Cuatro homicidios en cinco meses, la cifra más alta desde hace seis años en Gipuzkoa
Todos los casos se hallan esclarecidos y la Ertzaintza ha puesto a los presuntos autores a disposición de la Justicia
En cinco meses y nueve días, Gipuzkoa ha registrado ya cuatro homicidios. Es el balance provisional de criminalidad del territorio en este 2019. La ... cifra preocupa y quiebra la tendencia que se había observado en los últimos años, en los que los delitos consumados contra la vida casi habían desaparecido de las estadísticas. El territorio no contabilizaba un asesinato desde hace tres ejercicios. Habría que remontarse hasta septiembre de 2015 para encontrar el último. La víctima fue entonces un ciudadano portugués de 41 años, cuyo cadáver fue hallado en su domicilio, en el barrio donostiarra de Herrera. El móvil fue atribuido a un ajuste de cuentas vinculado a la compraventa de droga.
Los cuatro crímenes de estos primeros meses constituyen además la cifra más elevada de los últimos seis años. Solo en 2012 el número de homicidios fue superior. Entonces se contabilizaron cinco, uno más que ahora. En 2013 fueron dos los asesinatos, por uno en el 2014 y tres en 2015. Los tres siguientes ejercicios se cerraron sin muertes dolosas, aunque el fallecimiento del joven de Urnieta, Asier Niebla, en el comienzo de la Semana Grande donostiarra del pasado año, tras recibir un fuerte puñetazo y caer al suelo, donde se golpeó en la cabeza, está siendo instruido por la justicia como homicidio, mediante el procedimiento del tribunal del jurado.
Asimismo, en 2017 la muerte de una persona en un incendio en una empresa habitada por okupas en Andoain se tramitó como un presunto homicidio. Sin embargo, el caso fue archivado toda vez que no se pudo demostrar que el siniestro hubiese sido provocado de forma intencionada.
Gipuzkoa lleva contabilizados desde 2004, un total de 37 crímenes. El trienio 2009-2011 fue el que tuvo el mayor número de muertes, quince en total, cinco cada año. Entre ellas se encuentra el brutal asesinato de la zarauztarra Amaia Azkue, cuyo cadáver fue hallado el 16 de marzo de 2011 en el embalse de Ibai Eder, así como los crímenes machistas de Jasmín Rodríguez, el 19 de mayo de 2009 en Irun; Elena Cal, el 17 de enero de 2010 en Tolosa, y el de Charo Román, en julio de 2011 en Hernani.
También en octubre de 2011, la sociedad guipuzcoana despertó conmocionada tras conocer que una niña de dieciocho meses moría ahogada en la playa de Zarautz. Más tarde se supo que su padre la había arrojado al mar en un acto de venganza por las diferencias que mantenía con la madre de la víctima, expareja del acusado. El padre fue finalmente condenado a 21 años de prisión después de que un jurado le declarase culpable de asesinato.
Todos resueltos
Pese al drama y dolor que todas estas muertes generan, cabe realizar una lectura positiva. Todos los delitos han sido esclarecidos y sus autores puestos a disposición de la justicia. Es mérito de las personas que conforman el Servicio de Investigación Criminal Territorial de la Er-tzaintza de Gipuzkoa. Solo un asunto, el asesinato perpetrado en 30 de agosto de 2006 en el parking del club Errota Berri, en el barrio donostiarra de Igara, duerme en el archivo del juzgado, aunque los investigadores creen que el caso está «policialmente» resuelto. En la fase de instrucción se practicaron dos detenciones. No obstante, la Fiscalía estimó que no había suficientes pruebas incriminatorias para formular una acusación que pudiera prosperar en una vista oral.
En el suceso perdió la vida un hombre de 37 años. La víctima recibió un disparo cuando se hallaba en el interior de una furgoneta. Finalmente, el caso se archivó. La pistola nunca se localizó, sin bien en una entrada y registro que la Policía llevó a cabo en la autocaravana del presunto autor se halló una bala completa. Las muescas que presentaba la vaina, causadas por la uña extractora del arma, desveló que el proyectil que mató a la víctima y esta bala hallada habían estado alojadas en la misma pistola. No obstante, esta prueba no fue suficiente.
