«El armador nos amenazaba y dijimos 'basta' pero ni hubo motín ni agresión»
La tripulación del barco de Pasaia que se rebeló en Asturias dice que llevaban «26 días sin ir a casa, y solo queríamos volver»; tres son investigados por amenazas y/o agresión
«No hubo ningún motín a bordo, ni tampoco ninguno subimos al puente del barco a amenazar ni agredir a nadie. Solo decidimos parar de ... trabajar porque se daban dos situaciones: por un lado, sentíamos inseguridad porque el armador siempre nos amenazaba y cuando se enfadaba nos lanzaba cosas desde el puente a la cubierta –lo último que nos tiró el sábado fue la basura, pero ha llegado a lanzar una bombona de butano por la borda–; y por otro, llevábamos 26 días sin regresar a casa, eso no es normal en la costera del bonito. Nosotros queríamos seguir trabajando, pero no en esas condiciones». Así resumieron ayer en Hondarribia su versión de los hechos seis de los doce tripulantes senegaleses del barco 'Beti Aingeru' que el sábado fue escoltado por la Guardia Civil hasta el puerto gijonés de El Musel, después de que el capitán avisara de un supuesto motín a bordo. En tierra, el armador y el patrón denunciaron a tres de los tripulantes: tres por un presunto delito de amenazas a ambos, y a dos de ellos también por una supuesta agresión o intento de agresión al propietario de la embarcación, según informó ayer el instituto armado. «No hay detenidos, solo investigados», aclaró.
Los seis tripulantes, que residen en Irun, Hondarribia y Ondarroa, quisieron reunirse ayer para «dar la cara» –aunque sin dar nombres, porque dos están entre los investigados– y relatar a este periódico lo que, aseguran, «realmente sucedió» a bordo del pesquero, que está adscrito a la Cofradía de Pasaia pero tiene su puerto base en Getaria. «Nos ha sorprendido mucho lo que el armador y el capitán han contado a la prensa. Nadie agredió al armador ni él estuvo a punto de caerse por la borda», apunta uno. «Eso es mentira», exclaman los demás. La tripulación ha pedido el asesoramiento jurídico del sindicato LAB.
La tripulación asegura que pararon de trabajar «por seguridad, el armador nos lanzaba cosas a la cubierta»
Aunque el conflicto se precipitó el sábado se gestó bastante antes, y apuntan a la figura del armador, un oriotarra que posee otro barco, el 'Beti San Luis', en el que él se solía enrolar hasta que esta última temporada cambió al 'Beti Aingeru', en el que navegaban los doce pescadores senegaleses, otro de Mali, un marinero vasco, el patrón, que era nuevo y solo llevaba al mando esta marea de 26 días; y el propietario, que iba en calidad de técnico de pesca al no poseer licencia de capitán.
Tensión previa
Estos seis pescadores llevan entre 14 meses y 4 años en la empresa. «Con el armador ya habíamos tenido problemas antes», afirman. «Es alguien que cuando se enfada le da por tirar cosas desde el puente. El otro día fue la basura, otra vez un tarro de café... ¿y si un día nos da? ¡Que llegó a lanzar una bombona de butano al mar para que no cocináramos! Siempre nos amenaza de muerte, que va a matar a uno y tirarlo por la borda si no trabajamos; cosas así».
En ese clima, los pescadores pidieron el viernes «volver a casa. Lo normal con el bonito es pescar de lunes a viernes y pasar el fin de semana o 24 horas en casa. Pero llevábamos 26 días sin ir a casa, porque solo íbamos al puerto de Gijón o Avilés a descargar pescado. La anterior marea estuvimos un mes y cinco días».
«Lo normal con el bonito es pescar de lunes a viernes e ir a casa 24-48 horas, hemos estado un mes sin regresar»
Afirman que el viernes «el armador nos dijo que nos volveríamos a casa tras descargar, pero cuando nos despertamos el sábado nos dimos cuenta de que íbamos a alta mar. Y él ya empezó con que uno subiera al palo o mataba a alguien. Y cuando nos tiró la basura, le dijimos al capitán, dentro del comedor, que le dijera que no pescábamos. El capitán se fue, y ya no volvió. Escribimos una carta para que se la diera diciendo lo que estamos contando aquí. Y el dueño se enfadó muchísimo. Pero ni hubo motín ni nadie agredió. Él sí le quitó la gorra a uno y la tiró al mar. Nosotros no agredimos, y nadie se encerró en el puente para protegerse, como han dicho».
Sea como fuere, a las 15.00 horas la Guardia Civil fue alertada de un posible motín a bordo. «Vino una embarcación llena de policías armados, pero cómo verían de tranquila la situación que ni subieron al barco. Y al llegar al puerto, había otro montón de guardias». A un pescador le llegaron a esposar «unos 10-15 minutos, pero lo soltaron al ver que no había motivo para ello». Varios tripulantes prestaron declaración hasta pasadas las 23.00 horas, y el resto de senegaleses también acudió a la sede policial con sus pertenencias «porque el armador nos dijo que no nos quería volver a ver en su barco». En ese momento, un representante de LAB intermedió y recordó a la Guardia Civil que la empresa es responsable de dejar a la tripulación en el puerto base, es decir, Getaria. Así que pernoctaron en la Casa del Mar de Gijón y al día siguiente un autobús fue a buscarlos para llevarlos a casa. «Antes de subir, el armador nos dijo que estuviéramos atentos al móvil, que nos avisaría pronto para volver a pescar».
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