«Con 18 años abres los ojos. No tienes nada»
Jóvenes inmigrantes no acompañados como Mohamed reclaman que se acelere la reforma de la Ley de Extranjería para poder renovar sin trabas el permiso de residencia y trabajo
patricia rodríguez
Miércoles, 21 de julio 2021, 07:03
Oculto en un escondite imposible a bordo de un barco que llevaba a la Península, el marroquí Mohamed El Ghadoui consiguió llegar al puerto de ... Motril hace tres años. Solo tenía 16 años. Atrás dejaba a toda su familia y su Marruecos natal para emprender una nueva vida, aunque reconoce que «está siendo muy difícil». Se refiere sobre todo a las trabas burocráticas que le exige la administración para obtener el permiso de residencia y trabajo. A día de hoy, no tiene «nada», al igual que su compatriota, Aboubakr El-Hachloufi, de 23 años. La dinámica se repite una y otra vez: los jóvenes pasan, de la noche a la mañana de niños protegidos a adultos en situación irregular. Al cumplir los 18 años, además, tienen que abandonar los centros y ya no son solo jóvenes sin papeles sino que la mayoría se convierte también en personas sin un techo donde vivir.
Según denuncia SOS Racismo, «el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, hace más de un año, se comprometió a reformar el reglamento de Extranjería con el objetivo de facilitar a todos los jóvenes extranjeros no acompañados su transición a la vida adulta, garantizando su derecho a documentarse y a hacerlo con una autorización de residencia y trabajo que se renueve automáticamente a partir de los 18 años. En la actualidad, la reforma se encuentra pendiente de aprobación por el Consejo de Ministros». Por ello, lanzaron ayer una campaña en redes sociales «para hacer oír la voz de los chavales» y exigir la reforma inmediata del reglamento de Extranjería.
Según explica Mikel Mazkiaran, abogado de SOS Racismo «la modificación del reglamento se produce por una interpretación muy restrictiva que hizo el Tribunal Supremo de unos artículos del reglamento de Extranjería -como la exigencia de unos recursos de solvencia económica del orden de 2.000 euros al mes- nada ajustados con la realidad, que venían a dejar en una situación complicada a chicos y chicas que querían renovar su permiso y mantener una situación de legalidad. Todos estamos a la espera de que finalmente se apruebe la modificación del reglamento, y parece que el procedimiento está parado. Sea las que fueran las razones, no deja de ser necesario y urgente porque mientras tanto, estos chicos están quedando en la irregularidad».
Difícil llegada
Mohamed El Ghadoui abandonó su país con 16 años porque «en Marruecos no hay muchas salidas ni recursos para los jóvenes, aunque quieras seguir estudiando. Al final vas a acabar sin trabajo». Dice que de alguna manera, «vivir en Marruecos es un error». Emprendió su periplo con un amigo, como polizones en un barco hasta Motril. «Entramos sin que nos viera nadie y después compramos unos billetes de autobús desde Málaga hasta Donostia». Reconoce que la llegada fue «muy difícil. Te quedas como en shock, no sabes por dónde empezar. Estás solo. Fuimos a la Policía a ver cómo podían ayudarnos y después de identificarnos nos acogieron en el centro de menores de Uba», pero su estancia en este recurso se terminó cuando Mohamed cumplió la mayoría de edad. «A los 18 años te tienes que ir y pasas a un piso tutelado», resume sin olvidar lo que para él y muchos jóvenes supuso esta transición a la vida adulta. «Con 18 años es cuando abres los ojos. Porque no tienes nada. A esa edad la Diputación deja de mantenerte porque supuestamente ya te puedes apañar solo, pero eso es una tontería. Iba a renovar mi permiso de residencia pero no me lo concedieron y tampoco tengo la autorización para trabajar por todos los requisitos que te piden -un contrato de trabajo de un año, entre otros-», lamenta este joven, que ha tropezado una y otra vez con el nudo burocrático que le impide obtener los papeles.
Actualmente reside en un piso en Altza con otros cinco chicos y dos tutores, «aunque no siempre hay plazas y tienes que esperar en la calle», explica Mohamed, que tuvo que malvivir a la intemperie durante un mes. «Es jodido», dice sin rodeos. Su «sueño» es poder seguir estudiando integración social, conseguir un trabajo y poder quedar con sus amigos «sin miedo a encontrarme con algún policía».
La «peor tortura»
El marroquí Aboubakr El Hachloufi se encuentra en una situación parecida. «Hace 7 años decidí venirme solo desde Marruecos para tener una vida como todo el mundo, un buen futuro. Pero a mis 23 años no tengo ni permiso de residencia ni trabajo, y ningún tipo de ingresos. Vivo en el piso de un amigo en Donostia», relata. Reconoce que «me da vergüenza contarlo». Para él, la «peor tortura es estar sin hacer nada, dando vueltas por la calle». Reclama que «es un derecho» la obtención de la tarjeta de residencia que le denegaron cuando fue a renovarla. Tampoco le autorizan para trabajar. «Nos ponen las cosas muy difíciles», critica.
Euskadi apoya la regulación que lanza el Gobierno central
El borrador del nuevo Reglamento de Extranjería en el que trabaja el Gobierno central ha recibido el visto del Gobierno Vasco. «A la espera del texto definitivo, la valoración es satisfactoria. No hay tiempo que perder. El actual reglamento de Extranjería ha abocado a cientos de jóvenes a una situación de exclusión social y están esperando a salir de ella cuanto antes», declaró ayer el director de Migración y Asilo del Gobierno Vasco, Xabier Legarreta. A su juicio, es necesario «suprimir los obstáculos» que impiden la documentación de menores extranjeros no acompañados tutelados.
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