La feria de Santo Tomás se traslada a cada hogar
Acompañamiento social ·
La organización Adinkide ha puesto en marcha varias iniciativas para acercar la Navidad a las personas que viven solasUna cosa es que no pueda celebrarse como es debido el día de Santo Tomás, y otra bien distinta, que no se conserve ... la esencia de un día tan especial. Para mantener esa «chispa de ilusión», la organización Adinkide, de acompañamiento a personas en soledad, lleva días repartiendo bocadillos de chistorra y sidra entre sus mayores, protagonizando episodios de lo más entrañables.
Para Pilar Cubero, Asun González, una riojana de 80 años, es su «amiga mayor». Ya la conocía de vista del barrio, resulta que son medio vecinas desde hace bastantes años, pero esta relación más cercana empezó en verano. Pilar es voluntaria en Adinkide, y en esa asignación de un voluntario a una persona que precise acompañamiento, las vidas de Pilar y Asun se unieron.
Para la octogenaria, la irrupción de esta nueva amiga en su vida es lo más parecido a un regalo caído del cielo. Asun cuenta que pide cada noche a su marido y hermano fallecidos -«mis ángeles de la guarda»-, poder disfrutar de lo que le queda de vida, y «esta mujer es un sol. La pena que solo viene una vez a la semana», cuenta Asun, que lleva afincada en San Sebastián desde hace 53 años. «Pili me pregunta por cosas de La Rioja, le interesan mucho. También por las aceitunas negras y las verdes, y yo le digo que es como con la uva, que hay de distintos colores», reproduce.
Con la Navidad a la vuelta de la esquina, «el vacío de la soledad se siente con más fuerza en estas fechas»
Asun González | Octogenaria
La tierna voz de Pilar al explicar en qué consiste su labor deja entrever que el enriquecimiento es mutuo. «Estas personas tienen experiencias e historias vitales que son una maravilla. Y Asun, concretamente, es maravillosa. Siempre te cuenta curiosidades», apunta.
El plan es visitarles dos horas a la semana, acompañarles a dar una vuelta, tomar un café o echar una partida al parchís. «Cuando hace bueno, salimos a tomar café y un curasán. Y cuando hace malo, Pilar trae los curasanes y yo pongo el café. La soledad es muy triste y tener visitas se agradece mucho», cuenta Asun. «Lo importante es que se sientan acompañados», resume la voluntaria.
Pilar se puso en contacto con Adinkide porque le apetecía dedicar parte de su tiempo a otras personas, y vio en este proyecto la posibilidad de «ser generadora de felicidad», aunque lo cierto es que «es muy bonito porque va en doble sentido». «Con las grandes obras que se hacen en el mundo, esto puede parecer muy pequeñito, pero es una labor muy importante, y más en estos momentos. Para estas personas que se sienten solas, ese corazón que tocas, es mucho».
Planes por Navidad
Con la Navidad a la vuelta de la esquina, llega una época de contrastes, en la que conviven la celebración, el bullicio y las reuniones familiares -este año algo más limitadas- con la soledad no buscada. «Ese vacío se siente con más fuerza en estas fechas».
Por ese motivo, la ONG ha organizado una serie de iniciativas «para llevar una chispita de ilusión» a los hogares de estas personas.
Con motivo del día de Santo Tomás, «el otro día vinieron a mi casa y me tocaron el acordeón, me trajeron un bocata de txistorra, sidra, manzanas asadas, bombones sin azúcar, porque soy diabética, y polvorones», relata Asun.
«Para estas personas que se sienten solas, ese corazón que tocas es mucho. Es una labor muy importante»
Pilar Cubero | Acompañante
Las medidas para evitar contagios no han permitido en esta ocasión visitar a las personas que viven en las residencias de mayores, «pero siempre intentamos estar con ellos aunque sea por teléfono, y les hemos enviado una cesta de Navidad».
No obstante, cuenta que no es el único plan navideño que les han propuesto. Les han regalado un calcetín personalizado, una tarjeta con un marcapáginas... El otro día, le llevaron a Asun a ver las luces de Navidad de la ciudad. «Me gustó muchísimo», dice con voz alegre. «Me montaron en una bici que tenía como un remolque detrás y pasamos por el Mercado de Navidad. ¡Qué bonitas estaban las luces en el puente!», exclama la mujer.
Llevaba más de un año sin salir de su casa. Le da miedo salir sola porque tiene parkinson, «y ya me he caído demasiadas veces». Además, hace cuatro meses le diagnosticaron un cáncer, «pero dije que no quería quimioterapia, que me encontraba bien así, y que ya le vi sufrir mucho a mi marido cuando murió hace siete años». Así que a menos que sea en compañía de su hijo o de Pilar, Asun prefiere estar en casa tranquila.
«Durante el confinamiento pensaba que si me muero, pues ya he vivido 80 años. Otros se mueren antes. Por la noche, les pido a mi hermano y mi marido que me echen un cable para vivir lo poco que me queda un poco mejor y yo creo que me están echando un cable», confiesa, «con Pili lo paso muy bien». Para Pilar, es igual de satisfactorio. «Es como pertenecer a una red de corazones, unidos por el cariño y por querer alegrar el día y la vida a estas personas».
Plan estrella
Comer chistorra el día de Santo Tomás es uno de los planes estrella para los voluntarios y usuarios de Adinkide como Asun y Pilar, pero estas navidades tan extrañas han dado rienda suelta a la imaginación y las actividades han ido más allá. El objetivo es siempre el mismo, ofrecer acompañamiento a aquellos mayores que se encuentran en situación de soledad no deseada. Lo que cambia es la forma en la que se comparte el tiempo. A través de la iniciativa 'En Santo Tomás me tomo el bocata contigo', «se han realizado comidas más reducidas, de 2 a 4 personas, para que las personas mayores puedan vivir un día especial en compañía y romper con la rutina y el distanciamiento que ha impuesto el coronavirus», explican desde Adinkide. «Además del beneficio que implica esta experiencia a nivel anímico y emocional, favorece la socialización, un aspecto clave en el bienestar y la salud física y mental para las personas mayores. De esta manera, hemos posibilitado que disfruten de esa compañía y complicidad que tanto necesitaban después de meses de confinamiento (y autoconfinamiento posterior, en muchos casos)», añaden.
Tanto voluntarios como personas mayores que viven en soledad lamentan no haber podido «celebrar la amistad en grupo.
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