Gipuzkoa tiene edificios similares a los del fuego de Valencia, la mayoría construidos entre 2000 y 2006
Las fachadas ventiladas comenzaron a expandirse a comienzos de siglo por sus cualidades aislantes en bloques de varias alturas para propietarios con poder adquisitivo
En Gipuzkoa hay edificios equiparables a los dos que el jueves ardieron en Valencia. De hecho, existen precedentes de incendios similares, aunque con resultados no tan graves, como el que se produjo el 9 de enero de 2010 en la torre de Lorea de San Sebastián. Un fuego originado en una vivienda, una fachada ventilada, un efecto chimenea, un revestimiento tipo alucobond (dos láminas de aluminio con un relleno de material aislante en medio)... En aquella ocasión todo quedó en un susto. Las llamas se limitaron a dañar el exterior del edificio, salvo en la vivienda donde se originó, que quedó carbonizada. No hubo heridos ni fallecidos.
Gipuzkoa no es una excepción. También los hay en el resto de Euskadi. Y en otras comunidades autónomas y países. Las fachadas ventiladas, aunque existen desde hace más de un siglo, comenzaron a generalizarse en el territorio «en torno al año 2000» a rebufo del auge de los sistemas para mejorar la eficiencia energética, explica Unai Sarasola, responsable de la Oficina de Rehabilitación de la delegación en Gipuzkoa del Colegio Oficial de Arquitectos Vasco-Navarro (COAVN).
Es a partir de ahí y «hasta 2006» cuando se habrían levantado y/o rehabilitado en Gipuzkoa la mayoría de inmuebles que pueden asemejarse a los calcinados de Valencia. Esto es, con fachada ventilada y materiales fácilmente inflamables en ella.
Sin censo en Euskadi
Es casi imposible conocer la cifra de edificios con más riesgo de inflamación en Gipuzkoa o Euskadi, ya que no existe un censo de inmuebles con esas características. «Habría que revisar cómo está construido cada edificio uno por uno», explica el arquitecto.
El límite de 2006 se explica porque aquel año se publicó el Código Técnico de la Edificación (CTE), el conjunto de normas que regulan la actividad de la construcción en España, que entre otras muchas otras materias endurecía las condiciones exigibles de protección contra incendios en los edificios. La normativa anterior, las Condiciones de Protección contra Incendios (CPI) de 1996, era mucho más laxa. Entre los nuevos requisitos, advertía la necesidad de asegurar una mejor reacción al fuego en los materiales utilizados. Por ello Sarasola entiende que «no habrá muchos edificios que reúnan esas características», ya que «a partir de 2006 es obligatorio usar materiales más ignífugos, como la lana de roca», lo que reduce mucho el riesgo de incendio.
La normativa se endureció aún más en 2019 con la revisión del CTE, que añadió la obligación de fijar sistemas de cortafuegos cada cierto número de plantas para evitar que un fuego desatado en un piso acabe afectando a todo el edificio y dañe, como mucho, los contiguos al del origen de las llamas.
Además de la limitación temporal, otro elemento que lleva a pensar que no serán multitud los edificios potencialmente más peligrosos es que la fachada ventilada es un sistema de aislamiento más caro que otros modelos constructivos, por lo que suele quedar reservado a edificios de cierta altura de promociones destinadas a clientes con un poder económico más bien elevado, como los de Valencia o Lorea.
Es un modelo que se ha demostrado eficaz para regular la temperatura, reduciendo los contrastes entre los días fríos y los calurosos, al tiempo que reduce la condensación y la aparición de humedades. Además, desde un punto de vista estético, «da más juego para lograr acabados singulares».
En resumen, se trata de colocar sobre la fachada una segunda capa de revestimiento separada de la primera por una cámara de aire de entre 4 y 8 centímetros, que en verano evacua el calor por ese tiro de la chimenea, y en invierno mantiene dentro el aire cálido.
Los ayuntamientos y el Colegio de Arquitectos, lugares para consultar
La inexistencia de un censo de edificios con riesgo potencial de inflamación lleva a preguntar dónde se pueden consultar los materiales utilizados y las técnicas constructivas de un inmueble concreto. La respuesta está en el ayuntamiento correspondiente y en los colegios de arquitectos, que guardan todos los proyectos, además de en los profesionales que redactaron el proyecto de construcción o rehabilitación, según el caso. En cualquier caso, Unai Sarasola llama a la «calma» y a «no demonizar las fachadas ventiladas o determinados materiales». «Lo de Valencia es un caso puntual en el que se han juntado una serie de elementos que han provocado la tragedia», recalca.