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SARA ECHEVARRIA
SAN SEBASTIÁN.
Domingo, 10 de marzo 2019, 10:37
Misma edad. Misma familia. Misma universidad. Mismos estudios. Misma empresa. Pero diferentes personas. Así son Ana y Mari Carmen Fernández, dos mellizas que ocupan ... puestos directivos en Angulas Aguinaga y creen en la «igualdad, pero no en las personas iguales». Apuestan por el papel de la mujer en la empresa y en cualquier ámbito cotidiano, aunque reconocen que «tener buenos valores y educación son fundamentales para poder juzgar a personas y no a géneros ni etnias».
Actualmente Ana es directora de recursos humanos y gestión de talento, mientras que Mari Carmen se encarga del departamento de compras y logística. Aunque no siempre ha sido así. Sus caminos profesionales se separaron para volver a unirse años más tarde. Pero el vínculo familiar y sentimental «siempre ha permanecido».
Las vidas de estas hermanas guipuzcoanas tomaron rutas diferentes cuando terminaron la carrera de empresariales. Habían nacido y crecido en el mismo barrio donostiarra y también parecía que compartían los mismos gustos académicos. «Pero tener los mismos estudios no implica que quieras encaminar tu vida en la misma dirección que todos tus compañeros de clase. Lo mismo pasó con nosotras», explican.
Empezó en la compañía de prácticas, hace más de 25 años. Apenas había veinte trabajadores. Ahora ella es directiva y agradece que le hayan dado la oportunidad de crecer y formarse. Pero incide en que el truco está en la actitud de cada persona, «porque es lo que rompe barreras»
Dejó su trabajo en la gestoría porque «no le llenaba» y cambió su vida hace 15 años cuando empezó a trabajar en la empresa con su hermana. En la actualidad cubre un puesto de dirección e insiste en que sin educación «no llegamos a ningún lado, es la base de la sociedad»
Mari Carmen lo tenía claro. Por eso decidió hacer prácticas antes de terminar la universidad. «Me cogieron en Angulas Aguinaga». En esta compañía lleva más de 25 años. Reconoce que todavía no se ha cansado y sigue «con las mismas ganas e ilusión del primer día». Cuando empezó era una empresa familiar con escasos 20 trabajadores y tenían «objetivos ambiciosos». Pero lo que verdaderamente le llamó la atención fueron «las ganas que tenían de crecer, los proyectos innovadores y la apuesta por renovarse». La tecnología y la globalización estaba acercándose y tanto Mari Carmen como Angulas Aguinaga decidieron sumarse «a la rueda del cambio».
Cuando terminó la universidad le ofrecieron quedarse en la empresa y formar parte de esta «gran revolución». Una oferta que no pudo negar. Entonces empezaron a surgir todos los departamentos que forman la empresa, como el de compras y logística que lleva liderando desde hace 17 años. «Aquí he crecido, pero, sobre todo, me he formado y sigo aprendiendo cada día», reconoce la directiva.
Por su parte, Ana, «su otra mitad», se decantó por una salida totalmente diferente. Ella no tenía la vocación de su hermana. Por eso esperó a terminar la carrera para empezar a trabajar en una gestoría en la que estuvo varios años. Aunque sentía que le faltaba algo. Reconoce que cuando Mari Carmen regresaba casa «siempre le escuchaba hablar de nuevos proyectos, de ilusión, aprendizaje... Y me di cuenta de que a mí me faltaba eso. Refrescarme. Cambiar». Así que en 2001 decidió probar suerte en Angulas Aguinaga.
Empezó poco a poco. Primero formó parte de diferentes proyectos, después estuvo como administrativa a cargo de un equipo de doce personas y, finalmente, hace tres años, con el cambio de gerente le propusieron dirigir el departamento de recursos humanos y gestión de talento. Al que ella llama de manera informal «departamento de personas».
Las dos directivas afirman que nunca han sentido que el hecho de ser mujeres les haya cerrado puertas. «Todo lo contrario». Han podido crecer profesionalmente del mismo modo que el resto de empleados de Angulas Aguinaga. Han tenido las mismas oportunidades. En cambio, son ambiciosas y tienen buena actitud. Eso ha sido lo que verdaderamente ha hecho que logren el puesto que tienen ahora. «Tenemos personalidades muy diferentes, pero compartimos unos valores y eso viene de fábrica. No se aprende, o está o no está», confiesan.