Sin una razón
Investigadores y expertos en criminología consultados aseguran que el aumento de homicidios observado este año no obedece a ningún patrón, sino que es fruto de la casualidad. Las cinco víctimas de este año han sido la bebé que fue arrojada debajo de un coche presuntamente por su madre menor de edad al poco de dar a luz en Arrasate; el varón que perdió la vida en el incendio intencionado de una casa de okupas en la zona del Infierno en Donostia; el también menor Santi Coca, que falleció tras ser objeto de una agresión por otros jóvenes frente al Club Náutico de San Sebastián, y Pablo Acuña, el ciudadano nicaragüense que el mes pasado murió tras recibir varias cuchilladas en Elgoibar.
Expertos policiales señalan que los móviles de dichas muertes son todos diferentes y destacan que no existen similitudes entre ellas, salvo que tres se produjeron con nocturnidad y que, en al menos dos, el alcohol y la ingesta de alguna otra sustancia pudo haber repercutido en el desarrollo de los acontecimientos.
Los crímenes
El primero de los crímenes de este año se cometió sobre las seis de la mañana del pasado 1 de marzo. A esa hora se desató un incendio en las instalaciones que hace varias décadas albergaron la empresa de transportes La Guipuzcoana, situada en el Camino de Zubiberri, en la salida de Donostia hacia Añorga Txiki, en el punto que se conoce como el Infierno. En el suceso perdió la vida un hombre de 49 años, al que conocían como Goyo, y otros dos resultaron heridos. En las primeras horas no se practicaron detenciones, aun cuando los investigadores sabían que el siniestro era intencionado. Cuatro semanas más tarde, sin embargo, la Ertzaintza arrestó a un varón, vecino de Bergara, de la misma edad que el fallecido, como presunto autor. El encausado había residido en dicho edificio junto con su entonces pareja sentimental, sobre la que tenía orden judicial de alejamiento. Todo indujo a pensar que el móvil del delito fue la venganza contra la expareja.
El segundo de los homicidios se cometió dos días después. Era la madrugada del 3 marzo cuando una menor de edad abandonó a su hija recién nacida debajo de un coche en Arrasate. La madre dio a luz en la calle después de que un taxista la trasladase, junto a dos amigos suyos, entre ellos su novio, desde una población vizcaína hasta la localidad cerrajera, a donde llegaron en torno a las 3.30 horas.
La joven ya mostró durante el viaje, en el interior del coche, síntomas que vaticinaban un inminente alumbramiento. Una vez en Arrasate, el parto se habría desencadenado de forma rápida, con lo que la chica dio a luz en la vía pública o en un lugar apartado. Tras el nacimiento, la bebé fue abandonada debajo de un coche que permanecía estacionado en la calle Galicia del barrio Santa Teresa, donde fue descubierto por el perro de un vecino en torno al mediodía. La madre se halla actualmente ingresada en un centro de menores en régimen cerrado.
Santi Coca fue la víctima número tres. El joven donostiarra de 17 años falleció el pasado abril tras permanecer tres días en coma. Santi fue objeto de una agresión a las cinco de la madrugada del día 26, en la calle Ijentea, entre el Real Club Náutico y el Ayuntamiento de Donostia. El fallecido, que aquella noche había estado en Bataplán, se reunió con su hermano y varios amigos tras el cierre de la discoteca Gu. Coca fue objeto de una agresión tumultuaria, por la que seis jóvenes se hallan actualmente en prisión como presuntos autores de un delito de homicidio.
La última de las muertes violentas tuvo el pasado 11 de mayo, en Elgoibar. La víctima era Pablo Acuña, de 36 años, quien tras una noche de fiesta fue apuñalado por otro compatriota cuando despedía a su novia en un portal. Víctima y agresor mantuvieron aquella misma madrugada una trifulca en un bar de la localidad frecuentado por personas de origen latinoamericano, después de que el fallecido se molestara porque su pareja bailó con el presunto homicida.
Estos cuatro casos están en fase de instrucción y ninguno de ellos tiene todavía fecha para la celebración del juicio.
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