Siempre me han fascinado los volcanes y la energía geotérmica. Recuerdo cómo en el Timanfaya, en la isla de Lanzarote, echaban agua en un pozo y poco después salía un gran chorro de vapor, un enorme géiser. Así se demostraba el poder del calor del interior de la Tierra. Ese calor es enorme. Tan solo usando el 0,1% se podrían satisfacer todas las necesidades energéticas de la humanidad. Hay algunos sitios privilegiados, como son Lanzarote en las Islas Canarias o Islandia, donde se puede llegar al enorme calor perforando unos pocos metros, pero eso no es lo normal. Para poder conseguir calor aprovechable como energía en cualquier parte del mundo hay que llegar aproximadamente a veinte kilómetros de profundidad.
Perforar veinte kilómetros no es nada sencillo. La mayor profundidad alcanzada ha sido la de la península de Kola, en un experimento realizado por la entonces Unión Soviética y que llegó a algo más de doce km.
El MIT de Massachusetts es uno de los centros de investigación más prestigiosos del mundo. Una empresa, formada por ingenieros del MIT, ha desarrollado una técnica para poder perforar la superficie de la Tierra hasta los veinte kilómetros de profundidad. Utilizan para ello chorros de plasma que vaporiza las rocas. Llegados a esa profundidad es relativamente sencillo convertir de ese calor en electricidad barata y en cualquier parte del mundo. Esperan tener en funcionamiento el primer generador en 2026.