Ha muerto Robert Redford. Se nos están muriendo los mitos. Buen momento para precisar qué significa ser un mito y qué virguerías tienes que hacer ... para pasar a la posteridad. Está claro que no hablamos de lumbreras de las bellas artes, la literatura o la física cuántica. A estos no les llamamos mitos. Les consideramos celebridades, figuras o personajes de la música, la pintura o la ciencia. Cuando se nos llena la boca diciendo «mito» nos estamos refiriendo a actores y actrices de cine. Y si son de Hollywood, mejor. Esto es así. Podemos discutir si los mitos de antes tenían más caché o más morbo que los de ahora. Marlon Brando, Liz Taylor, Ava Gardner. O Johnny Deep, Brad Pitt o Angelina Jolie. Caché no sé, pero los que más morbo tienen son los que mueren jóvenes. Ya sabes «Vive deprisa y deja un bello cadáver». Eso mola mucho. Por cierto, la Jolie viene al Festival de San Sebastián, seguro que tan mona, súper delgada y mega healthy como siempre (Qué rabia, tío).
Dirás que no puedo cerrar la columna sin dedicar un adulador obituario a Robert Redford. Sí, puedo, pero nobleza obliga. Aunque tampoco te creas que era uno de mis favoritos. Tenía fama de buen actor y buena persona. Depende quién lo diga. Jane Fonda trabajó con Redford en 4 pelis y dijo: «Tiene un problema con las mujeres. Siempre está de mal humor y no le gusta besar. Hasta llegué a pensar que era culpa mía». Ya ves. No tenemos arreglo. No nos ponemos de acuerdo ni con los mitos.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión