La caída de Vox enfría el auge de la ultraderecha en Europa

Hace apenas unas semanas, al ser preguntada por la cita electoral española, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, aseguró que no le gustaban los extremos. La líder del Ejecutivo comunitario ha tenido que lidiar durante su mandato con dirigentes ultraconservadores como el primer ministro húngaro Viktor Orbán y el del polaco Mateusz Morawiecki, que han resultado unos socios incómodos para Bruselas.

Estos dos líderes y la presidenta italiana Giorgia Meloni (también de la misma familia política), apoyaron la campaña de Vox, con la esperanza de que otra de la cuarta economía de la Unión Europea (UE) cayera en manos de la ultraderecha. Algunos sondeos preveían una posible mayoría para un Gobierno de coalición entre PP y Vox y, de haberse confirmado este resultado en las urnas, la ultraderecha se habría hecho con más del 35% del voto en el Consejo Europeo, lo que le daría la capacidad para bloquear las iniciativas de la Comisión Europea.

Los resultados del 23J, sin embargo, han enfriado esas aspiraciones. Vox ha cosechado el 12,39% de los votos, lo que sitúa a España muy por debajo de otros países europeos en porcentaje de votos a este tipo de formaciones. Además de Hungría, Polonia e Italia, la ultraderecha es fuerte en Suiza, donde logró el 26% de los votos en las últimas elecciones de 2019. En Francia, el partido de Marine Le Pen cosechó un 23% de las papeletas en la primera vuelta de los comicios presidenciales y los partidos de ultraderecha también tienen una gran presencia en Suecia y Finlandia, con un 21% y un 20% del voto, respectivamente.

Bruselas aguardaba los resultados electorales con la máxima atención, ya que se han celebrado en un momento crucial, durante la Presidencia Española del Consejo de la UE. Este será el último semestre completo antes de las elecciones europeas, por lo que el Ejecutivo comunitario confía en que España negocie y apruebe importantes paquetes legislativos como la reforma de las reglas fiscales, el impulso de la reindustrialización, el pacto migratorio y la reforma del mercado eléctrico, entre otras.

El equipo de Von der Leyen confiaba en el Gobierno de Pedro Sánchez para pilotar estas negociaciones, sin embargo, los resultados electorales y las dificultades para formar un nuevo Ejecutivo pueden debilitar el peso político de España en la UE. En el caso de que se diera un cambio de Gobierno durante estos seis meses, el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, confesó que podría haber «ciertas complicaciones técnicas» en el funcionamiento de la presidencia de la UE. Pese a todo, las instituciones comunitarias son una maquinaria bien engrasada que mantiene la determinación para sacar adelante todas las iniciativas pendientes.

La Comisión Europea nunca se pronuncia sobre los resultados de las elecciones de los Estados miembros, pero fuentes de la institución comunitaria aseguran -en declaraciones a este periódico- que «confían plenamente» en que las autoridades españolas podrán cumplir con su rol a cargo de la presidencia del Consejo de la UE.