Academia Libertad
Por nuestro curso 'Liderazgo mundial y fundamentos democráticos' han pasado ya 34 millones de alumnos deseosos de dejar su impronta en el mundo
Puse hace tiempo en marcha una academia de líderes mundiales y puedo decir con satisfacción que las cosas no me van nada mal. Se llama ... Academia Libertad. En unos cuantos años han pasado por nuestras aulas, previo pago de 11.754,5 euros en billetes de cinco, porque aquí no se regala nada ni se pagan impuestos, unos 34 millones de alumnos de todo el planeta deseosos de dejar su impronta en el mundo y, de paso, aunque esto no lo saben, sacarme a mí de la miseria.
El plan de estudios del curso 'Liderazgo mundial y fundamentos democráticos' es dinámico, interactivo, intuitivo y a la vez exigente, no en vano de la academia han surgido y surgirán los hombres -y algunas mujeres, pero sin exagerar-, destinados a dirigir el planeta con mano férrea y liberal. Una de las asignaturas que más éxito tiene entre los estudiantes es la de 'Teoría y práctica del insulto'. Aquí quien más destacó, y aún se le recuerda por ello, fue Nicolás, no el pequeño sino el otro, el Maduro, que el pequeño suspendió. Daba gusto entrar en clase y oírle gritar bicho, cobarde, sociópata, feo, timorato, pataruco o fantasma. ¿Cómo olvidar el mítico 'fantasma te dije y fantasma te quedaste'? La verdad es que lo llevaba en la sangre, te cruzabas con él por los pasillos y a la mínima te soltaba inútil, fascista, oligarca, decrépito, burro y cualquier exabrupto que pasara por su mente preclara. Como es lógico, sacó matrícula de honor.
«Una de las asignaturas que más éxito tiene es la 'Teoría y práctica del insulto'»
También tiene mucho predicamento la asignatura 'Introducción a los eslóganes eternos', de donde han surgido los celebérrimos 'estás despedido', 'me gusta la fruta', 'América primero', 'Que te vote Txapote', 'Se acabó la fiesta' y el ya inmortal 'Viva la libertad, carajo', que tantos éxitos está cosechando.También tiene mucho predicamento la asignatura 'Introducción a los eslóganes eternos', de donde han surgido los celebérrimos 'estás despedido', 'me gusta la fruta', 'América primero', 'Que te vote Txapote', 'Se acabó la fiesta' y el ya inmortal 'Viva la libertad, carajo', que tantos éxitos está cosechando.
Por cierto, ¿saben ustedes lo último de Pradales? Resulta que el lehendakari se ha escapado a Corea del Norte en el maletero de un avión con la fórmula secreta del talo con txistorra. Su intención es la de vender la patente al mejor postor y con el dinero que obtenga cambiarse de sexo para presentarse a las elecciones en Tailandia. Se lo cuento porque esto no lo leerán en los periódicos. Estas noticias no salen a la luz porque lo impide la élite que dirige el mundo desde las sombras. ¿A que se lo han creído? Pues es un bulo, ¿ven qué fácil se engaña a la gente? Ya les había dicho que los estudios son interactivos. Ahora que venga el lehendakari a desmentir la noticia si se atreve.
«Resulta que el lehendakari se ha escapado a Corea del Norte en el maletero de un avión»
Lo que acaban de leer es un ejemplo de las habilidades que se adquieren en otra de las asignaturas estrella del curso, la de 'Estructura social de los bulos', que ha tenido grandes profesores, entre ellos el antiguo alumno Vladimir Putin. Recuerdo que la primera vez que dio clase dijo que al que suspendiera lo mandaba a Siberia. Hay que ver lo que se rieron los chicos con la ocurrencia. 'Vaya bulo', decían alborozados. Todavía nos llegan felicitaciones de Navidad desde la tundra.
Cada profesor es un mundo. El otro día me encontré en el sótano con Silverio Palomo. Es un hombre enjuto y de hombros caídos que duerme en un hueco bajo la escalera y pasa tan inadvertido que ni siquiera es objeto de los insultos de Maduro. Silverio da sus clases de cara a la pizarra, como las misas en latín, tan solo para hacerse la ilusión de que hay alguien escuchándole. Ya casi no me acordaba de él. Le saludé, él me devolvió el saludo con la energía de una ameba y le pregunté por curiosidad: '¿De qué da clases usted, buen hombre?' Él se encogió y contestó con voz aflautada: 'Yo es que soy el profesor de Ética'. Y siguió encogiéndose, cada vez más.
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