Frutas sin destino
Alguna vez usted se ha preguntado porque existen plantas cuyas semillas son frutos carnosos, dulces y muy nutritivos? ¿Qué aporta a la planta que sean ... dulces y muy nutritivos para ciertos animales? A cambio de ofrecer alimento dulce y nutritivo, atraen a grandes mamíferos que, al ingerir los frutos y desplazarse por el bosque, los dispersan en sus heces. Esta alianza se llama «coevolución» y ha moldeado tanto la forma, el tamaño y el color de los frutos como los hábitos alimenticios de sus dispersores.
Pero ¿qué ocurre cuando uno de los socios desaparece? Esa fue la pregunta que lanzaron en 1982 el biólogo Daniel Janzen y el paleontólogo Paul Martin. Propusieron que muchas plantas tropicales desarrollaron frutos pensados para animales ya extintos –como mastodontes, caballos nativos o megaperezosos–, quedando hoy atrapadas en un anacronismo evolutivo. Pero faltaban pruebas. Un estudio actual, liderado por González-Guarda, acaba de aportar la primera evidencia fósil que respalda esta hipótesis.
El «Notiomastodon platensis», pariente extinto de los elefantes actuales, recorría grandes distancias a través de bosques ricos en frutos, alimentándose de especies como la palma chilena. Al ingerir los frutos y excretar las semillas lejos, estos gigantes ejercían un papel esencial para su dispersión. Al desaparecer hace unos diez mil años dejó unos frutos anacrónicos, que no significan nada en la biología de hoy.
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