De dónde viene la vida? Esa pregunta siempre me ha intrigado. Me influyó tanto leer a Flammarion («La pluralidad de mundos habitados») como a Oparin (« ... El origen de la vida en la Tierra»), y durante años pensé que el origen de la vida era sencillo, pero que la aparición de inteligencia como la humana era casi imposible. Nuestra especie es rara: el cerebro consume gran parte de nuestra energía y no sé qué ventaja evolutiva tuvo en sus primeras fases. Concluí que la probabilidad de que surja una inteligencia similar a la nuestra es prácticamente nula, aunque seguía creyendo que formar vida era fácil.
Sin embargo, un reciente estudio publicado en «Nature» por Robert G. Endres y colaboradores pone en duda esa idea. Usando cálculo de probabilidades y complejidad algorítmica, estimaron la posibilidad de que la vida surgiera espontáneamente bajo condiciones de la Tierra primitiva. Los resultados son sorprendentes: matemáticamente, la aparición de vida es muchísimo más improbable de lo que pensábamos. Comparan el proceso con escribir un artículo coherente lanzando letras al azar. Todo sugiere que las simples reacciones químicas y el azar no bastan: quizás necesitamos descubrir nuevos principios físicos y químicos para explicar cómo empezó la vida.
Tal vez la vida se formó en entornos mucho más estables que la Tierra primitiva. Me parece que nuestro código genético es de segunda generación. ¿Tal vez no es terrestre?
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