1892 | Recordando a Luis Carril
Hoy, miércoles, 19 de octubre de 1892, amaneció bastante nublado, hubo lluvia las primeras horas de la mañana y el vecindario se preparaba para pasar ... un día más, dedicado a sus habituales quehaceres.
Los pasaitarras vieron salir a los vapores Suldal y Lucy, llevando vino a Burdeos y La Rochelle, y entrar al Cyril, cargado con kaolín (arcilla), procedente de Jowey, mientras que del puerto donostiarra partió el San Miguel llevando carga general a Santander.
En San Sebastián había inquietud por el Mamelena 2, propiedad de los armadores Mercader e hijos, del que no se tenían noticias desde que zarpó el sábado anterior, suponiéndose estaría en alguna cala protegiéndose del oleaje que afectaba a toda la costa.
A pesar de ello la jornada se presentaba con hermoso aspecto y de madrugada, como todas las madrugadas, fueron muchas las lanchas que salieron para «entregarse a la ruda y laboriosa profesión del arrantzale, llena de peligros».
Naufragó a la altura de Bermeo cuando una ola volcó la quilla de su embarcación con 13 hombres a bordo
Eran las cinco de la tarde cuando algunos hombres que pescaban en el muro, conocido como el Mirador, se extrañaron al ver a la 'Avelina', embarcación de Francisco Iturriza que, llevando a varios tripulantes de la lancha de Luis Carril, se acercaba rápidamente a puerto. Las mujeres que habitualmente esperaban el regreso de sus maridos paseando por el castillo, también se dieron cuenta y augurando catástrofe corrieron al muelle de la Jarana.
En el desembarco de aquellos mocetones, mudos, sin poder proferir palabra, mojados, pálidos y descompuestos, que no encontraban fuerzas para narrar el espectáculo del que acababan de ser testigos, el silencio prodigó la triste noticia: Luis Carril, José María Taberna, Luciano San Sebastián, José Joaquín Landa, José Beobide, Mariano Blanco, José Miguel Egaña, Francisco Jáuregui y Manuel Uribe, había muerto ahogados. Román Echenique, Pedro Galdós, Lorenzo Ituarte y Ascensio Landaberea habían salvado la vida.
Fue un clásico recordar la famosa regata San Sebastián-Ondarroa ganada por la trainera de Carril el año 1890
La «Elcano», con doce hombres de tripulación más el patrón, Luis Carril, había zarpado junto a las demás y la jornada se desarrollaba con normalidad hasta que llegó el mediodía y, a la altura de Bermeo, un inesperado golpe de mar volcó la quilla.
Todas las víctimas recibieron el mismo dolor y luto de la ciudad, siendo justo decir que Luis Carril Uribe era toda una institución. Nacido en 1846, fue patrón de la famosa regata desafío entre las traineras San Sebastián y Ondarroa, celebrada el 2 de diciembre de 1890. «Desde un mes antes de la prueba, los remeros se entrenaron bogando seis millas diarias, recibiendo un duro y la cena por cada día de entreno». La regata fue ganada por Carril.
Su padre también había muerto ahogado veinticinco años antes y, curiosamente, debido a un agudo reuma, hacía tres meses que Luis no salía a pescar, decidiendo hacerlo unos días antes del naufragio.
El Club Cantábrico, con 500 pesetas, abrió la suscripción popular a beneficio de las víctimas del naufragio
El alcalde, Manuel Lizarriturry, convocó sesión extraordinaria al día siguiente, acordándose que «como a pesar de lo doloroso que ha sido el suceso no tiene carácter calamitoso para la ciudad», para ayudar a las víctimas no debían utilizarse las arcas municipales «sino el peculio particular de cada concejal, que abonarían por su cuenta la ayuda necesaria y los gastos que ocasionaran las ceremonias fúnebres».
El alcalde procuró reanimar el abatido espíritu, entregando a cada familia una cantidad de dinero que les permitiera atender lo más perentorio. Abierta una suscripción popular, el Club Cantábrico fue el primero en aportar 500 pesetas, siendo muchas las ofertas recibidas para cubrir los gastos del funeral, figurando entre ellas la de la Unión Artesana dispuesta a organizar una estudiantina y partido de pelota a beneficio de las víctimas.
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