El 27 de junio de 1966 cayó un meteorito en Saint-Séverin en Francia. Resultó que tenía un alto contenido de hierro y níquel y algo de fósforo. El níquel y el hierro estaban estructurados como un tetraedro, en lo que se conoce como tetrataenita, que posee unas propiedades magnéticas sumamente interesantes: se consiguen imanes similares a los que hoy hacemos con tierras raras. La enorme diferencia es que las tierras raras son muy escasas mientras que el hierro y el níquel son muy abundantes.
Uno de los problemas es que la tetrataenita necesita millones de años para cristalizar. Si queremos hacerlo de un modo útil no podemos esperar tanto ... tiempo. Un artículo de 'Advanced Science', cuyo autor principal es Lindsay Greer, de la universidad de Cambridge, nos informa que en 2022, sin pretenderlo, lograron sintetizar la tetrataenita. Su sistema de fabricación era muy complejo. Muy pronto en la universidad Norteastern de Boston, Laura Lewis y su equipo, lograron fabricarla de otro modo.
Son sistemas de fabricación muy artesanales. Si se lograra producirlo en masa, sería estupendo, pues podríamos prescindir de las tierras raras.
Otro problema que todavía hay que solucionar es que no pierda las propiedades magnéticas a las temperaturas cercanas a los 150ºC que se producen en los motores eléctricos. Los imanes con tierras raras lo resisten muy bien, pero la tetrataenita sintética todavía no.
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