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Mariano Doporto Marchori había nacido en Cáceres en 1902. Por distintos avatares acabó recalando en San Sebastián. Se trataba pues de uno de esos emigrantes ... de Sur a Norte. Aunque muy diferente a los que muchos años después describía otro donostiarra eminente, Raúl Guerra Garrido, en su novela «Cacereño». Las distintas biografías que se han dedicado a Mariano Doporto nos hablan de un hombre con formación superior, como físico, y de altísimo nivel y reconocimiento internacional. En suma: el que sería hasta la Guerra Civil el director del observatorio Meteorológico donostiarra, era un típico producto de la España de la Restauración de 1876 y de la llamada «Edad de Plata» de la cultura española que dará lugar a figuras de tanto relieve como Manuel de Falla, Ignacio Zuloaga, Picasso y muchos otros mejor o peor conocidos y recordados.
Mariano Doporto estará entre los menos recordados. Así lo afirmaba uno de los primeros biógrafos que estudió su figura a fondo: Aitor Andueza. En un artículo publicado en 1998 en la revista «Llull», destacaba este investigador cómo Doporto había pasado desapercibido en la Historia pese al renombre internacional que alcanzaría antes de su fallecimiento en el año 1964.
A fecha de hoy, ciertamente, no puede decirse que no se le hayan hecho los debidos honores biográficos. Aparte de algunos artículos en «El Diario Vasco», como el del 19 de julio de 2016 y de la ubicua Wikipedia, Mariano Doporto ha sido biografiado en el diccionario de la Real Academia de la Historia y en la Enciclopedia de referencia vasca, Auñamendi. En ambos casos por Aitor Andueza que, como constata el documento conservado en el Archivo Histórico Provincial guipuzcoano bajo la signatura MET 99987/2, ha seguido, desde 1996, minuciosamente sus pasos hasta llegar a su rehabilitación póstuma como meteorólogo español en el año 1979, tras el fin del régimen franquista con el que Doporto, desde luego, no simpatizaba en modo alguno.
Algo que cuentan muchos otros documentos como ese, que es sólo parte de una colección de más de mil legajos relacionados con la vida de Doporto y conservados en ese archivo.
La mayoría de ellos están fechados entre los que se llamaron «felices años 20» y los no tan felices 30. Esos años de entreguerras en los que el mundo que había sobrevivido a una guerra mundial, iba a enfrentar amenazas aún mayores. Como el ascenso de los Fascismos o la formación de grandes potencias totalitarias como la Rusia soviética. Hechos todos cuyas repercusiones llegarían hasta esa España en la que, por el momento, prosperaba como meteorólogo Mariano Doporto.
La documentación relativa a los años 20, pese a la imposición de la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera, parece para él un período relativamente feliz, como corresponde al tópico sobre esos años de fiestas y bailes alocados como el Charleston.
Así hay entre esos documentos felicitaciones de Año Nuevo como la que se conserva en el documento del AHPG MET 36/5188 y le envía en diciembre de 1927 Pedro Manso de Zuñiga. Junto a ésta hay cartas verdaderamente jocosas como la que se conserva también en ese archivo como MET 36/5101, enviada poco después, el 2 de febrero de 1928, por uno de sus amigos desde el Servicio Meteorológico de Madrid donde se recogían toda una serie de bromas sobre los amores en esa capital de Mariano Doporto. También muy en sintonía con la imagen de esos -todavía- felices años de entreguerras.
La vida, pese a la anómala situación española (caída en el vértice autoritario de esa Europa de entreguerras), parecía pues sonreír a Mariano Doporto. Numerosas instituciones internacionales del campo de la Meteorología cantaban sus méritos profesionales y solicitaban sus publicaciones o las intercambiaban con él. Así, por ejemplo, otro documento del AHPG, el MET 33/3087, recuerda que en 1929 el Agriculture Weather Bureau de Estados Unidos le solicitaba uno de sus estudios sobre fenómenos atmosféricos y su medición...
De hecho la vida de Doporto parecía transcurrir en esa San Sebastián de entreguerras de manera casi opulenta. Así sería si consideramos aspectos materiales de ella. Como el coche oficial del que disponía. Nada menos que un Essex de 17 CV, como se ve en el informe que pasaba a la Diputación en 10 de enero de 1934 según el documento del AHPG MET 35/4262.
Pero esa década turbulenta ya iba acumulando nubes de tormenta que descargarían sobre Doporto en muy pocos años. Así permitía intuirlo otra felicitación de Año Nuevo menos blanca que la de 1927. Era enviada (se supone que en 1933) por la «Federación de Pósitos de Pescadores y Cofradías de Mareantes de Guipúzcoa», según el membrete de esa carta que se conserva en el AHPG como MET 32/2017. En ella el remitente le llamaba «señor», pero hablaba también de «camarada» en un inequívoco lenguaje político rubricado por la firma de ese corresponsal, destinado al observatorio de Pasajes de San Juan en el castillo de Santa Isabel, Joaquín Echarri, que se despedía ahí con un «Salud y Fraternidad» de lo más comprometedor en términos políticos.
Indicios que ya delataba una carta muy anterior, de 22 de agosto de 1927 (también conservada en el AHPG como MET 37/5268) donde uno de sus amigos, Collado, le recomendaba desde Gijón, aunque en tono de broma, que moderase sus «ideales bolcheviques» que creía poco gratos en tierras vascas.
Las malas relaciones de Doporto con elementos afines al Integrismo católico, como Pedro Orcolaga, hermano del fundador del observatorio donostiarra -el padre Orcolaga- tampoco iba ser muy favorable en esos años 30, pese a que Doporto lograba que éste fuera despedido por la Diputación guipuzcoana -por su absentismo y desacato hacia él- aún durante la dictadura primorriverista. Como se constata en el documento del AHPG MET 33/2210 fechado en 2 de diciembre de 1929.
Aparte de estas circunstancias, documentos de otros archivos, como el Provincial de Teruel, dejan claro que las felicitaciones de Año Nuevo que Doporto pudiera recibir desde el año 1933, lo acercaban a un futuro que acabaría con su exilio a partir de 1939, recalando en la neutral Irlanda donde viviría como director de su servicio meteorológico hasta su muerte en 1964. Proscrito por el régimen franquista que -como nos dice un artículo de María José Casaus publicado en la web www.dara.aragon.es en 26 de octubre de 2021- lo pone en tal situación por su militancia en el PSOE, su afiliación a la Masonería en la logia donostiarra Altuna Nº 15 y, en definitiva, por su clara afinidad con el Frente Popular de la Segunda República española. Todo lo cual lo lleva a ese exilio, primero en Hendaya y Bayona y después en Irlanda. Hasta donde, como dice el artículo de Casaus, le sigue su joven mujer de 26 años, Mercedes Laguia, a la que el nuevo régimen, sin embargo, considera ajena a la conducta «frentepopulista» de su marido. Ese meteorólogo donostiarra, de origen extremeño, que, desde 1933, caminaba sobre un sendero histórico en el que ya cabrían muy pocas ocasiones de desearle felices años nuevos.
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