Yo también tengo el pelo blanco. Camuflado con tintes, barros y demás gama de productos capilares pero lo de abajo, la base, es casi blanca. ... Es la realidad pura. Y me apunto a este estriptis de cabello porque también quiero apoyarme en eso, como hace el jefe de Gabinete de Isabel Ayuso, Miguel Ángel Rodríguez (M.A.R. 'la gusta' que le llamen), para hacer un uso más profundo de la intuición, instinto, corazonada y olfato periodístico. Él lo utiliza, en plan poderoso con pelo blanco, para declarar lo que le viene en gana en el juicio contra el fiscal general del estado, nada menos.
Basándome en el poderío del pelo blanco quiero advertir a Trump que EE UU no tiene rey y que se ande con ojo porque Nueva York ya no es suyo gracias a la elección del nuevo alcalde y como consecuencia voy a poder viajar a la Gran Manzana sin pisar nada de Wyoming ni de Ohio, siendo así coherente cuando prometí, como Escarlata O'Hara en 'Lo que el viento se llevó', que «a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pisar» esa tierra mientras en ella mande uno que sé yo.
Gracias a mi pelo blanco, en cambio, me permito ser incongruente y absurda porque me temo que leeré 'Reconciliación' por puro morbo, las memorias de este monarca construidas sobre anécdotas banales e intranscendentes, sin apoyo documental y donde el autor señala, orgulloso, que delante de él nadie podía hablar mal de Francisco Franco, ese hombre.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión