Se enfrenta a 13 años de cárcel por maltratar durante años a su mujer en San Sebastián

El caso, instruido por el Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Donostia, recoge diversos episodios violentos que habrían ocurrido desde 2013 y hasta al menos 2019. Según el escrito de acusación provisional de la Fiscalía de Gipuzkoa, este hombre, de nacionalidad española y sin antecedentes penales, vivía en Donostia con su mujer, su hija, y otra menor hija de su esposa que había tenido fruto de una relación anterior.

En dicha convivencia se producían «discusiones», si bien desde el año 2013 el acusado comenzó a adoptar «un comportamiento agresivo y violento» hacia su mujer, llegando a propinarle «empujones, así como a zarandearla y agarrarle fuertemente de los brazos» en diversas ocasiones. No obstante, no consta acreditado que la mujer sufriera lesiones, ya que nunca acudió a un centro médico.

En ese contexto de violencia, el procesado, con la intención de asustar a la mujer, «golpeaba y rompía el mobiliario de la vivienda, llegando incluso a romper una de las paredes y dos puertas» durante las citadas discusiones.

Por otro lado, según acusa la Fiscalía, durante toda la relación de pareja el hombre sometió a la mujer a un «fuerte control» de sus «movimientos y relaciones», llamándole constantemente cuando salía de casa para saber dónde y con quién estaba. En algunos casos le obliga a realizar videollamadas para «comprobar que le decía la verdad».

También se recogen insultos, ya que «con el ánimo de humillarla», recurrentemente la llamaba «puta», al tiempo que la «culpaba de que él tuviese una nueva pareja sentimental» porque ella «no le daba lo que él necesitaba», y acusándola de que salía a la calle «solo a buscar hombres».

Finalmente, «a consecuencia del clima de violencia física y psíquica en el que vivía», la mujer le comunicó en 2019 que quería separarse, y que no quería tener más relaciones íntimas con él. Sin embargo, la Fiscalía señala que pese a conocer esa negativa, aprovechando que seguían durmiendo en la misma cama, el hombre abusaba sexualmente de ella de forma continuada. Ella, a pesar de insistir en su negativa, finalmente accedía «por el temor a posibles reacciones violentas por parte del acusado».

Todos estos años de «violencia estructural, caracterizada por una situación de desigualdad y abuso de poder característico de la violencia de género» han provocado en la mujer una afectación psicológica. El acusado, señala la Fiscalía, presenta además «elementos psicosociales compatibles con los hechos denunciados».

El Ministerio Público acusa al procesado de un delito leve de injurias en el ámbito de la violencia de género, por el que pide una pena de 30 días de localización permanente; un delito de maltrato psíquico y físico, por el que pide 3 años de prisión y privación al derecho a tenencia y porte de armas; y un delito continuado de abuso sexual con penetración, por el que reclama 9 años de cárcel. En este último aplica la agravante de parentesco.