Iñigo Arcauz: «El futuro de España pasa por un pacto con Ciudadanos, al que se sume Vox»

-Usted fue una apuesta personal de Casado. ¿Qué le movió a regresar a la política guipuzcoana?

-Primero, el aprecio que le tengo a Pablo, y segundo porque son unas elecciones trascendentales, las más importantes desde el 77. Hay que acabar con la inestabilidad de Sánchez en estos nueve meses, sin presupuestos y sin apoyos. Necesitamos que Pablo Casado sea el próximo presidente de España.

-Según las encuestas, el PP sería la segunda fuerza...

-Dan una tendencia de que el PSOE va primero pero el PP está repuntando al alza y vamos a mejorar los resultados que nos dan las encuestas. Hay que tomarlas con relatividad y las de Tezanos -en referencia al CIS- con humor. Pronostico que el PP estará por encima de los 100 diputados en el Congreso; el PSOE puede estar en torno a los 120; Ciudadanos rondará los 50; Podemos va a bajar; y Vox va estar por encima de lo que le dan, cerca de 40.

-¿Le preocupa la fragmentación del voto del centro derecha?

-Mucho porque favorece al PSOE. Pero nuestro socio de gobierno tiene que ser Ciudadanos. El futuro de España tiene que depender de un pacto de centroderecha, del PP con Cs, al que se sume Vox. Al partido de Abascal no lo veo para entrar en el Gobierno pero sí como apoyo parlamentario.

-Está claro que es necesario llegar a acuerdos para formar gobierno. ¿Qué no le gustaría?

-Ni un Gobierno Frankenstein del PSOE con Podemos, que es un partido populista de extrema izquierda y que roza el comunismo; ni un gobierno con los nacionalistas y, sobre todo, con los independentistas. Es muy importante que no dependamos de una formación como Bildu. Me preocupa que al PSOE se le ve cómodo con Bildu, un partido que aún tiene mucho que demostrar y mucho camino que recorrer.

-¿Favorece o hace flaco favor al PP vasco las declaraciones de Casado sobre temas tan sensibles para Euskadi como el traspaso de competencias o la Ertzaintza?

-No nos perjudica, porque hay que ponerlas en el contexto en el que están dichas. Casado no pone en duda ni las autonomías ni el Estatuto. Lo que dijo es que si hay una rebelión como la que ha habido en Cataluña donde los Mossos no cumplieron la Constitución, el Gobierno español tiene la potestad de poder recuperar temporalmente algunas de las competencias. Ahora mismo en el País Vasco no hay una situación como en Cataluña. El PNV está optando por una vía más moderada pero puede pasar que en cualquier momento el PNV con Bildu active una línea vasca similar a la catalana. Antes esas situaciones, puede haber competencias en educación y seguridad que en casos excepcionales podrían revertir al Gobierno español.

-¿Está complicado recuperar el escaño que el PP perdió en Gipuzkoa?

-Vamos a pelear por dar la campanada y recuperarlo. Estas elecciones van a ser distintas porque hay mucho más indeciso -se habla del 30%- que ahora mismo no sabe a quién votar. Mi principal objetivo es recuperar al votante descontento del PP, al que dejó de votar por la corrupción y a quien no nos vota porque considera que no somos un voto útil. Quiero ser la persona que lleve la voz del centro derecha guipuzcoano vasco español al Congreso.

-En 2015 Sémper obtuvo 34.941 votos, el 9,63%. Se les va a comparar.

-Tenemos la dificultad de que la derecha está más fragmentada. Pero aspiramos a sacar más porcentaje. Tendremos que andar en torno al 12%, unos 42.000 votos, una cantidad difícil pero no imposible.

-¿Si Casado le vuelve a llamar para presidir el PP en Gipuzkoa?

-El Congreso llegará. Ahora vamos a trabajar todo el PP de Gipuzkoa unido para sacar los mejores resultados en las generales y en las locales. Y después se hará una reflexión y ya se hablará de renovación.

-¿Cómo cohabitan dos sensibilidades tan diferentes en el PP guipuzcoano: la de Sémper y la suya?

-Perfectamente. Esa es la grandeza del PP: ser un partido que aglutine liberales y conservadores. Aquí no sobra nadie.

-¿En casa le echarán en falta?

-A mis hijas mayores de 9 y 11 años ya les he explicado bien qué es la política y están haciendo campaña entre las amigas. El chiquitín tiene 3 años y no entiende nada, pero está muy molesto porque casi no me ve.