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A. Algaba
Sábado, 1 de febrero 2025, 11:47
Ocurrió a mediados de marzo de 2022. De un día para otro una gran tormenta de polvo sahariano barrió la península y alcanzó también Gipuzkoa. ... Muchos recordarán el ambiente con una especie de bruma anaranjada que apenas dejaba ver el sol, y la ropa tendida, los coches, balcones y aceras cubiertas con una capa de tierra. Hasta la fecha, ese fue el capítulo más intenso y prolongado de calima que se recuerda en el territorio.
En aquellos días se recomendó recuperar las mascarillas o no hacer deporte para no inhalar tantas partículas de polvo y arena que pudieran dañar la salud. Ahora, una investigación realizada con polvo sahariano recogido aquellos días en unos 80 puntos de España y otros países ha sacado a la luz varias conclusiones y entre ellas, la presencia en esa calima de material radiactivo de pruebas nucleares realizadas por Estados Unidos y la Unión Soviética en las décadas de los 50 y los 60 del siglo pasado. Eso sí, la afección para la salud humana sería limitada.
Una investigación liderada por las universidades de Oviedo y París-Saclay ha examinado la radiactividad de las tormentas de arena sahariana y ha determinado que su contenido en material radiactivo es «muy inferior» a los niveles de riesgo para la salud humana. Han revelado, además, que contra lo que se suele afirmar con estos episodios de calima, el material radiactivo transportado «no estaba relacionado con las pruebas de bombas nucleares realizadas por Francia en el desierto argelino en los años 60 del pasado siglo».
La investigación, encabezada por Germán Orizaola, profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo, y Olivier Evrard, de la Universidad París-Saclay, acaba de ser publicada en la revista 'Science Advances' de la Academia Americana para el Avance de las Ciencias.
Según ha explicado la Universidad de Oviedo, las tormentas de arena sahariana, o calimas, que llegan al continente europeo son cada vez más frecuentes e intensas. A mediados de marzo de 2022, Europa occidental experimentó una calima excepcional por su duración y la cantidad de material depositado. Análisis geoquímicos y mineralógicos, junto al examen de imágenes satélite, ha permitido situar con precisión su origen en el sur de Argelia, determinar que su contenido en material radiactivo era muy inferior a los niveles de riesgo para la salud humana, y revelar que, contra lo que se suele afirmar con estos episodios de calima, el material radiactivo transportado no estaba relacionado con las pruebas de bombas nucleares realizadas por Francia en el desierto argelino en los años 60 del pasado siglo.
Germán Orizaola, profesor de Zoología de la Universidad de Oviedo, destaca que «estos fenómenos de calima son muy llamativos y suelen generar cierta alarma social por la cantidad de material radiactivo que pueden contener, y porque uno de los principales lugares de origen coincide con la zona en la que Francia realizó pruebas de 17 bombas nucleares hace unos 60 años».
Este trabajo obtuvo unos niveles medios de cesio radiactivo en esas muestras de 14 Bq/kg, cuando los niveles autorizados en productos alimenticios se sitúan en 1000 Bq/kg y en 400 Bq/kg en el caso de productos de alimentación infantil. Realizando cálculos de la cantidad de cesio radiactivo suspendido en aire durante estos fenómenos de calima, el estudio estimó que en marzo de 2022 estos niveles fueron mil millones de veces inferiores a los autorizados por la Unión Europea. «Nuestro trabajo demuestra que el material radiactivo transportado en este episodio de calima no representó ningún riesgo para la salud humana», añade.
Los investigadores analizaron la composición mineralógica y geoquímica de todas las muestras, además de un análisis detallado de la concentración de 31 elementos químicos y de isótopos de plomo en una selección de localidades. Estos análisis, junto al estudio de fotografías satélite tomadas durante marzo de 2022 y de los datos existentes de estaciones de medición de calidad de aire en Europa, se utilizaron para identificar con precisión el origen de este episodio de calima. La abundancia del mineral arcilloso palygorskita, junto al análisis de las proporciones de isótopos de plomo y de tierras raras, mostró un patrón característico de sedimentos localizados en el sur de Argelia, lo que también corroboraron las imágenes de satélite.
La zona del sur de Argelia identificada como origen de la calima de marzo de 2022 incluye la región de Reggane, donde se realizaron las primeras pruebas de bombas nucleares francesas en 1960. Francia llevó a cabo en el desierto argelino un total de 17 ensayos nucleares, 4 atmosféricos entre 1960 y 1961 y 13 subterráneos entre 1961 y 1966.
Una preocupación frecuente cuando se producen fenómenos de calimas saharianas es la probabilidad de que estos episodios transporten a Europa material procedente de esas pruebas nucleares disperso en el desierto argelino. Este trabajo examinó esa posibilidad a través del análisis detallado de la concentración de diferentes isótopos de plutonio (240Pu,239Pu) y cesio (137Cs).
El análisis de las proporciones de esos elementos radiactivos no se correspondió con la señal generada por las pruebas atómicas francesas. En cambio, coincidió con la señal global de radiación detectada a lo largo del planeta, dominada por los ensayos nucleares realizados por la Unión Soviética y Estados Unidos durante las décadas de 1950 y 1960. «Este trabajo representa el primer análisis sólido que descarta que con las calimas llegue material radiactivo asociado a las pruebas nucleares realizadas en el Sáhara», afirma Germán Orizaola.
Este estudio se organizó alrededor de una llamada a través de redes sociales para fomentar la colaboración ciudadana en la recogida de muestras a lo largo de diversos países europeos. La recogida de muestras, coordinada por Ana Elisa Valdés, investigadora del IMIB-Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (Universidad de Oviedo-CSIC-Principado de Asturias), obtuvo un total de 110 muestras de polvo sahariano recogidas por 69 colaboradores provenientes fundamentalmente de España (80 muestras), Francia (14) y Austria (12).
La gran participación ciudadana en este proyecto, junto a la interacción entre diversas instituciones públicas internacionales, y el uso de datos generados y mantenidos por agencias climáticas y medioambientales proporciona lecciones muy útiles acerca del interés social en la ciencia y el valor de mantener estructuras científicas públicas.
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