Programa Izan Harrera de SOS Racismo
«Carmen me ha ayudado mucho, es mi refugio»Acogida. ·
Modibo, natural de Mali, y Carmen, donostiarra, forman parte del programa Izan Harrera de SOS Racismo que ayuda a la inclusión de refugiados o migrantesModibo Konte llegó a Gipuzkoa hace un año después de una travesía desesperada, solo, con una maleta al hombro y la incertidumbre de quien aterriza ... en un lugar del que desconoce hasta el idioma. «Empezar no fue fácil, aunque Carmen me ha ayudado mucho», dice este hombre, natural de Mali. Ella, residente en Donostia, es su «refugio» y la persona que le ha acompañado en sus primeros pasos en una nueva ciudad, a casi 3.000 kilómetros de su familia.
Esta pareja forma parte del programa Izan Harrera de SOS Racismo Gipuzkoa, una iniciativa que este año cumple su cuarta edición y que busca «mejorar las opciones de inclusión de personas refugiadas o solicitantes de asilo» y que este año se abre también a personas migrantes. A partir de emparejamientos con voluntarios, «se establece un proceso de acompañamiento, guía y apoyo, con la intención de que se facilite la inclusión en la sociedad de acogida». Bajo el lema 'Tenemos más cosas en común de lo que pensamos', desde la asociación invitan a la ciudadanía a dar el paso y realizar el voluntariado.
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Carmen Aldavero no dudó en extender el brazo y así es como conoció a Modibo, a quien considera «parte de la familia». «Es una experiencia 10. Estuve de mentora en verano con otra persona y me apetecía retomar el voluntariado. Me parece una forma muy enriquecedora de ocupar el tiempo de ocio y de conocer a personas de otros países con las que de normal no estás en contacto». Considera esta iniciativa como «una herramienta social muy poderosa» para ambas partes. «Abres tu círculo de amistades y también es una forma de inclusión tremenda para la otra persona».
«Desde que llegué a Gipuzkoa solo me han pasado cosas buenas. Me siento feliz, la acogida ha sido muy buena»
Modibo Konte
Recuerda su primer encuentro con Modibo. Fue en Tabakalera y después de una extendida charla, terminaron paseando por Cristina Enea. Desde entonces, las citas se suelen programar una vez a la semana, durante «dos o tres horas». «¿Los planes que hacemos? Los que harías con un amigo. Ir al cine, ver alguna actuación de danza, ir al Aquarium, pasear... También ayudas a esa persona a conocer la ciudad, los transportes, las fiestas populares... Haces de anfitrión de alguna manera».
Entre caminatas y rutas «por la naturaleza» hablan de su día a día, sus principales preocupaciones, aspiraciones o del trabajo. «También conoces otras culturas, se aprende un montón», afirma Carmen, que ha creado un «fuerte vínculo de amistad» con este malinés de 31 años.
«Tuve que dejar mi país por la guerra, la esclavitud y la falta de trabajo. Llegué en patera y pasé mucho miedo, era un niño»
Modibo Kante
Su historia es dura de digerir. Llegó de Mali a Granada hace más de 10 años después de cruzar una de las rutas migratorias más mortíferas del mundo. «Fuimos por Mauritania y tardamos cuatro días en llegar, salimos en patera. Se pasa mucho miedo, es muy peligroso. Yo era prácticamente un niño. Soy afortunado de estar hablando ahora contigo», relata, con aquellas emociones aún instaladas en el recuerdo. Dejar atrás su país natal fue «bastante duro», pero no encontró otra alternativa para forjar una vida mejor. «Tuve que dejar a mi mamá y a mi padre, que ya falleció, a mis hermanos y todos mi s amigos. Me fui por la guerra, la esclavitud, que existe a día de hoy y por la falta de oportunidades. No tenía otra manera de ser libre y de vivir y trabajar. Es una pena tener que huir del lugar donde nací, pero es así», lamenta.
Del sur al norte
Después de trabajar en Almería y Jaén y encadenar varios trabajos «en el campo, de jardinero, repartiendo publicidad y en hostelería», viajó a Hondarribia «a través de un amigo vasco» que conoció en Granada y «me dijo que él me dejaba un sitio en su casa. Estuve un tiempo y desde hace un año estoy viviendo en Pasaia. Ahí es donde conocí a Zehar, que me ha ayudado mucho. Ya tengo el permiso de trabajo y desde hace dos semanas estoy de prueba en el bar del camping de Hondarribia. Los fines de semana, además, trabajo en el centro de refugiados de Zehar en Tolosa, cubriendo una baja», explica Modibo, que afirma que «desde que llegué aquí solo me han pasado cosas buenas. Ahora me siento feliz».
«Conocer a Modibo ha sido una forma muy enriquecedora de conocer otras culturas y abrir el círculo de amistades»
Carmen Aldavero
Agradece a Carmen todo lo que ha hecho por él; se ha convertido en su «refugio». «Llevo quedando con ella desde octubre y me trata como de la familia. Me ha enseñado las costumbres, las tradiciones, fuimos a la Tamborrada el día de San Sebastián, recorremos la ciudad... me lo paso muy bien, además tenemos muchas cosas en común», cuenta este joven, que ha encontrado «su sitio». «La gente de aquí es muy acogedora, todos han sido muy amables conmigo. Aunque aparte de Carmen todavía no conozco a mucha gente, pero bueno, en el bar donde suelo tomar café ya me conocen y charlan conmigo. Llegué como refugiado y ahora no me quiero mover de San Sebastián».
Al escucharle, se despejan todas las dudas. «No voy a volver a mi país, ahí no hay oportunidades ni futuro. Mi sueño de aquí a unos años es conseguir un trabajo y seguir viviendo en esta ciudad. De lo que sí tengo muchas ganas es de ir a visitar a mi madre, porque aunque hablamos todos los días, no le veo desde que llegué a España hace más de diez años», comenta en un castellano casi perfecto.
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