Canfranc Estación, hotelazo de lujo con papeo de primera
Cocina estrellada de alto copete en un lugar con historias para regalar, con una oferta también más relajada donde destaca el guisoteo
Esquiar me parece un suplicio soberano, siendo chaval me mandaron a Candanchú y la lie padrísima porque tiré al contenedor todo el equipo que me ... habían comprado en la desaparecida 'Muganix' irunesa, que muchos bidasotarras recordarán como un oasis de playeras, patines, balones y ropa para practicar deportes. Por aquel entonces, señalábamos a los cuatro raros que corrían en calzones por la calle, que nos parecían unos soberanos anormales, manda huevos. La nieve me pareció un espanto, todo el rato enganchado a los remontes, empapado, rodando o subido al tele-huevo, un aparato de tortura que conducía a colas y más colas, porque los esquiadores pasan su vida en una fila de peña vestida con monos fosforescentes de 'Asfaltos Orsa', tirándose por las cuestas como energúmenos.
Canfranc Estación
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Dirección C. Huesca – Canfranc Estación
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Ambiente Lujo
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Teléfono 974 561 900
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Contacto @hotelcanfrancestacion
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Cocina Todos los públicos
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Con quién Amigos / Pareja / Familia
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Monedas 5 de 5
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Platos Ensalada César de la casa 16 euros / Nuestra ensaladilla de fonda 14 euros / Croquetas de jamón ibérico 14 euros / Solomillo Rossini 35 euros / Flan de la abuela Angelines 10 euros
Es un deporte aparatoso e indigno, porque un crío puede romperse la crisma y no pasa nada, ¡son de goma!, se recupera en un santiamén, pierde días de cole y santas pascuas, pero conozco gente adulta con responsabilidades familiares y profesionales que se salen de las pistas creyéndose Paquito Fernández Ochoa, fracturándose catorce huesos y sufriendo seis operaciones para asombro de cónyuges, hijos, compañeros de trabajo, clientes, familiares y amigos. En la nieve, aprendí el camino al bar y a beber 'lugumbas', pelado de frío entraba de miedo ese brebaje de brandy con batido de chocolate. En Canfranc Estación, hotelazo de altura, tienen un bareto precioso con su cantinera italiana, una moza dicharachera con desparpajo que gira como una peonza para ofrecerte piscos, cubatas o drymartnis, ¡una fiera!
El truco del almendruco
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Exquisito Sándwich Club Nunca comí un Sándwich Club de hotel tan rico, crujiente, simple, sabroso y bien resuelto, tomen nota, entra de perlas con una caña.
Es una delicia recorrer desde Jaca ese rosario de pueblos, enfilando camino de Canfranc, atravesando desfiladeros pronunciadísimos, pequeñas fortificaciones militares que dan pistas de la proximidad de la frontera, iglesias con techumbre de pizarra, ventas de carretera, hoteles con aspecto del 'Resplandor' de Stanley Kubrick o tropezar con interminables rebaños de ovejas que bajan del monte, camino de la cuadra. Toda la zona está preparada para que los tarados que viven la montaña con la intensidad de Calleja el del helicóptero, alquilen bicicletas con ruedas de tacos, trineos de perros, motocicletas de cuatro ruedas, arcos, flechas o cualquier movida que los saque de sus grises vidas llenas de reuniones, atascos o jefes tocando las pelotas.
No hay mejor lugar para escapar de tanto petardo calzando botas de apresquí, que reservando habitación en este establecimiento que ofrece comodidad en unas instalaciones montadas a todo tren. Las camas son enormes, mullidas, con ropa de jeque árabe, baños rechulos en los que queda elegantísimo sacarse con pinzas los pelos de la nariz, y una oferta hostelera gestionada por Antonio Salanova, que tiene oficio y presume de flamante estrella Michelin en su vagón-restorán, escondido en los jardines. El lugar tiene historias para regalar, que si el wolframio y el oro de Moscú, aventuras de contrabando, correrías de frontera y leyendas ciertas o inventadas que escuchas boquiabierto y provocan hambre y sed, pues el asombro cierra un rato el estómago pero dobla las ganas una vez recuperas aliento y respiración. Además de la cocina estrellada de alto copete, hay una oferta más relajada que reúne platillos muy apetecibles, ensalada César, ensaimada hojaldrada rellena de filete tártaro, ensaladilla de fonda, migas aragonesas con huevo frito, croquetas de jamón ibérico o 'tartiflette' a la maña o pastel de patatas y queso con panceta, queso Reblochon y cebolla sofrita de Fuentes de Ebro. Si cenan, disfrutarán de la compañía de muchas parejas de guiris, formando escenas como de película de Woody Allen, metiéndose entre pecho y espalda 'entrecotes', lomos bajos, milanesas de costilletas de ternasco, hamburguesas con salsa pringosa y solomillos Rossini con foie gras a caballo, plancheado. Las salsas y los jugos son de manual, bien resueltas, rusten los huesos en el horno, agregan vino, verduras y caldo, fuego lento mil horas, reducen y ligan con puré de foie gras o brisuras de trufa, chorrete de vinagre y brandy. Algunos le arrean al ternasco con patatas a lo pobre con ajoaceite y una ensalada de lechuga y cebolleta al costado, para que se mezclen los jugos de la carne y el aliño, formándose un barrillo que se refriega con pan. Es casa de guisoteo, como pueden comprobar. Pero no se vayan todavía, que aún hay más. Carrilleras con puré trufado y ñoquis de patata empapados en mantequilla o canelón relleno con bechamel y jugo de carne ligado, brillante. El flan de la abuela Angelines está que se sale, cremoso, rebosante de yemas y nata, cocinado a fuego dulce para que no forme burbujas en su interior y cuaje como un magma cremoso. También hay torrijas, crema de yogur de oveja de Val de Cinca, tartas o helados. Disfruten, que nos quedan dos telediarios.
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