Las carabelas portuguesas llegan a Hondarribia y Getaria y dejan dos picaduras leves en Donostia
Dos bañistas han tenido que ser atendidos en Ondarreta y la Zurriola
Las carabelas portuguesas (Physalia physalis) siguen llegando a las playas guipuzcoanas. Esta vez ha sido en las playas de Hondarribia y Getaria donde se ... ha avistado por primera vez este verano esta especie. En la primera localidad se ha tenido que poner la bandera roja a primera hora de la mañana y en la segunda, concretamente en Gaztetape, ondea la enseña que alerta de la presencia de medusas en el agua. Por ahora no hay constancia de la existencia de bañistas que hayan sufrido picaduras.
Según ha informado a este periódico Cruz Roja, que gestiona el servicio de socorrismo en el arenal de Hondarribia, además de en Getaria, «se ha colocado la bandera roja junto con la bandera de medusas por avistamiento y extracción de al menos doce ejemplares de carabela portuguesa», por lo que de momento, el baño está prohibido.
En San Sebastián esta mañana también han detectado estas falsas medusas en las tres playas por lo que junto con la bandera amarilla por el estado del mar ondea también la específica de medusas en Ondarreta, La Concha y la Zurriola. Además, según informan desde el consistorio, dos bañistas han sufrido picaduras leves en el arenal de Gros y en el del Antiguo. Ayer, un total de dieciocho personas sufrieron picaduras de carácter leve en los arenales donostiarras; catorce casos en La Concha, dos en Ondarreta y otros dos en la Zurriola.
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La llegada de la carabela portuguesa al norte peninsular se ha vuelto más frecuente en los últimos veranos. Los expertos atribuyen esta expansión a varios factores ambientales y ecológicos combinados.El aumento de la temperatura del mar Cantábrico y los cambios en las corrientes marinas favorecen que estos organismos tropicales, que originalmente habitan en aguas cálidas del planeta, lleguen a latitudes más altas. El calentamiento global es una causa principal de este avance. Además, la contaminación orgánica y la reducción de depredadores naturales, como algunas tortugas o la babosa de mar Glaucus atlanticus, también han contribuido a su proliferación. La complejidad de su ciclo de vida y su capacidad de adaptación a distintos entornos dificultan su control.
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