El San Fermín de los donostiarras
San Sebastián ·
Se escribía en la prensa local de 1919 que tal día como el de mañana, en la Estación del Norte se formaba un tren con ... 23 unidades, arrastrado por dos máquinas, completamente lleno de viajeros, y que «su número en ningún caso es inferior a ocho mil pues tan grande es la cantidad de personas que el 7 de julio desde San Sebastián se desplazan a Pamplona», siendo considerado el día como «medio fiesta» en la capital guipuzcoana.
La Sociedad Centro Navarro, más tarde 'Solar Navarro', se encargaba de coordinador los viajes y desde su local social, en la calle del Puyuelo, hoy Fermín Calbetón, a las siete de la mañana, coincidiendo con la hora del encierro, iniciaban su recorrido los 'Gaiteros de Estella' anunciando la festividad del santo.
El 7 de julio de 1931 más de 8.000 personas se desplazaban a Pamplona desde San Sebastián para los sanfermines
Durante la jornada, acudían a la donostiarra sede navarra rondallas y bandas de música que animaban la Parte Vieja, sin que hiciera falta mucho esfuerzo para que el vecindario se sumara a la fiesta. Los actos varían dependiendo del año que se consulte, y así, por ejemplo, repasando el año 1931, conocemos que, a las 9.30 de la mañana, salió la bandera desde el 'Solar Navarro', siendo portada por Ceferino Aranaz y escoltada por directivos, socios, autoridades y músicos, para dirigirse hasta el Buen Pastor donde se celebraría la misa solemne.
En esta ocasión oficiaron los sacerdotes navarros Saracibar, Carrere y Boneta, encargándose del panegírico el padre agustino de Lerín, Carmelo Cruz. Terminada la ceremonia tenía lugar una procesión, por las calles próximas a la iglesia, llevando en andas la imagen de San Fermín. Aquel 1931 llevaron al santo Benito Ganuza, Graciano Laborería, Ramón Labarda y Saturnino Osés (ver foto adjunta).
La Sociedad Centro Navarro, más tarde Solar Navarro, era la encargada de organizar los festejos en la calle Esterlines
Años hubo en los que la procesión fue sustituida por cohetes, chupinazos y kalejira con cabezudos y gigantones, y las iglesias de los Carmelitas o los Jesuitas sustituyendo a la del Buen Pastor, «predicando, siempre, un sacerdote navarro».
Cercano el mediodía, una jardinera (tranvía abierto) debidamente engalanada esperaba en la plaza de Gipuzkoa, para trasladar a todos hasta el Restaurant Odriozola, en los Campos Elíseos de Martutene, donde aquellos años acostumbraban celebrar el «almuerzo o banquete» para degustar «el menú servido por la acreditada cocina de Martín Romaguera».
Por proximidad y comodidad, algunos años se acudía al Restaurante 'La Concha', en la calle Blas de Lezo. También era frecuente que las autoridades locales se acercaran al lugar de la comida, «a la hora de la champaña», para pronunciar discursos de amistad entre donostiarras y pamplonicas.
Este año, el presidente del 'Solar Navarro', en su disertación, hizo resaltar que «por primera vez ha entrado la bandera republicana en la iglesia del Buen Pastor» y pidió a los navarros que, al pensar en las cadenas del escudo, las consideren como un lazo de unión y no como un símbolo de atadura, pues en este caso deberían de romperlas.
Aquellas primeras décadas de siglo hubo añadidos en el programa que incluían desde encierros con toros de mimbre y carreras, hasta suelta de conejos; no faltaban las visitas a enfermos y presos en la cárcel de Ondarreta, y al anochecido los bailables, tanto vespertinos como nocturnos, en torno a la Sociedad, «que eran diurnos hasta que, dadas las tantas de la noche, las ordenanzas municipales obligaban a celebrarlos en el interior del local». El bailoteo tenía lugar en la fachada que daba a la calle Esterlines, que lucía bombillas eléctricas y farolillos a la veneciana.
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