«Está guay ser bombero»
Mil niños se convierten en bomberos por un día en una jornada de puertas abiertas en el parque de Donostia, que recupera esta cita tres años después de la pandemia
El parque de bomberos de San Sebastián ha abierto sus puertas a unas 3.200 personas, mil de ellos niños, con una cita que regresa tres años después de la pandemia con motivo del día de San Juan de Dios, patrón de los bomberos, que se celebra el 8 de marzo.
La cita arrancaba a las 9.30 horas y para ese momento una extensa fila de familias esperaba ya en el paseo de Otxoki. Otros, llegaban en el autobús lanzadera desde el centro comercial Garbera, con quien se habían coordinado para no colapsar el tráfico de la zona, supervisado por agentes de movilidad y técnicos de la DYA. En el interior del parque, medio centenar de trabajadores del servicio terminaban de organizar cada una de las actividades previstas para acercar a los más pequeños en qué consiste el día a día de los bomberos.
«Se suele hablar de las 'ideas de bombero', y es porque pese a la amplia formación que tenemos en diferentes materias, en nuestro trabajo nos encontramos con muchas situaciones inesperadas en las que no te queda otra que improvisar con los recursos que dispones en ese momento. Y para mostrar esa variedad de casuísticas hemos organizado varias actividades bastante instructivas para niños, pero también para mayores», comenta Pablo Estensoro, cabo del parque de Donostia, con 22 años de experiencia.
Tirolina, un photocall donde ponerse un traje y un casco de verdad, acceso a los camiones, un laberinto... «Hay un montón de cosas para hacer. ¡Es una maravilla!», exclamaban Gabriel y Telmo, mientras hacían cola para el rocódromo y la escalera. «Yo sí me plantearía ser bombero de mayor. Estás en el parque, sales a salvar gente... Está guay», comentan emocionados estos dos amigos.
En otra zona del recinto, un gran grupo de niños hacía cola para coger alguna de las mangueras con las que tenían que apagar un panel 'en llamas'. «He conseguido apagar el fuego», decía Xabier orgulloso. «Pero la manguera pesaba un montón y había que agarrarla muy bien», apuntaba este niño que también quiere ser «bombero de mayor». «Además, el traje ya lo tengo en casa», señalaba.
Atravesar la humareda
Entre las actividades más demandadas estaban los simuladores. Luis López estaba al frente de una de estas pruebas situadas en el sótano de la torre. «Vamos a entrar en un incendio en una fábrica», explicaba a las familias con los 'xikis' ataviados con cascos rojos que recibían al entrar al recinto. «Queremos que aprendáis a salir de este laberinto, interpretando las señales de la pared, que muchas veces las hemos visto, pero pocas veces les hacemos caso», comentaba antes de matizar que el fuego es simulado y que respirar ese humo no entraña ningún riesgo.
«Yo no quiero entrar», comentaban varios niños algo asustados al ver la luz roja y el sonido simulado de las llamas, antes de acceder al recorrido con escasa visibilidad. En la misma línea iban los comentarios de Nico, recién salido del otro simulador en el que se recreaba el incendio en una vivienda. «Me ha gustado mucho. He entrado y daba un poco de miedo al principio, pero he conseguido salir tocando las paredes», explicaba.
El cabo Jon Domínguez era el encargado de esta otra actividad. Antes de acceder a una sala repleta de humo en la que no se veía nada explicaba a las familias que «ante un incendio en casa tenemos dos opciones, confinarnos nosotros o confinar el fuego. Es decir, si podemos salir, cerramos puertas y aislamos el fuego. Pero si no podemos salir porque estamos bloqueados, nos confinamos nosotros. Nunca atravesamos el humo, porque es lo que mata», advertía.
La lluvia ha hecho su aparición a media mañana, y aunque «incomoda un poco para hacer las colas», no ha evitado que alrededor de mil familias hayan podido disfrutar de una jornada «positiva» en el parque de Donostia, con el colofón de una simulación de rescate en altura, y el diploma que se ha entregado a todos los asistentes.