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Cada vez son más los trabajadores pobres que recurren a la Renta de Garantía de Ingresos y para la Inclusión (RGI) para poder llegar a ... fin de mes. El número de personas con un sueldo precario que se beneficia de esta ayuda social no ha hecho más que aumentar en los últimos cuatro años tanto en Gipuzkoa como en el conjunto de Euskadi, un incremento que se percibe aún con más notoriedad a partir de 2022, cuando se aprobó la nueva ley, que entró en vigor en 2023. Desde entonces, los perceptores que cobran el llamado complemento salarial han subido un 48% en el territorio y hasta un 58% en el País Vasco, según se desprende de los últimos datos recogidos por el servicio vasco de empleo Lanbide.
El objetivo de esta paga es completar el salario que estos trabajadores reciben al mes y que les permite cubrir las necesidades básicas del día a día. Los datos hablan por sí solos. A lo largo de los últimos años se ha registrado un aumento de los trabajadores pobres que cobran este cheque mensual. Ocurre lo mismo si se analizan los datos de 2024. En diciembre había más que en enero. La explicación de este incremento se basa en «una combinación» de dos factores. Por un lado, «los cambios en la regulación», esto es, la nueva ley que entró en vigor en 2023; y por otro, «la evolución del mercado de trabajo», explica el director del centro de documentación y estudio SIIS, Joseba Zalakain.
El cambio normativo flexibiliza los requisitos tanto de acceso como de permanencia. «La RGI dejó de ser limitada a tres años» para convertirse en una prestación indefinida en el tiempo, lo que ha tenido consecuencias en el número de beneficiarios, tal y como recogen las estadísticas. Pero esta no es la única medida que ha generado impacto entre los perceptores. Además, desde 2023 «a las parejas que tienen hijos, por ejemplo, se les permite entrar a esta ayuda con un año menos de empadronamiento», y muchos de quienes solicitan el complemento salarial de la RGI cumplen este perfil. También «se han ampliado las cuantías».
Pero la nueva ley no es la única razón por la que se ha dado este aumento, que todo apunta que podrá mantenerse en el tiempo. Es más, no solo han crecido los trabajadores pobres que reciben la RGI, sino también el número general de perceptores de la ayuda mensual. «La evolución del mercado de trabajo» es otro de los motivos que explican el aumento. «Cada vez hay más trabajo, tanto bueno como malo. Por eso, de la misma forma que sube el número de personas que encuentran un empleo con buenas condiciones, también hay más trabajadores con salarios precarios», explica Zalakain. «Pero esto no significa que el trabajo sea cada vez peor. También puede tratarse de personas que antes estaban en el paro y ahora tienen un empleo o que han pasado de la contratación irregular a tener su contrato en norma», reflexiona el director del SIIS, que asegura que los estímulos, que ya son permanentes, son «una de las políticas más inteligentes que tiene la RGI», y no hay que estar cobrando la RGI base para acceder a ellos.
Precisamente, con el objetivo de favorecer a las familias y el empleo, el Gobierno Vasco trabaja en un nuevo decreto que regula los complementos salariales. Así, modifica la fórmula de cálculo de las cuantías de los estímulos al empleo con el objetivo de beneficiar a las familias con niños y de incentivar el acceso al mercado laboral de los dos miembros de una misma pareja. Con esta fórmula actualizada, más de 4.400 familias formadas por tres o más personas verán aumentada su cuantía un mínimo de 67 euros. Sin embargo, hay colectivos que ven disminuidos estos estímulos, como las alrededor de 8.000 personas que viven solas o en pareja. Habrá que esperar para ver el impacto de esta medida en los perceptores de este complemento.
Joseba Zalakain
Director del SIIS
De momento, las cifras registran un aumento de trabajadores pobres de un 48% y 58% en dos años en Gipuzkoa y Euskadi, respectivamente. A nivel general, los beneficiarios de esta prestación, destinada a atender las necesidades básicas de las personas y familias que no disponen de recursos suficientes y que les ayuda a encontrar una salida laboral, también han crecido. En diciembre de 2022 eran 11.774 en el territorio y 49.410 en el País Vasco, y ahora son 13.798 y 57.986. Es un incremento del 17% tanto en Gipuzkoa como en Euskadi.
Aunque el grupo más representado es el formado por las personas en paro –5.650 en el territorio en diciembre y 26.488 en el País Vasco–, los pensionistas también son un gran colectivo que se beneficia de la RGI. El año pasado terminó con un total de 15.067 personas en esta situación y sin trabajo que cobraban la ayuda en Euskadi. Sea como fuere, los trabajadores pobres cada vez cogen más fuerza. Ya son el 20,8% del total de perceptores en la Comunidad Autónoma Vasca; un porcentaje muy parecido al de Gipuzkoa, el 21,6% –uno de cada cinco–.
Pese a esta escalada, «todavía hay muchas personas que cumplen los requisitos para cobrar el complemento salarial y que, sobre todo por desconocimiento, no lo piden», se lamenta Zalakain. Es más, en la actualidad se calcula que alrededor del 90% de las personas que podrían percibir esta ayuda no lo hace.
Con el nuevo decreto que adelantó este periódico y que todavía tiene que entrar en funcionamiento, el Gobierno Vasco intenta beneficiar a quienes consiguen empleo de más duración y, por tanto, de más dinero, lo que significa que el número de perceptores del complemento de trabajo puede seguir en aumento en los próximos meses, pero no porque haya más trabajadores pobres.
Y no solo eso, antes, esta ayuda económica estaba orientada a personas que vivían solas y ahora se beneficia a los hogares donde hay menores y a los segundos perceptores en las parejas.
Entre los objetivos principales de la nueva RGI está la protección a las familias con hijos y, por ende, a los menores. En la actualidad, el 26% de los beneficiarios de la Renta de Garantía de Ingresos y para la Inclusión (RGI) tiene menores a su cargo, según los últimos datos del servicio vasco de empleo Lanbide.Son 15.141 personas de un total de 57.986 de beneficiarios en diciembre. Entre los perceptores de esta ayuda destacan los que no tienen hijos de menos de 18 años y, sobre todo, las mujeres –33.499 frente a los 24.487 hombres–. Además, por edades, el grupo con mayor representación es el formado por personas de 55 o más años, casi la mitad, 23.441. Le siguen los llamados adultos jóvenes, de entre 33 y 44 años (16.393); las personas de entre 45 a 54 años (13.150) y, por último, los menores de 30 (5.002). Así, se puede concluir que la mayoría superan los 30 años y que, en definitiva, los perceptores de la RGI están en edad de trabajar. Más de la mitad, 31.565, están solteros; otros 14.735 están separados; 8.429 casados y 3.240 viudos. Si se analiza el nivel académico de quienes cobran la RGI se aprecia una alta representación de personas que solo tienen los estudios obligatorios, que alcanzan los 35.463 beneficiarios. Aunque a distancia, le siguen quienes han estudiado una FP Media pero que o no tienen trabajo o cobran un salario precario. Son 7.363. Las personas con un FP Superior se sitúan en las 3.109, una cifra algo inferior a quienes solo tienen el Bachillerato (3.962). Por su parte, los universitarios que recurren a esta ayuda son 2.602.
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