La Audiencia de Gipuzkoa condena a 71 años de prisión al profesor de surf de Hondarribia por abusar sexualmente de once menores
La defensa recurrirá el fallo de la Audiencia de Gipuzkoa, que también sentencia al instructor a indemnizar a los chicos en cuantías entre los 3.000 y los 30.000 euros
La Audiencia de Gipuzkoa ha condenado a penas que suman 71 años, 5 meses y 9 días de prisión al monitor de surf de Hondarribia ... acusado de abusar sexualmente de once menores de edad entre los años 2011 y 2021, así como de posesión de material de explotación infantil. El castigo se acerca a los 85 años de privación de libertad que solicitaba la Fiscalía de Gipuzkoa para el acusado, que en la actualidad tiene 41 años, pero queda lejos de los 285 años que reclamaba la acusación particular que ejercían las familias de diez de las víctimas. Por su parte, la abogada del turno de oficio que defendía al instructor había exigido la absolución y ayer adelantó que recurrirá el fallo ante el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco (TSJPV). Al ser agosto un mes inhábil, la defensa tiene de plazo hasta primeros de septiembre.
En una sentencia de 769 páginas, el tribunal de la Sección Tercera le ha impuesto penas que oscilan entre los 4 años y un día y los 12 años de cárcel por los once delitos de abuso sexual sobre menor de 16 años en su modalidad de prevalimiento de situación de superioridad -de acuerdo al Código Penal vigente en el momento de los hechos-, así como 5 meses por posesión de material de explotación infantil. En concreto, le condena como autor de tres delitos continuados con acceso carnal, dos de ellos castigados con 12 años de cárcel y el tercero, con 11 años y un día; cuatro delitos de abusos continuados, penados con 5 años y un día; y otros cuatro casos sin el matiz de delito continuado, a razón de 4 años y un día cada uno, según detalló el TSJPV en un comunicado. Las tres penas por los delitos más graves concuerdan prácticamente con el baremo de la Fiscalía de Gipuzkoa, que reclamaba 12 años de cautiverio por cada uno de los tres casos de abuso sexual con acceso carnal, mientras que por cada uno de los ocho restantes pretendía 6 años. Por el delito de posesión de material pornográfico infantil, pedía un año de cárcel.
Además de las penas de prisión, el tribunal establece que el condenado se haga cargo de las costas del proceso judicial y resarza a las víctimas con cantidades que van desde los 3.000 a los 30.000 euros, que es la indemnización más alta en el caso de un único menor. En total, el procesado deberá responder con 122.000 en concepto de responsabilidad civil. Asimismo, se le han impuesto entre 5 y 22 años de prohibición de acercamiento y comunicación con las víctimas, y entre 5 y 10 años de libertad vigilada una vez salga de la cárcel.
'Modus operandi'
El monitor está en la cárcel desde el 28 de agosto de 2021. Ese verano se destaparon los hechos cuando la denuncia de seis chavales y la posterior investigación llevaron a la Ertzaintza a detener al acusado, y a un juzgado de Irun a decretar su ingreso en prisión provisional. Después, otros cinco menores se sumaron a la causa. Según los escritos acusatorios presentados por el fiscal y las dos abogadas que representaban a las familias, el ahora condenado mantuvo un mismo 'modus operandi' para abordar a los chavales.
Para ello, «se aprovechaba de las actividades que desarrollaba» como profesor de surf -regentaba una escuela y trabajaba por cuenta ajena en otra- y de la «popularidad» con la que contaba en Hondarribia, «para ganarse la confianza de sus alumnos, los cuales lo veían como una figura a seguir». Así, el instructor escogía a un alumno, «mayoritariamente del sexo masculino», al que lo distinguía «del resto del rebaño», le regalaba camisetas o clases o le facilitaba descuentos en material de surf. También se acercaba a las familias, siendo incluso invitado a comidas por diferentes padres y madres, que le permitían llevarse a sus hijos a excursiones o a su domicilio «para comer o pinchar música».
El vínculo entre el encausado y cada menor se iba gestando de forma «progresiva» hasta generarse «una relación estrecha» en la que el hombre «provocaba» una relación de «dependencia» en los chavales, que muchos tenían 9 o 10 años cuando se inscribieron en su escuela de surf. Al principio, el instructor se mostraba «cariñoso con el menor 'escogido', dándole besos y abrazos», y mantenía conversaciones «casi diarias» a través de WhatsApp, en las que daba consejos a los chavales «y se inmiscuía en su vida personal», al tiempo que se enfadaba si alguno de los adolescentes se echaba novia. Al final, lograba «anular» la voluntad del menor, que acababa deseando «contentarle».
Su estrategia incluía los traslados a la playa en su furgoneta, en la que llevaba también las tablas de surf. Para ello, solía recoger y depositar a los menores en sus domicilios, e ingeniaba la ruta que permitiera subir al 'elegido' en primer lugar y bajarlo en último, para estar más tiempo a solas. Aprovechaba esos desplazamientos para besos, abrazos, tocamientos en las zonas genitales, primero por encima de la ropa y, en las relaciones más consolidadas, también por debajo del pantalón. Varios menores detallaron también «masturbaciones» o «felaciones» mutuas en el interior del vehículo. Para ganar intimidad, el procesado colocaba «una toalla en la parte delantera», y los cristales tintados hacían el resto.
Durante el juicio, que se celebró el pasado mes de marzo, el condenado negó los hechos salvo un doble contacto sexual consentido con un menor del que estuvo «enamorado». El resto de acusaciones obedecían, según él, a una especie de complot orquestado a partir de un enfrentamiento que habría tenido con la madre de dos de sus alumnos durante la primavera de 2021, unos meses antes de su detención.
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