Una huida hacia adelante
Sánchez tira de su manual de resistencia para intentar evitar a su partido la agonía de unas elecciones a final de año
Los desastrosos resultados que el PSOE cosechó la noche del 28-M pusieron el foco de la lógica responsabilidad política sobre el secretario general del ... partido, a la sazón presidente del Gobierno. Sin embargo, Pedro Sánchez volvió a echar mano de su particular manual de resistencia y volvió a jugársela con un movimiento de alto riesgo, como es un adelanto electoral express y en pleno verano. El líder de los socialistas, tras verse superado por Feijóo por más de 700.000 votos y perder por el camino casi un millón y medio de papeletas, tuvo que verlo extremadamente mal en la noche del pasado domingo como para pulsar a primera hora de la mañana el botón rojo de las elecciones anticipadas.
El presidente se fue a la ejecutiva de su partido con el sorpresivo anuncio ya comunicado a la sociedad y que dejó a más de un dirigente con un regusto amargo por cuanto que, en teoría, la trascendente decisión fue cocinada antes en Moncloa que en Ferraz. Y parece que el proceso decisorio no fue a la inversa. Sánchez, de esta manera, evitaba las críticas que más de un barón tenía preparadas para cargar a su cuenta el desastroso resultado cosechado por un gobierno que, tras la errática gestión de la ley del 'sólo sí es sí', presentaba evidentes síntomas de agotamiento.
Sánchez ha querido cortar por lo sano el innegable riesgo de someter a su partido a una interminable agonía que a buen seguro habría carbonizado a su partido si las elecciones se hubiesen celebrado a finales de año. Los negros nubarrones que atisbó el presidente cuando vio a Feijóo en la balconada de Génova no le dejaron otra salida que forzar la maquinaria, sobre todo al comprobar que su estrategia en la campaña había obtenido un resultado desastroso. ¿Han primado los intereses personales a los del partido? Es una pregunta que inevitablemente surge cuando este adelanto electoral introduce unas variables de indisimulada debilidad a los dirigentes de sus compañeros cuando tengan que negociar los gobiernos locales aún por constituir. ¿Por qué no esperó a escuchar antes a su partido antes de tomar la traumática decisión?
Lo cierto es que, a poco más de un mes de ostentar la presidencia de la Unión Europea, Sánchez ha preferido meter al país a un nuevo y arriesgado proceso electoral que pudiera agravar la desafección del electorado y aumentar la tan temida abstención. Es su última carta, o su penúltima, viniendo el movimiento de Sánchez, porque la ola de Feijóo, si el pulso demoscópico no se tuerce, parece que le dirige hacia la Moncloa. Aunque bien es cierto que unas elecciones en julio y en periodo vacacional pudieran arrojar un impredecible resultado. Es como si el equipo de casa abriera la manguera para embarrar el campo de juego para dificultar el juego estilista del contrario.
El abrupto final de la legislatura deja al PNV sin las ansiadas transferencias prometidas
Sánchez, que quiere meter presión al electorado con la disyuntiva entre su candidatura o la derecha de PP-Vox, no podrá eludir, por ejemplo, su relación con sus socios de EH Bildu, con quien en ningún momento llegó a romper a pesar de que la coalición soberanista le comprometiera en mitad de la campaña cuando se desveló el hiriente caso de las listas con condenados de ETA con delitos de sangre. Feijóo sabe que esa losa le pesa a Sánchez y, según los últimos resultados, le ha pasado una cara factura. Un final abrupto de legislatura que, además, deja al PNV sin poder recepcionar las tan ansiadas transferencias que el presidente les había prometido. Habrá que esperar.
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