Emocionante reencuentro con Olentzero en Mirandaola

La vida ha cambiado mucho desde la última vez que Olentzero visitó el Valle del Hierro, en Legazpi. Hace un año, el coronavirus era un mal lejano del que comenzaban a llegar las primeras noticias e imágenes procedentes de la ciudad china de Wuhan, por aquel entonces, más propias de una película de ciencia ficción que de la realidad a la que estábamos acostumbrados. Mientras la pandemia brotaba en el corazón del país más poblado del mundo, las fiestas prenavideñas inundaban numerosos pueblos de Gipuzkoa, los besos y los abrazos todavía contagiaban afecto y nada sabíamos de confinamientos, de curvas de transmisión de la Covid-19, de tasas de incidencia o de la nueva normalidad...

El virus ha cambiado muchas cosas en todo este tiempo, pero la ilusión de los niños sigue intacta. No hay mascarilla que tape su felicidad al ver a Olentzero, desborda por los ojos, las mejillas sonrientes y el biorritmo de un corazón a mil cuando llega el momento de entregar esa carta, la más importante del año, en la que han escrito y repasado afanosamente sus deseos de este año, un 2020 que también ha sido puñetero para ellos.

El esperado momento llegó ayer en Mirandaola, en el corazón del valle del Urola. Olentzero acudía a la ferrería que tantas veces frecuenta para llevar carbón, en esta ocasión, con otro cometido, el de reencontrarse con los niños por primera vez después de todo un año de trabajo en el monte, en el que ha seguido con atención los vaivenes de la pandemia.

«Los niños y niñas han sido unos auténticos campeones este año y por eso he vendido todo el carbón ninguno se lo merece y ninguno lo recibirá estas navidades», anunciaba. Y aunque la situación sea complicada, Olentzero aseguraba: «Llegaré a todas las casas, que no tengan ninguna duda y estén tranquilos. Cuento además, con un gran número de ayudantes en los pueblos de toda Gipuzkoa para ello».

La escena se repetirá durante los próximos días en Mirandaola a través de los talleres de Olentzero organizados por la fundación Lenbur. Las limitaciones de movilidad, aforo y distanciamiento social en vigor por la pandemia del Covid-19 hicieron tambalear esta actividad, en la que cada año participan miles de familias y que de año en año ha tenido que ir aumentando las fechas de los talleres y adelantado su inicio para poder atender toda la demanda. De hecho, este año se habían apuntado 5.000 personas, pero ha sido imposible desarrollar los talleres con todas ellas debido a la pandemia.

En esta recta final hacia las fechas de Navidad, Lenbur ha organizado una tanda de talleres más reducida dirigida a los niños de Legazpi y los municipios colindantes de Antzuola, Oñati, Urretxu y Zumarraga que sí tienen permitido desplazarse hasta Mirandaola.

En cuanto a los propios talleres, se han reformulado para poder realizarlos con todas las medidas anti-Covid-19 precisas e incluso, mayores. La actividad comienza en el Museo del Hierro Vasco enclavado en la propia Mirandaola, con una narración sobre la historia de Olentzero, su oficio y el Valle del Hierro. El aforo del museo bajo las nuevas restricciones es de 90 personas. «De todas formas, nosotros hemos reducido aún más esa cifra, estableciendo en 30 el número de participantes en los talleres», explican los responsables de Lenbur.

Al inicio de la actividad se crean 'grupos burbuja' por familias, que se mantienen hasta el esperado momento final, en el que pasan del museo a la ferrería para poder encontrarse con Olentzero ya de forma individual. «Aquellas familias de pueblos colindantes que estén interesadas en tomar parte en los talleres deben contactar con nosotros cuanto antes llamando al 943730428 en el horario de 10.00 a 14.00 horas o enviando un correo electrónico a la dirección mirandaola@lenbur.com», informan.

Este año no será fácil encontrarse directamente con el carbonero, ya que en muchas localidades ya han anunciado que se suspenden desfiles y bienvenidas, aunque en algunos casos se han buscado fórmulas alternativas, como en Donostia donde no habrá desfile por la ciudad, pero sí se podrá ver al carbonero y a Mari Domingi el 23 y 24 de diciembre en el Teatro Principal. O en Irun, donde la llegada de la popular pareja que se celebra cada 24 de diciembre por las calles de la ciudad y en la plaza San Juan, se «teatralizará» en el Centro Cultural Amaia.