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Iñaki posa con la placa de agradecimiento que este domingo le entregó Toni por sorpresa.

El valenciano que viajó a Euskadi tras su ayuda durante la dana: «Iñaki nos dio vida a los vecinos de Paiporta»

El paiportino Toni Romero ha viajado hasta Berastegi para reencontrarse con este vecino y agradecerle la ayuda que les prestó tras la histórica dana

Martes, 19 de agosto 2025

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Toni Romano, residente en Paiporta, se conmueve cuando cuenta la historia de un completo desconocido que el 29 de octubre de 2024 se convirtió en alguien a quien recordará siempre. Habla con cariño de Iñaki Apezetxea, un tipo que no dudó en calzarse las botas y viajó desde Berastegi hasta el epicentro de la tragedia horas después de que la dana lo arrasara todo a su paso. Ambos se conocieron en mitad del desastre; uno cubierto de desolación, otro dispuesto a echar las manos que hicieran falta. Después se perdieron la pista. Hasta este domingo, cuando se reencontraron de nuevo en el municipio guipuzcoano tras unas cuantas llamadas de teléfono. Toni quería encontrar a Iñaki para «darle las gracias por todo lo que hizo por nosotros». Y lo encontró. «Fue muy emocionante, muy entrañable. Iñaki y toda la gente que apareció a ayudarnos nos dieron vida», dice al otro lado del teléfono, ya de regreso.

Este hombre de 56 años y conductor de autobús en Valencia recuerda de forma telegráfica cómo se conocieron. «La tarde del desastre estoy en Paiporta. Escucho gritos, me giro y viene una ola de agua, y en cuestión de minutos, agua por el pecho. Salgo corriendo para intentar salvar la vida. Dos amigos míos se ahogan. Tremendo. Veintisiete mil habitantes en Paiporta y destrucción total. Destrucción total. Lo tengo todo grabado. Al día siguiente todo eran abrazos y silencios en la calle, un silencio tremendo. Entré en un bar, que no sé ni cómo abrió. Había quedado con mi hermana para que me trajera ropa, calcetines y calzoncillos. No teníamos ni luz, ni agua, ni gas, ni teléfono... Nada de nada. Y se acerca un señor y me dice, con un acento vasco, '¿me puedo sentar con vosotros?' Traía un plato de jamón y una botella de vino. Me dice 'come jamón'». Al gesto de extrañeza le siguieron las explicaciones. «Me contó que vivía en Berastegi, un pueblecito de Gipuzkoa, estaba sentado viendo la tele, vio lo que pasaba en Valencia, cogió su Volkswagen Caddy, le echó un colchón y que ahí estaba para sacar barro, arreglar puertas, quitar enchufes... Se me saltaron las lágrimas, me puse a llorar», cuenta Toni con la huella de la riada aún presente.

«Se volcó en cuerpo y alma»

Durante los días siguientes se volvieron a encontrar. «Iba, venía, charlábamos algo, echamos risas y echamos llantos». Iñaki se volcó en cuerpo y alma «quitando barro y haciendo de todo para ayudar» a estos vecinos, que se sintieron «completamente solos esos días» esperando una ayuda que tardaba en llegar. «Si no llega a ser por los voluntarios...». Toni se emociona con el cariño y la solidaridad que marcaron esta catástrofe, que dejó más de 200 muertos y otros tantos municipios afectados. «Nos hicimos una foto y le dije que iría a buscarle. Pero ¿cómo iba a buscar yo a ese hombre?».

Fue hace tres semanas cuando Toni se puso manos a la obra para dar con el guipuzcoano porque «necesitaba darle las gracias, darle un abrazo y un detalle en agradecimiento de todos los vecinos de Paiporta», así que «entro en Google Maps y veo que hay dos bares. Llamo a uno y le digo que por favor no me cuelgue, que quiero contarle una cosa. Le digo que estoy buscando a una persona que ha estado en Paiporta ayudando, que se llama Iñaki. Y me responde:'lo conozco', coge papel y boli'».

Le facilitaron el teléfono de su hijo y fue así como organizó un encuentro sorpresa. «Hablé con Iñaki hijo y le conté que quería visitar a su padre y entregarle un detalle, que reuniera a la familia». Fue dicho y hecho. El domingo, antes de que Iñaki y su familia se sentaran a la mesa, Toni y su pareja aparecieron por la puerta de la sociedad gastronómica. «Al principio se quedó un poco descolocado, le sonaba pero enseguida se levantó, y soltó un '¡Hostia, Toni, de Paiporta! 'Fue impresionante, muy emotivo. Después nos invitaron a su caserío, nos regalaron quesos, sidra, vino... estuvimos hasta las tantas charlando, pasamos un día muy bonito», cuenta este hombre, que ha aprovechado su visita a Berastegi para recorrer diferentes localidades de Gipuzkoa y alrededores junto a su pareja.

Huella

No era la primera vez que visitaban el territorio pero esta vez fue diferente. «Encontrarme con Iñaki fue el colofón perfecto», expresa sin olvidar aquel 29 de octubre de 2024. La desgracia mostró sus múltiples caras pero también sacó a la luz historias que tocaron miles de corazones, como la ayuda que cientos de voluntarios guipuzcoanos llevaron hasta el lugar de la tragedia.

Mientras los vecinos de las zonas más afectadas recobran la normalidad perdida, aún queda rastro de los devastadores efectos de la dana más destructiva del siglo. «Esto no se va a recuperar en muchos años, queda mucho trabajo por hacer. Se va recuperando, pero vas por las calles y hay aceras rotas, casas que hay que volver a tirar, fachadas apuntaladas, bajos de edificios destrozados...», enumera Toni dando cuenta del desastre. «Parece que se ha olvidado todo, pero no», recalca. «Cuando entró el agua, lo primero que arrancó fue el puente de la vía, luego la pasarela del metro y de los dos puentes que quedaron, uno está cerrado, están remodelándolo. Cuando acaben ese, tienen que derribar el otro, entero. Parece que ya ha pasado todo pero los vecinos están muy nerviosos porque dicen que ha llegado el dinero y la gente no ve eso invertido. Pero es que no da tiempo a hacer las cosas tan rápido. Por ejemplo, el polideportivo tardaron 10 o 15 años en hacerlo, y no se va a poder construir en 2 o 3».

En su caso, tuvieron 'suerte' y la dana no se llevó su casa por delante, aunque «perdimos los garajes, la planta baja en la que teníamos tres coches y una moto». Toni cuenta que la gente «no está tranquila» porque el barranco (de Poyo, que se desbordó y sembró el caos) sigue estando ahí y ya no tiene la protección que tenía antes porque se la llevó el agua. A ver en invierno, esperemos que no pase nada».

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