La incineradora cumple dos años con las emisiones muy por debajo del límite legal

Así lo sostiene un balance de actividad realizado por la Diputación de Gipuzkoa cuando acaban de cumplirse dos años de la puesta en funcionamiento definitiva de la instalación. Entre aquel 10 de diciembre de 2020 y noviembre del año pasado la incineradora ha demostrado ser menos contaminante que otros elementos como el tráfico o las olas de aire sahariano que llenan el aire de partículas nocivas.

De hecho, los análisis de calidad del aire en diferentes estaciones y por horas avalan que «no existe correlación alguna entre las toneladas al mes quemadas y los contaminantes en la atmósfera, lo cual nos confirma la correcta depuración de gases que se realiza en la planta», concluye el informe.

El estudio se basa en los resultados de cuatro cabinas de control que el consorcio de residuos de Gipuzkoa (GHK) tiene colocadas en Zubieta, Lasarte-Oria, Usurbil y Andoain para monitorizar en todo momento la calidad del aire a diferentes distancias de la planta. Medidores que están conectados a la red del Gobierno Vasco.

Los datos revelan que la cabina que peor calidad del aire registra es la de Andoain, con entre 16 y 30 microgramos de dióxido de nitrógeno (NO2) de media diaria, según la hora. Tras ella están la de Lasarte (12-24) y la de Usurbil (8-15), siendo precisamente la de Zubieta la que mejores resultados presenta, con una media de entre 7 y 14 microgramos de NO2 diarios.

La ubicación de estas estaciones de medición y el desglose de los datos por horas abonan la tesis de que el principal factor contaminante es el tráfico de vehículos. El orden en el que aparecen las cabinas está directamente relacionado con su cercanía a la carretera y a la intensidad de tráfico que esta soporta. Además, la curva diaria revela que los picos de contaminación se dan en los cuatro casos entre las 7 y las 9 de la mañana y las 8 y las 9 de la tarde, las horas punta en la red viaria.

Por otro lado, el análisis mensual de la presencia de partículas muestra que, salvo en Andoain, esta fue más baja en julio y agosto, cuando menos tráfico hay, mientras que el mes en el que la incineradora quemó más residuos fue julio. Desmiente así el análisis cualquier teoría que apunte a que a mayor actividad de la planta de Zubieta, peor es la calidad del aire del entorno.

En el desglose por tipo de emisión, el departamento de Medio Ambiente que dirige José Ignacio Asensio (PSE) remarca que en todos los casos las cantidades expulsadas a la atmósfera son muy inferiores a lo que permite la normativa europea, a los requisitos que exigía GHK en el concurso para adjudicar la gestión de la incineradora –en varios casos más restrictivos que la ley– , e incluso a los compromisos adquiridos por Ekondakin, la compañía gestora de la instalación, que ya de por sí mejoraban sustancialmente la normativa y los pliegos de GHK.

En el caso de las partículas, por ejemplo, las emisiones han sido en estos dos años de apenas el 2% del máximo permitido, con un tope en momentos puntuales del 4,7%. En el caso del cloruro de hidrógeno (HCL), el 8% de media y un pico del 35,8% de lo tolerable, o en el del dióxido de azufre (SO2), del 1% de media y tope del 7%. Esto es, tanto en estos como en el resto de ejemplos, las emisiones medias han estado por debajo del 10% de lo legalmente permitido.

Con este nivel de emisiones, y comparando los resultados con las que habrían generado los residuos si hubieran sido depositados en vertederos como ocurría antes, Medio Ambiente concluye que la puesta en marcha de la incineradora ha evitado hasta la fecha la expulsión al aire de 148.000 toneladas equivalentes de dióxido de carbono (CO2). Eso sin contar el efecto del transporte y el impacto de llevar la basura de Gipuzkoa en camiones a otros territorios y comunidades como ocurrió entre 2016 y 2020.

En esos años, ante la falta de incineradora tras la decisión del entonces gobierno de Martin Garitano (Bildu) de paralizar su construcción durante los años que gobernó la Diputación (2011-2015), y con los vertederos clausurados, hubo que transportar 630.390 toneladas de residuos a Cantabria, Bizkaia, Navarra e Iparralde, en una medida de urgencia que costó 47,6 millones de euros.

En estos dos años, la incineradora ha tratado 388.000 toneladas de basura, de las que la mayoría (270.324, el 70%) era fracción resto, 84.630 biorresiduos, y 33.400 toneladas de envases.

Además de incinerar, en Zubieta se desarrollan labores de separación de materiales mal depositados para su recuperación, y se tratan otro tipo de residuos, como el orgánico. Ello ha permitido recuperar 22.700 toneladas de envases, 12.300 toneladas de otros materiales, 10.000 de compost y 28.130 de digesto compostado. Además, de la propia incineración se han obtenido 40.670 toneladas de escorias reutilizadas para la fabricación de cemento.

Y es que casi una cuarta parte del peso que acaba entrando a incineración, también es recuperado al convertirse en esas escorias a las que se da una nueva vida.

Como es sabido, la incineradora es a la vez una fuente de energía renovable, pues su actividad se aprovecha para generar electricidad. Durante sus dos primeros años de actividad, ha trasladado a la red eléctrica 157.535.650 kilovatios/hora (kWh), cantidad suficiente para abastecer a 45.000 hogares.