Deba, Irun y Oñati, otros escenarios de siniestros aéreos
En los últimos doce años Gipuzkoa ha registrado dos accidentes de avioneta con víctimas mortales y un tercero que se saldó con sus ocupantes ilesos
Una intensa niebla, como la que ayer cubría la cima del Hernio, se cernía también sobre el monte Madinamendi, en Oñati, hace ... once años. El 13 de junio de 2007, los dos ocupantes de un helicóptero que había partido de Santander murieron al estrellarse con el aparato muy cerca del santuario de Arantzazu. Los fallecidos eran naturales de Las Palmas y Murcia y figuran entre las víctimas de los accidentes aéreos más recientes ocurridos en Gipuzkoa.
El territorio ha registrado en los últimos doce años tres siniestros de gravedad. Además del de Oñati, en julio de 2006 un representante de cosméticos portugués murió tras estrellarse su avioneta en un bosque de pinos en el barrio de Lastur, en Deba. El fallecido, Vasco Fernando de Sousa, de 45 años, efectuaba frecuentes viajes a Euskadi. Había despegado de Hondarribia y se dirigía hacia Oporto. Como curiosidad, también manejaba una avioneta modelo Pipper, como la estrellada ayer en el Hernio. No fue la niebla, sin embargo, la que complicó el vuelo en este caso. La Comisión de Investigación de Accidentes Aéreos esclareció que el piloto sufrió una «desorientación espacial». La aeronave entró en una zona de nubes, lo que provocó que el conductor perdiera las referencias visuales y no fuera capaz de reorientarse. El informe detalló que las condiciones meteorológicas en el aeropuerto de salida y en la primera parte de la ruta por la que debía atravesar el aparato eran de abundante nubosidad.
Una avioneta en el peaje
Los tres ocupantes de una avioneta accidentada en Irun en 2008 corrieron mejor suerte. Era sábado 11 de octubre cuando un aparato modelo Cirrus SR22-G3 GTS se estrelló junto al peaje de la autopista sin que ninguno de sus pasajeros sufriera heridas, ni siquiera un rasguño. Al mando de la aeronave estaba Hugo Puigdefabregas, un empresario de Jaca que viajaba junto a dos amigos desde Huesca hasta Hondarribia para pasar la mañana y tomarse un café. Habían despegado a las 11.27 horas del aeropuerto de Huesca. 35 minutos más tarde, el avión empezó a dar bandazos por las fuertes turbulencias cuando ya había iniciado las maniobras de descenso hacia Hondarribia. El aparato perdía altura, pero el piloto tuvo el reflejo en esos momentos de extrema tensión de activar el paracaídas balístico de la avioneta, lo que les salvó. La Cirrus es una de las únicas avionetas que cuenta con este sistema de seguridad. El aparato cayó a escasos metros del peaje de la autopista, pero no llegó a impactar contra ningún coche. El piloto tuvo la suficiente pericia de poder desviar el avión en ese descenso descontrolado de cualquier zona habitada.
Mucho más reciente es el accidente aéreo que se cobró la vida de tres personas al estrellarse su avioneta en la localidad navarra de Arbizu. Procedía de Coímbra (Portugal) y se dirigía hacia Dax cuando al parecer chocó en pleno vuelo contra un buitre. El aparato perdió altura y se estrelló en pleno casco urbano del municipio. Milagrosamente, ningún vecino se vio afectado, pese a que en el siniestro la avioneta colisionó contra el tejado de una casa, un coche y un tractor. Las tres víctimas eran ciudadanos franceses.
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