1925 | Los sombreros, ¿grandes o pequeños?
En la actualidad, los sombreros son prendas casi residuales, que sólo portan unas pocas personas y en ocasiones.
Durante décadas, sin embargo, cubrir la cabeza ... era costumbre general e irrenunciable, en ellas y en ellos. Y, como con la ropa, la moda dictaba cuándo se llevaban los sombreros de un tipo o de otro, especialmente los más cambiantes sombreros femeninos.
En el periódico 'La Voz de Guipúzcoa' de tal día como hoy, el 13 de noviembre de 1925, encontramos un artículo en forma de diálogo entre dos varones, firmado por Adán Echecalte. El tema, algo hoy inimaginable, la polémica por los sombreros de pequeño formato que entonces llevaban las jóvenes. Y, por extensión, la cuestión de si eran más o menos favorecedores los sombreros femeninos grandes o chicos.
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Las muchachas donostiarras llevaban pequeños sombreros de campana y en 'La Voz de Guipúzcoa' debatían sobre si resultaban favorecedores o no. ¿Les proporcionaban a sus portadoras «una picardía de niña traviesa»?
Reproducimos en la calle de la Memoria de hoy aquel curioso artículo de hace un siglo...
«– Esos sombreros pequeños que usan ahora las muchachas me molestan –dice un amigo mío, hombre de buen gusto acreditado.
– Yo encuentro que el sombrerito de campana es gracioso y coquetón. Enmarca el rostro y da a los ojos una picardía de niña traviesa.
– En ciertos casos, solo en ciertos casos. Hace falta tener la cara delgada y larga para que el sombrerito resulte favorecido.
– El sombrero pequeño hace cabeza pequeña y las diosas griegas –como Venus de Milo– tenían una bella y menudas cabezas adorables.
– Error lamentable. El sombrero grande, por contraste, achica la cabeza...
...Y oculta el rostro».
Los señores extendían sus comentarios a otra parte de la estética femenina, el maquillaje. Continuamos con el texto de 'La Voz de Guipúzcoa' de hace cien años...
«– ¿Qué importa? La mayor parte de las mujeres van pésimamente pintadas. El maquillaje es un arte complicado y solo pueden permitirse ciertos excesos las muchachas primaverales.
– ¡Qué paradoja!
– Nada de eso. Una muchachita no necesita del carmín y del negro; pero le está permitido abusar. Al llegar a cierta edad le son necesarios, pero ha de usarlos con tiento, discretamente, como una bella imitación de juventud. Por eso, el sombrero de alas grandes que deja la cara en sombra es favorecido y juvenil.
– Sin embargo, el sombrerito de campana, moldeador de la cabeza...
– Desproporcionado, absurdo. Parece que se lo ponen con calzador.
«Graciosos sombreritos»
Pasan Lolita Asuero, Lola y Carmen Churruca, Piedita Lataillade, y todas ellas lucen esos graciosos sombreritos de fieltro. Mi amigo las contempla y abandonando sus tonterías estéticas exclama:
– ¡Qué favorecidos son esos sombreros!».
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