«Todavía no me creo haber estado siete días en la UCI»
Maider Corrius, debarra de 18 años, se contagió hace un mes y terminó intubada en la UCI, uno de los pocos casos que se han dado a esas edades
A Maider Corrius nunca le han gustado los hospitales, no los quiere ver «ni en pintura» y con solo pensar en poner un pie ... en uno de ellos se marea hasta vomitar. Lo que jamás imaginó es que a sus 18 años acabaría hace un mes intubada en una UCI tras contraer el Covid, uno de los pocos casos que se conocen a su edad, el único al menos que han atendido en el Hospital de Txagorritxu en Vitoria. Aún no se lo cree. «Lo poco que recuerdo es ingresar en el hospital de Mendaro con fiebre y tos y despertar en la unidad de cuidados intensivos de Txagorritxu. No me esperaba para nada que me pudiera pasar a mí», cuenta esta debarra, la paciente más joven que ha ingresado por coronavirus en este área del hospital alavés y probablemente una de las pocas en Euskadi que hayan pasado por esta tesitura. Tiene amigos que se han contagiado desde que comenzó la pandemia pero «no les pasó mucha cosa y no estuvieron tan graves como yo. Todavía estoy alucinando un poco aunque los días que estuve ingresada -siete en la UCI y otros seis en planta- lo llevé bastante bien, tranquila, y no me entró un bajón fuerte», dice ante la sorpresa de quien escucha su relato.
Según avanza la conversación le flaquean las fuerzas y prefiere que sea su padre, Amadeo, quien narre el duro episodio que acabó salpicando a los cuatro miembros de esta familia, aunque el virus, cruel y caprichoso, se cebó con ella y su madre, que también tuvo que ser hospitalizada.
«Pensar en mi hija, sola en el hospital, intubada, sedada... era desgarrador, angustioso»
El peor momento
La pesadilla comenzó el pasado 16 de abril. «Nos informaron en el cole de mi hijo Josu que tenía que hacerse la prueba porque una compañera suya había dado positivo. Le acompañamos y él también dio positivo pero por mucho que le aislamos en casa el bicho ya había entrado. A los cuatro días, mi hija y yo empezamos a notar síntomas, algo de fiebre, tos y sensación de malestar del cuerpo. Nos hicieron la PCR y nos dio positivo y después, a mi mujer, Lorea. Ya estábamos los cuatro contagiados», explica este hombre, por quien se preocuparon todos al estar recién operado del corazón, «y aunque estaba en la fase de rehabilitación, era factor de riesgo».
Poco oxígeno
Sin embargo, tanto él como su hijo, de 15 años, se encontraban relativamente bien. Las alarmas se encendieron con Maider y Lorea. La fiebre no bajaba de 40º y comenzaron a sucederse las idas y venidas al hospital de Mendaro hasta que el día 30, «no se me olvidará», le llevé a mi hija porque «la respiración no era la adecuada y le bajó mucho el oxígeno». Amadeo esperaba que esta vez también fuera como las anteriores, así que pensó en pasar a recogerle en un par de horas. Se despidió de ella a las ocho de la tarde y siguieron en contacto por 'wasap'. Pero llegó un momento en el que la comunicación se paró y las noticias no llegaban. Hasta que recibió una llamada que le cortó la respiración. «Me dicen '¿eres el padre de Maider?' Respondo que sí y me informan de que ante la gravedad de la situación han tenido que intubarla y mandarla a Txagorritxu». Amadeo se descompuso. Mientras, la voz al otro lado del teléfono continuaba. «'No vamos a perderla, vamos a hacer todo lo posible'», reproduce este padre con los recuerdos intactos. «Mi mujer empezó a llorar desconsolada, yo casi me muero, estaba alucinando, no sabía ni cómo reaccionar. ¡Si es una chica joven, a los jóvenes no les pasa! Además estábamos aún en cuarentena, solo con un teléfono y el médico nos explica que prefieren asegurarse y mandarla para Vitoria porque Donostia estaba lleno y no querían perder ni un minuto. Yo no paraba de pensar en mi hija allí sola, intubada, sedada… cuando hace dos semanas se mareaba por tener que ir al hospital. Me moría, qué angustia. Era desgarrador», cuenta aún afectado. Recuerda cómo los médicos le decían que Maider iba a ser la primera paciente más joven en entrar y salir de la UCI y él intentaba agarrarse a esa ilusión borrosa, pero la mente le jugó malas pasadas. «En esos momentos no piensas en margaritas precisamente».
«Extraña cómo una persona tan joven, no fumadora y sin patologías previas acabara tan grave»
14 días ingresada
Al día siguiente sonó el teléfono y desde el otro lado llegó «la primera noticia más esperanzadora. Nos dijeron que habían podido desintubar a Maider, que estaba consciente y que si queríamos podíamos hacer una videoconferencia. Entonces, llegó el primer impacto. No tenía apenas voz, estaba rodeada de tubos y pitidos de máquinas, le preguntabas cosas 'goxuas' pero veías que le faltaban fuerzas y el enfermero se le acercaba al oído, escuchaba lo que decía y repetía, pero te das cuenta de que está con una persona con un traje que parece un marciano y dices, hostia… He visto imágenes de esas, pero la que está ahí es mi hija. Aunque la calidez y confianza que nos trasladaron fue de diez», añade agradecido.
A Amadeo le habría costado horrores sobrellevar esta situación sin el hilo de comunicación que mantenía con su hija. «Recibir un mensaje suyo me daba la vida. El día que me escribió 'ondo nago' (estoy bien) es cuando empecé a llorar sin parar y me derrumbé. A todo esto, mi mujer se encontraba cada vez peor y le ingresaron en Mendaro».
«Creo que la inocencia de mi hija y su edad lehan ayudado a digerir mejor su paso por la UCI»
Juventud
Cuando terminó una cuarentena que se hizo eterna, se plantó en Vitoria para estar con su hija, de la que no se separó hasta recibir el alta. «Me fui a comprarle un chándal, porque estaba con el camisón del hospital, y le encantó. Salimos de allí de estreno y con una alegría terrible. Después fuimos a recoger a mi mujer y nos juntamos los cuatro de nuevo», cuenta emocionado.
«Nadie se libra»
A ambas les queda un largo camino de rehabilitación por delate aunque «de momento no tienen secuelas y el tiempo que estuvo Maider ingresada tampoco tuvo pesadillas ni pasó angustia ni le dio por llorar sin parar...». Puede que tampoco fuera consciente de haber estado al filo de la muerte. «Creo que su inocencia y la edad le han ayudado a digerirlo mejor». Lo que extraña a los médicos, según cuenta Amadeo, es «cómo una persona tan joven, sana, no fumadora y sin patologías previas, pudo acabar en la UCI tan grave», algo que viene a reafirmar que «le puede pasar a cualquiera y nadie se libra».
«Cuando te pasa algo así te das cuenta de lo que de verdad importa, estar con la familia»
prioridades
Por eso insiste en que «tenemos que cuidarnos, todos, como sociedad, porque esto es una cadena» y cuando ve imágenes de 200 personas de fiesta le da cien patadas. Tras este duro episodio, padre e hija han «estrechado lazos. En la vida habría pensado que iríamos juntos a un concierto de Pablo López. Pero te das cuenta de lo que de verdad importa, la familia».
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