El 'marco incomparable' se transformó en la «capital de los deportes de invierno»
El 15 de enero de 1985 se celebró una carrera de esquí de fondo en La Concha y Ondarretay el funicular funcionaba como remonte
Como casi todo en la vida, el temporal de 1985 tuvo dos caras, la negativa con el importante caos que causó durante una semana, y ... la positiva, que se tradujo en la improvisada 'semana blanca' que vivieron los aficionados a los deportes relacionados con la nieve y que tuvo su culmen en la concurrida carrera de esquí de fondo en San Sebastián el 15 de enero de ese año, calificada todavía hoy «como algo histórico, una cosa irrepetible» por parte del ganador, Ángel Ortiz, y el segundo, Peio Ruiz Cabestany, que siguen quedando para esquiar. Hasta entonces nadie se había atrevido a imaginar que «el marco incomparable» se podía convertir en el escenario de una prueba como esa.
«San Sebastián, también capital de los deportes de invierno», aventuraban algunos ante la iniciativa que partió de Herri Irratia. La emisora la lanzó casi a modo de broma y en pocas horas, como la nieve, cuajó. El recorrido, de cinco kilómetros, salía del Club Náutico, llegaba hasta el Peine del Viento y regreso. Ruiz Cabestany comenta con admiración «la rapidez con la que se organizó». Los dorsales pertenecían a la Federación Guipuzcoana de Atletismo, había cronómetros y controladores para que nadie hiciera trampas y se diera la vuelta antes, y se realizó una clasificación oficial. Usaron gran parte de la infraestructura que se empleaba en la maratón. En total 114 fondistas tomaron parte.
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De ese día Ángel Ortiz recuerda que «como enseguida me escapé, todo el mundo pensaba que Peio iba el primero y luego le felicitaban por haber ganado»; que «participamos los cinco hermanos» y que «el premio me lo dio un tolosarra como yo, el alcalde Ramón Labaien».
Un espíritu especial
Ruiz Cabestany, que también tomó parte con varios de sus hermanos, tiene otro recuerdo: «Yo había competido en esquí de fondo, pero con la técnica clásica, en paralelo. En el 85 ya me dedicaba al ciclismo (dos meses más tarde tomó parte en la París-Niza y un mes después ganó la Vuelta al País Vasco). Me llamó el periodista de Herri Irratia Rafa Olarra para que fuera. Ángel tenía la técnica de los nórdicos, de paso patinador, con la que se avanzaba más. Yo también la empleé, pero no tenía tanta destreza». Su versión de la razón de su segundo puesto es distinta de la de Ortiz. «Iba en cabeza. Al llegar al túnel peatonal de Ondarreta me quité los esquís para cruzar la acera que no estaba cubierta por la nieve. Ángel, que es muy vivo, pasó con los esquís puestos y me adelantó. A la vuelta hice lo mismo, pero no pude alcanzarle».
Unos 'locos' salieron de Tolosa, subieron a Bidania, Azpeitia, Zarautz y Orio para luego regresar
Discrepancias a parte, sobre el desarrollo de la prueba los dos amigos recuerdan que «hubo gente que quiso venir desde Aragón, pero el temporal se lo impidió». También reivindican un «espíritu especial» común entre la gente que entonces practicaba el esquí de fondo, impulsado por veteranos como Mariano Arrazola padre o Juan Laredo, y que «lo importante», como apunta el exciclista, «es que se realizara una prueba así».
La de Donostia no fue la única prueba que se realizó en Gipuzkoa en ese año excepcional para los esquiadores. Se organizó una competición de relevos en la plaza Justicia de Tolosa en la que participaron cuatro equipos. Desde la localidad papelera, un grupo, del que formaba parte Ortiz, subió un día al Hernio, otro a Uzturrre. «Otro día fuimos a Donostia esquiando por la N-I, llegamos a Alderdi Eder, nos sacamos fotos y volvimos en tren. Como eran diapositivas las enviamos a revelar a Barcelona y Correos las perdió», se lamenta. Pero recuerda que «la mayor locura fue cuando subimos a Bidania, pasamos por Azpeitia, luego fuimos hasta Zarautz y Orio, para volver a Tolosa, todo eso esquiando desde las 8 de la mañana hasta las 6 de la tarde. Yo tenía 29 años y estábamos todos locos, pero ¡qué gozada era salir del portal de casa con los esquís puestos!».
La iniciativa la lanzó casi a modo de broma Herri Irratia y se organizó rápidamente
En esa semana de temporal, Igeldo se convirtió en una diminuta estación de esquí para los practicantes de la modalidad alpina. Los aficionados utilizaban el funicular, que costaba 31 pesetas el viaje, y cuando llegaban al parque de atracciones bajaban por el paseo del Faro hasta volver al pie del funicular. Aquellos que no querían gastar, bajaban hasta media pista y subían a pie.
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