«Me han salvado la vida dos veces»
día mundial del trasplante ·
El donostiarra Juan Manuel Lorenzo relata su experiencia tras someterse a dos trasplantes de hígadoA Juan Manuel Lorenzo se le cayó «el mundo encima» cuando a sus 21 años los médicos le dijeron que la única posibilidad de curar ... su enfermedad hepática era un trasplante, pero que intentarían aplazar esa intervención en unas condiciones de vida «más o menos aceptables». Su juventud transcurrió entre intimidantes pasillos de hospital, el verde más aséptico de los uniformes y el gris metalizado de los goteros y sometido a numerosas pruebas, medicación y rigurosos controles. Hasta que su hígado dejó de funcionar: Juan Manuel necesitaba uno nuevo. En 2014 recibió su primer trasplante y un segundo en 2018, porque volvió la enfermedad. Ahora se encuentra «relativamente bien, parece que el hígado está estable», afirma «cruzando los dedos» este donostiarra en el Día Mundial del Trasplante de Órganos.
Cuenta que llevar en su interior un 'pedazo' de otra persona «que no tiene nada que ver contigo, incluso ni el tipo de sangre» le resulta «como de ciencia ficción, un misterio» y su principal sensación fue y sigue siendo la «necesidad de dar las gracias al donante y a su familia, que al final es quien tiene la última palabra, porque gracias a ellos yo hoy estoy aquí. También la fortuna de contar con los profesionales médicos. Me han salvado la vida dos veces».
Se sometió a esta intervención en el Hospital de Cruces de Bilbao, el único centro en Euskadi donde realizan trasplantes de riñón y de hígado -el de corazón y pulmón se derivan al Hospital de Valdecilla, en Cantabria-. El año pasado se practicaron un total de 71 trasplantes de hígado y 152 de riñón, un 10% menos que en 2019 debido a la pandemia, y desde que se puso en marcha el Programa de trasplantes en este hospital, el 1 de febrero de 1996, se han realizado un total de 1.618. Según explican los doctores de la unidad, el digestólogo Javier Bustamante y Andrés Valdivieso, jefe de cirugía del programa, «el trasplante ha dejado de ser desde hace muchos años un tratamiento experimental a ser un tratamiento rutinario y perfectamente normalizado porque se ha avanzado muchísimo en cuanto a técnicas quirúrgicas, anestésicas, los antibióticos y fármacos antirechazo…».
Riesgos
Cuando Juan Manuel se puso enfermo, hace 20 años, «apenas había oído hablar nada de trasplantes. Si después de haber pasado dos me sigue pareciendo ciencia ficción, imagínate en aquel momento. El riesgo era mayor, los resultados de éxito estaban en un 50-60%, que no tiene nada que ver con ahora -entre un 88% y un 95%-. Pero te dices: 'esto es lo que hay, no hay otra alternativa para curar mi enfermedad, pero al menos hay algo', y te agarras a eso».
«Siempre tuve en mente la esperanza de que cuando empeorase tenía la opción del trasplante para poder seguir viviendo»
jUAN MANUEL LORENZO, TRASPLANTADO DE HÍGADO
«El trasplante pasó de ser un tratamiento experimental a ser una rutina gracias a los muchísimos avances»
Javier Bustamant, Digestólogo unidad de trasplante
«A pesar de lo muchísimo que se dona y se trasplanta hay gente que no llega. Hay que seguir esforzándonos»
Andrés Valdivieso, Jefe de unidad de trasplante
Cuenta que su calidad de vida era «horrible» porque el principal síntoma de su enfermedad -colangitis esclerosante que afecta a las vías biliares- eran «unos picores intensos por todo el cuerpo, desde la punta de los pies hasta la cara. Cuando se producían los brotes era intratable. Recuerdo a mis padres, a mi hermana y después a mi esposa con masajes con todo tipo de cremas, duchas de agua fría, noches sin dormir, las sábanas llenas de sangre porque me rascaba y tenía el cuerpo lleno de heridas. Eso ha sido lo peor y ha durado muchísimos años, acompañado además de una colitis ulcerosa que me daba mucha guerra», explica este hombre que reconoce que se fue «acostumbrando» a vivir con la enfermedad, pero «siempre teniendo en mente la esperanza de que cuando empeorase, sabía que tenía la opción del trasplante». Para Juan Manuel el tiempo dejó de correr a su favor cuando en 2014 su hígado se deterioró del todo y pasó a una lista de espera que se alargó seis meses. «Esos momentos los viví con alegría y a la vez expectativa, porque no sabes con qué te vas a encontrar, cómo va a aceptar tu cuerpo un órgano que es de otra persona… todas esas cosas te las preguntas y le das muchas vueltas, pero es que si no me sometía a esa intervención iba a aguantar 4 días, peligraba mi vida», afirma. Después de 8 horas en el quirófano, dos trasplantes, varios sustos y una recuperación «durísima», por fin ha dado la vuelta y se encuentra «relativamente bien» aunque con «mucho respeto» al Covid.
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