A pesar de su buena experiencia en la compañía, reconocen que han tenido que escuchar comentarios «desafortunados» a lo largo de su trayectoria profesional. «Pero como cualquier mujer, depende de cómo te los tomes», argumentan. Por ejemplo, cuentan que una vez se reunieron con un empresario que les preguntó: «¿En esta empresa os contratan por ser mujeres altas, delgadas y morenas?». Comentarios desafortunados que no comparten ni forman parte habitual de su rutina diaria, aunque lamentan escucharlos ocasionalmente.
Mari Carmen se encarga de las compras de la empresa y está continuamente en contacto con países extranjeros. «Tenemos muchos clientes de Asia y Sudamérica», reconoce. Pero esto nunca ha sido un impedimento para la guipuzcoana. «Todo está en la actitud de cada persona, no en el género. Aunque nos cueste un poco más, que no debería ser así, sí que se puede». Ella nunca ha sentido que le hayan minusvalorado ni que su palabra no se tuviera en cuenta en reuniones con clientes internacionales. «Es más, he cerrado contratos con empresarios que me han respetado más que a muchos hombres».
Ana tiene un hijo de casi quince años, y Mari Carmen dos mellizas también adolescentes. Ambas comparten la idea de que hay que educarles en la igualdad desde el principio. «El futuro está en sus manos y deben comprender que las mujeres tenemos un papel imprescindible en la sociedad».
Tanto Ana como Mari Carmen sienten orgullo de pertenecer a una empresa en la que «siempre les han tenido en cuenta y les han dado oportunidades». Oportunidad de aprender, de conocer, que cultivarse, de equivocarse y de decidir. «Porque la vida son elecciones y para aprender a tomarlas de forma adecuada hay que conocer todo lo que se está decidiendo». Las dos hermanas desean que algún día sus hijos puedan formar parte de una empresa como Angulas Aguinaga.
Mari Carmen entró en la compañía muchos años antes que su melliza y, en un comienzo, Ana fue «la hermana de». Trabajan en departamentos separados y apenas se ven durante el día. «Solo algunas mañanas para tomar café». Prefirieron no hacerlo público para que no fuese un impedimento. Aunque más de una vez se han confundido con ellas. Ana recuerda que una vez un cliente americano fue a la oficina para hablar con su hermana y se confundió con ella y la abrazó. «Yo no entendía porque me abrazaba ese desconocido, hasta que me di cuenta de que pensaba que era Mari Carmen», dice entre risas.
En Angulas Aguinaga «siempre es 8 de marzo». En la empresa guipuzcoana la mitad de los trabajadores son mujeres y el 30% de los puestos directivos los ocupan ellas. «Aquí se valora a las personas, no a los géneros», recalcan las mellizas. Mari Carmen es el claro ejemplo de que «con esfuerzo, dedicación y ganas se puede crecer en la empresa». Empezó de prácticas y ahora lidera el departamento de compras y logística.
Además, la compañía a finales de 2018 creó un plan de igualdad. Disponen de una política conciliadora para los trabajadores. Tanto mujeres como hombres tienen flexibilidad horaria, bajas maternales y paternales, médico, fisioterapeuta y comedor. El objetivo «es facilitarles la vida a los trabajadores, que se sientan como en casa». Igualdad. Tanto para ellos como para ellas.
La propia empresa respaldó la huelga del 8 de marzo. «Todo el mundo tenía derecho a decidir si quería venir o apoyar la huelga». La mayoría de trabajadores optó por acudir a la oficina. Mari Carmen explica que ella decidió trabajar porque «cuando estás a gusto en un sitio no sientes la necesidad de manifestarte». Además, los viernes tienen jornada intensiva y trabajan hasta el mediodía. Así que la mayoría de trabajadoras de Angulas Aguinaga se unieron a la protesta por la tarde, en la manifestación.
Ana y Mari Carmen coinciden en que «la educación es fundamental para cambiar la sociedad actual y, sobre todo la actitud que tengamos las personas». Ellas han roto con los clichés. «Ahora nos toca a todos».
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