Desvelos por el papel
Recuerdo a Santi subiendo por la escalera del periódico sin haberse quitado las pinzas sujetapantalones cuando llegaba en bici. Le gustaba la bici, le gustaba ... la pelota. El dentista le había aconsejado usar cepillos interdentales y a veces se te presentaba con uno entre los labios, como si fuera un palillo.
Era así, informal. Menos cuando se trataba de cuentas. Era su trabajo. Solía bajar por las mañanas a la Redacción y nos abroncaba por habernos pasado en el número de páginas de la última edición. Pero cuando había una noticia importante volvía por la tarde para preguntar cuántas páginas íbamos a dar del tema. Y aumentaba la tirada del día.
Los papeleros le temían en las negociaciones del precio del papel-prensa, pero cuando acababan lo celebraba con ellos. El almacén de papel era uno de sus desvelos. Lo quería lleno, para no sufrir los vaivenes del mercado. Mirando las cuentas, cuando el diario era en blanco y negro, una vez compró tinta hecha con hollín de neumáticos para horror del equipo de rotativa.
Pero eso no le impedía respaldar nuevas inversiones. Las nuevas tecnologías estaban en su mente. La Redacción pasó de depender de un taller clásico a la autoedición; se enamoró de la digitalización del archivo fotográfico, que hasta entonces reposaba en archivadores de oficina.
Nunca se opuso a promociones para aumentar la tirada, como los fascículos de 'Recorridos...' de Luis Pedro Peña Santiago. Pero siempre mirando la peseta. Una peseta exactamente que nos ahorrábamos en cada ejemplar por engomar el lomo en vez de ponerle grapas.
A mal tiempo buena cara, intentaba sacar tajada de los seguros en las inundaciones que anegaron la sede de Ibaeta. Y nos consiguió un aparcamiento de superficie antes de hacer el subterráneo en el nuevo edificio de rotativa.
Recuerdo a Santi subiendo por la escalera...
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión