida diaria y que se convierta en nuestra herramienta principal para mantenernos en contacto con nuestros seres queridos. Y en este caso no ha sido diferente. «Hablamos con ella por whatsapp y nos enviamos audios a diario», afirma.
«Teníamos muchas ganas de que Katya pasara este verano con nuestra hija Jare, nos da mucha pena que no venga»
Lide | Periodista
«Cuando nos enteramos de que no podía venir se lo comunicamos y nos dijo que le daba mucha pena», dice la donostiarra. Su relación con ella comenzó cuando todavía eran muy jóvenes, por lo que el cariño y el vínculo que tienen con la menor es infinito. «Katya vino a nuestra casa antes de que tuviéramos a nuestra hija, éramos una familia bastante joven y nos animamos. Conocí la asociación hace 20 años porque mi prima acogía a una niña. Siempre supe que yo también lo acabaría haciendo», recuerda.
Además, Lide cuenta emocionada que «nos manda muchos mensajes diciendo que nos quiere mucho y que nos va a echar mucho de menos. Los niños ucranianos no suelen ser muy cariñosos. Nos da mucha pena que no pueda venir», insiste.
Anna es otra de las niñas ucranianas que se ha quedado sin poder pasar su verano en Gipuzkoa. Llegó a la vida de Eunate y Fillipo hace tres años, cuando tenía ocho, y desde entonces ha pasado aquí todas sus vacaciones. No obstante, a pesar de que el coronavirus haya roto la posibilidad del reencuentro, seguirán en contacto con ella.
«Tenemos voluntarios en Ucrania que se dedican a hacer un seguimiento para controlar cualquier riesgo extremo de coronavirus»
Marian Izagirre | Presidenta Asociación Chernóbil
«Hablamos por teléfono, además tiene Instagram y todo, así que siempre podemos saber de ella», cuenta Eunate. El idioma suele ser una de las mayores trabas con las que se suelen encontrar tanto las familias como los niños cuando vienen, un handicap que a las semanas se acaba por romper. Este año, sin embargo, sí que será un pequeño inconveniente, para mantener una buena comunicación, pero no el suficiente como para no mantener el contacto. «A lo largo del año va perdiendo el idioma, luego cuando está aquí dos o tres semanas ya lo va recuperando. Por eso, no nos escribimos parrafadas pero sí que nos envía muchas fotos para que sepamos de ella».
Si hay alguien que va a echar mucho de menos a Anna son los cuatro hijos de Eunate, que son más pequeños que ella. «Este iba a ser el cuarto año que venía. Ya es como parte de nuestros veranos. Los niños nos preguntan. Cuando nos confinaron ya lo sospechábamos», recalca.
Además, esta situación ha hecho que desde la Asociación Chernóbil Elkartea pensaran en otro modo para que los niños recibieran la ayuda que reciben cada vez que vienen. Una ayuda que también están ofreciendo a aquellos niños que iban a volar a Gipuzkoa por primera vez. «Queremos paliar el hecho de que no puedan llegar este verano. Hemos mandado aproximadamente 14.000 euros en productos de primera necesidad», afirma Marian Izaguirre, voluntaria y presidenta de la asociación.
Comida y ropa son las necesidades básicas que cubren, una ayuda que para muchas familias supone un gran esfuerzo. «Van a notar mucho que los niños no puedan venir, al final es una boca más para alimentar y son personas muy necesitadas». Muchas de las familias de acogida tenían, desde hace tiempo, bolsas de ropa preparadas para cuando los menores vinieran. «Esa ropa también se la hemos enviado».
Además, no solo ayudan a aquellas familias que forman parte de la asociación. «Asistimos también a otras más necesitadas o vulnerables», y por eso recuerda que quien quiera aportar su granito de arena también tienen la opción de hacerlo. «Pueden ponerse en contacto con la asociación, hace un ingreso de la cantidad que quieran y enviar productos básicos de comida y de higiene una vez a la semana», mantiene.
La generosidad de la asociación no termina ahí. «Hay voluntarios que están aportando dinero para hacer pedidos a familias necesitadas. El coronavirus también ha golpeado Chernóbil, donde «el sistema sanitario es de pago y muchas familias no tienen acceso». Por eso, con el fin de hacer un rastreo de la pandemia allí «también hay voluntarios haciendo un seguimiento y advirtiendo de cualquier situación de riesgo extremo de coronavirus».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión